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Croacia y sus primeras damas del fútbol

SPLIT, Croacia — Por la manera en que está configurado el calendario futbolístico internacional, Luka Modric suele estar con su segunda familia el día de su cumpleaños en septiembre. Y el festejo siempre es igual: le hacen un pastel en el centro de entrenamiento de Croacia y Modric, con su típico estilo tímido, sopla las velas mientras sus compañeros le cantan.

Este año, la selección se congregó antes, en junio, para una serie de partidos de final de temporada. Pero, aun así, hubo pastel. Iva Olivari, la gerente general del equipo, había decidido que Modric debía ser agasajado por haber ganado una quinta Copa de Europa, una hazaña extraordinaria que había conseguido con el Real Madrid apenas unas semanas atrás.

Olivari comenzó un breve discurso que había preparado, en el que le dijo a Modric, capitán de la selección, que era poco probable que algún futuro gerente general tuviera el mismo privilegio que ella había disfrutado y que era poco probable que un croata obtuviera tantos títulos como él. Acto seguido, se le hizo un nudo en la garganta.

Olivari explicó más tarde que su mente se había llenado con un torbellino de recuerdos mientras daba el discurso. Conoce a Modric, de 37 años, desde que era un adolescente, apenas unos años después de que la guerra lo obligara a abandonar su ciudad natal y lo convirtiera en un refugiado. Olivari recordó cómo el espigado y delgado Modric se había abierto camino por las selecciones croatas de diversos grupos de edad; cómo había dejado Croacia para forjarse un nombre en las ligas más importantes de Europa; cómo había liderado a la pequeña Croacia en el improbable viaje hacia la final de la Copa del Mundo y ayudado a impulsar al poderoso Real Madrid a conseguir trofeo tras trofeo.

“Lo vi crecer, lo vi convertirse en un hombre”, contó Olivari mientras Modric, ahora padre de tres hijos y en su última Copa del Mundo, firmaba un autógrafo cerca de la terraza del hotel de la selección. “Es una travesía. Una travesía que realizamos”.

No es solo a Modric a quien Olivari ha visto crecer. Modric tenía apenas 7 años cuando Olivari se unió a la naciente federación croata de fútbol, el año en que fue reconocida por la FIFA y mucho antes de que clasificara a su primer torneo. Fue antes de que una generación previa de héroes, como Davor Suker, Zvonimir Boban y Robert Prosinecki, llevaran al país a su primera semifinal de la Copa del Mundo y antes de que las camisetas con cuadros rojos y blancos de la selección nacional se convirtieran no solo en su tarjeta de presentación sino también en uno de los símbolos más reconocibles de la identidad croata.

Sin embargo, Olivari no es la funcionaria con más años de servicio y ni siquiera la mujer funcionaria con más años de servicio en la federación de Croacia: esa distinción la tiene su colega Ivancica Sudac, en la actualidad una de las mujeres con mayor antigüedad en el fútbol europeo. Sudac se unió a la federación en 1991, unos meses antes que Olivari, cuando las dos mujeres estaban apenas en sus veintitantos.

“Somos como dos dinosaurios”, dijo Olivari, de 51 años.

Olivari ríe mientras dijo eso. Sabe, al igual que Sudac, cuán importantes han sido sus contribuciones.

Sudac era una estudiante de Derecho con poco interés en el fútbol cuando recibió la llamada para unirse a la federación croata, aproximadamente un año antes de que fuera reconocida de manera oficial por la FIFA. Mientras hacía campaña por la obtención de la membresía en medio de la guerra y la desintegración de la antigua Yugoslavia, Croacia quería hablarle al mundo. Sudac podía hacerlo en varios idiomas, incluidos el francés y el inglés.

Olivari llegó poco después. Tenía poco tiempo de haber regresado a casa desde Estados Unidos, tras renunciar a su sueño de tener una carrera en el tenis, cuando respondió a un anuncio publicado en un periódico. Ella y Sudac se convirtieron en integrantes fundadoras del nuevo departamento internacional de la federación croata de fútbol.

Las mujeres trabajaron juntas largas horas durante esos primeros días, al principio traduciendo miles de páginas de reglamentos deportivos internacionales al idioma croata y luego escribiendo cartas a las federaciones extranjeras para transmitir las solicitudes de los altos funcionarios. Durante los primeros dos años trabajaron con una máquina de escribir y luego recibieron un procesador de texto primitivo que compartían girando la pantalla hacia la otra cada ciertas horas. “Conseguir una computadora con una tecla para borrar texto fue como si nos hubieran dado un transbordador espacial”, dijo Olivari.

En esos días difíciles, ambas concibieron sus trabajos no tanto como un empleo sino como un deber patriótico. “Siempre soñé con hacer algo importante”, afirmó Sudac, “y creo que lo que estaba haciendo era importante”.

Sudac formó parte de la delegación de Croacia tras su clasificación al primer torneo al que pudo acceder, la Eurocopa de 1996. Estuvo allí, en el túnel, justo antes de que los jugadores salieran para su primer partido contra Turquía en Nottingham, Inglaterra.

“El túnel vibraba mientras salían”, contó Sudac. “Cuando entraron al campo, sentí que se me iba a salir el corazón del cuerpo. Llevaron muchísimo orgullo y energía a Inglaterra. Eran profundamente conscientes de lo importante que era su presencia allí”.

