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El gobierno de Bolsonaro acepta la derrota dos días después de las elecciones

BRASILIA — Dos días después de perder las elecciones presidenciales de Brasil, el presidente Jair Bolsonaro accedió a una transición de poder el martes, calmando los temores de que el líder de extrema derecha impugnaría los resultados luego de que durante meses había advertido que la única forma en que sería derrotado era si el voto era amañado.

Sin embargo, Bolsonaro no concedió la derrota en sus propias palabras. Luego de un breve mensaje que criticaba a la izquierda, un ministro dijo que el gobierno entregaría el poder a la gestión entrante.

“El presidente Bolsonaro me ha autorizado —al solicitarlo, fundamentado en la ley— a empezar el proceso de transición”, dijo el ministro Ciro Nogueira en un comentario breve después del discurso del presidente.

Bolsonaro agradeció a sus seguidores pero no abordó su derrota. “Siempre me tacharon de no ser democrático”, dijo. “A diferencia de mis críticos yo jugué dentro de los límites de la Constitución”.

Desde su derrota electoral el domingo, miles de sus seguidores bloquearon cientos de carreteras por todo Brasil, en un intento por “paralizar” al país y de algún modo revertir las elecciones. Bolsonaro dijo que dichas protestas eran “fruto de la indignación y los sentimientos de injusticia en el proceso electoral”, comentó.

Pero instó a sus seguidores a detener los bloqueos. “Las protestas pacíficas siempre serán bienvenidas”, dijo. “Pero nuestras tácticas no pueden ser las de la izquierda, como la invasión a la propiedad, la destrucción de mercancías y las restricciones al derecho de ir y venir”.

Aun así, su decisión de transferir el poder fue bienvenida para la democracia de Brasil. El presidente desde hace mucho tiempo ha atacado el sistema electoral diciendo que está plagado de fraude, a pesar de que no hay pruebas, y previo a las elecciones del domingo había insinuado que la izquierda intentaba robarse los votos.

Así que cuando el locuaz político de pronto se quedó dos días en silencio, el país estaba inquieto y se preguntaba si disputaría su derrota.

Ahora el gobierno brasileño puede dedicarse de lleno a trabajar hacia la transición del presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, un exmandatario de izquierda que vuelve a liderar el país 12 años después de dejar la presidencia. Durante el tiempo que no estuvo en el poder, Da Silva pasó 17 meses en prisión por unos cargos de corrupción que luego fueron descartados.

Bolsonaro no mencionó a Da Silva el martes.

Uno de los principales desafíos de Da Silva como presidente será lidiar con la profunda división de Brasil. Bolsonaro recibió 58,2 millones de votos, o el 49,1 por ciento de los votos, la contienda presidencial más reñida en los 34 años de la democracia moderna de Brasil.

Muchos de los partidarios de Bolsonaro consideran a Da Silva un delincuente y varios de ellos han perdido la confianza en la integridad de las elecciones de Brasil, ambas opiniones impulsadas por el líder de extrema derecha.

Esa radicalización quedó en evidencia por la agitación por todo Brasil. El martes, los seguidores de Bolsonaro habían organizado 227 bloqueos activos en carreteras en 22 de los 27 estados de Brasil, según la policía federal de caminos. La agencia indicó que retiraron otros 330 bloqueos tras el final de las elecciones.

Flávia Milhorance colaboró con reportería desde Río de Janeiro.

Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Antes reportó de tecnología desde San Francisco y, antes de integrarse al Times en 2018, trabajó siete años en The Wall Street Journal. @jacknicas | Facebook


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