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Para Messi y Argentina, la espera (extra) valió la pena

Lo que vino a continuación, sin embargo, fue la obra maestra de su selección: cinco pases, realizados en un parpadeo, barriendo a Argentina de un extremo a otro de la cancha, culminando en un gol que iguala, por lo menos, a cualquiera de los anotados en una final mundialista en el último medio siglo.

Di María lo concluyó y hubo papeles de reparto estelar para Alexis Mac Allister y Julián Álvarez, pero pendió de un solo toque aterciopelado de Messi, de pie en la línea de medio campo, un momento de alquimia que tomó las materias primas más comunes y corrientes y las convirtió en algo dorado.

Y eso, en el momento, parecía que era todo. Gran parte del torneo había habido una selección francesa, superada en cuartos de final por Inglaterra y por Marruecos en partes importantes de la semifinal. El control que fue la marca de su victoria en Rusia hace cuatro años brillaba por su ausencia. Parecía ser un equipo que vivía incómodo en el borde.

Deschamps hizo lo que pudo para que su selección volviera al juego, al sacar tanto a Dembélé como a Olivier Giroud antes del medio tiempo. Una acción audaz y decisiva y, a partes iguales, un pánico total y ciego. Hizo poca diferencia. Francia apenas asestó un golpe a Argentina. El tiempo parecía correr en su reinado como campeón mundial.

Bastaron precisamente dos minutos para que todo cambiara. Para que la concienzuda labor de Argentina en este partido, en este torneo, se viniera abajo. Nicólas Otamendi, el defensa central canoso, calculó mal un pase bastante sencillo, lo que permitió que Randal Kolo Muani, uno de los suplentes de Francia, se le escapara; cuando se recuperó, tiró al delantero. Los franceses consiguieron un penalti, convertido por Mbappé, y con eso un rayo de esperanza.

Argentina apenas recuperaba la compostura cuando llegó el martillazo: Messi se halló holgazaneando con el balón, un toque hábil de Marcus Thuram y una primera volea feroz de Mbappé, que pasó zumbando ante el agarre desesperado de Emiliano Martínez. Los jugadores de Argentina se desplomaron, sin aliento. Habían estado tan cerca, y en un instante estaban tan lejos como siempre.

Por un rato parecía que las esperanzas de Argentina no se extenderían más lejos de llegar a un tiempo extra, y luego aferrarse a los penales. Messi, sin embargo, volvió a intervenir, decidido a no aceptar un final que no había escrito. Cuando Hugo Lloris bloqueó un tiro de Lautaro Martínez, ahí estuvo Messi para llevar el balón a la meta.

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