La selección sorprendió a muchos al llegar a los cuartos de final. Poco después confirmaría su posición internacional al clasificarse para la Copa del Mundo de 1998. “Eso fue increíblemente importante porque no hay mayor diplomacia que el deporte”, dijo Sudac. “Cien embajadores no pueden hacer el trabajo que pueden hacer dos o tres atletas”.

Boban, quien ahora es un alto funcionario del órgano rector del fútbol europeo, la UEFA, recordó los esfuerzos que Sudac y Olivari hicieron durante esos primeros días, las horas incansables que dedicaron detrás de escena para ayudar a construir la plataforma para que Boban y sus compañeros de equipo pusieran al fútbol croata en el mapa.

“Tienen una dedicación plena para todo lo que los jugadores puedan necesitar”, dijo Boban. “No se trata de hombres y mujeres. Simplemente son muy buenas en lo que hacen. Y le sirven a la federación como una familia. Para ellas, nosotros fuimos como hermanos”.

Nada nunca fue demasiado. “Hicieron todo por nosotros”, sentenció Boban, quien también destacó la contribución de Rujiza Biric, otra empleada que ya está jubilada. “Tuvieron una especie de compromiso total de vida con nosotros. Fue lo que sentimos cada vez que estuvimos con la selección”.

No se puede exagerar la importancia de la selección croata para el sentido de sí misma de la nación, dijo Sudac. Recordó cómo una vez, a principios de la década de 2000, los ejecutivos de Nike propusieron sustituir las famosas camisetas a cuadros de Croacia por un diseño diferente. La marca de ropa deportiva argumentó que los clientes que llevaban años comprando las camisetas necesitaban un nuevo diseño. Sudac dijo que ella y otros funcionarios de la federación rechazaron rotundamente la idea.

“Fuimos muy tercos”, dijo. No, ella y los demás funcionarios dijeron a Nike: “‘Deben ser simples cuadros rojos y blancos para que sean reconocibles’”.

Sudac le atribuye parte de su longevidad a su capacidad para dejar de lado los episodios ocasionales de machismo que ha enfrentado a lo largo de su carrera. Olivari dijo que también tuvo que soportar momentos desesperantes. Recordó haber asistido a reuniones durante su primera década en la federación en la que nunca la invitaron a hablar.

“Era joven y atractiva, así que les gustaba tenerme cerca”, afirmó. “Yo hacía el trabajo, pero si había que hacer alguna presentación, no la hacía yo sino algún tipo mayor”.

Sin embargo, poco a poco las cosas comenzaron a cambiar. Para 2012, Sudac se había convertido en una de las mujeres con mayor antigüedad en el órgano rector del fútbol europeo, la UEFA. Para Olivari, quien asumió un cargo trabajando de forma más directa con las selecciones nacionales de Croacia en 2002, su gran avance se produjo cuando el exdelantero Davor Suker se convirtió en el presidente de la federación.

En 2016, tras consultar al excapitán Darijo Srna y Ante Cacic, el entrenador de la selección nacional en ese momento, Suker tomó lo que Olivari describe como “una decisión valiente” y la recompensó con un lugar en el banquillo como gerente general del equipo, la primera mujer en Croacia en lograrlo, y un hito que sigue siendo tan inusual para una mujer en el fútbol masculino que a menudo es ignorada a simple vista.

“Justo antes de los partidos, suele venir algún árbitro y decir: ‘Tenemos que darle esto a alguien’”, contó Olivari. “Nunca piensan que podría ser yo la persona a la que buscan”.

La relación de Olivari con las generaciones de jugadores croatas ha cambiado con su edad, dijo. Para los jugadores de aquella gloriosa primera generación de mediados de los noventa, era como una hermana. Para el grupo actual que se dirige a Qatar, Olivari, de 51 años, se considera en cierto modo una figura materna, que ha ayudado a los más jóvenes a superar los altibajos no solamente de sus carreras futbolísticas, sino también de sus vidas: hijos, matrimonio, problemas legales y divorcio.

Olivari dijo que su género ha ayudado, en ocasiones, a forjar un vínculo más estrecho.

“La mayoría de ellos son de pequeñas aldeas de toda Croacia y tuvieron que abandonar sus hogares muy pronto”, dijo. “Significó dejar a sus madres muy pronto. No digo que sea su segunda madre, pero saben que soy alguien en quien pueden confiar”.

Ni Olivari ni Sudac, ambas con más de 30 años en la federación, tienen intención alguna de retirarse en el corto plazo. Sudac, quien ahora también es integrante sénior de un comité gubernamental del órgano rector del fútbol, la FIFA, afirma que no se imagina haciendo otra cosa. Olivari asevera que todavía siente esa misma descarga de adrenalina cada vez que sale al campo y toma su lugar en el banquillo. Ambas aseguran que sus roles todavía cargan con el mismo sentido de propósito que tuvo su trabajo durante esos primeros días como representantes deportivas de una nación recién independizada.

El protector de pantalla de la computadora portátil de Olivari captura eso: muestra a Olivari con un traje azul, con los tacones tirados a un lado, corriendo descalza hacia el equipo croata en un extremo del campo luego de que la selección venciera a Inglaterra para sellar su lugar en la final de la Copa del Mundo de 2018.

“Esa es la foto de mi vida”, afirmó.

Tariq Panja cubre algunos de los rincones más sombríos de la industria del deporte mundial. También es coautor de Football’s Secret Trade, una revelación sobre la industria multimillonaria de comercio de jugadores de fútbol. @tariqpanja


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