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No enciendas la luz – The New York Times

La oscuridad tiene mala reputación. Algunos niños sienten miedo cuando se quedan solos en una habitación, rodeados de sombras. Los amigos de lo ajeno suelen escudarse bajo su protección para llevar a cabo fechorías. Y, solo por dar un ejemplo más, la penumbra también es aliada de todo tipo de accidentes.

Pero pasan muchas cosas buenas cuando las luces están apagadas.

La oscuridad es tan necesaria como la luz del día, y cada vez escasea más: el 83 por ciento de la población mundial no tiene acceso a un cielo bien oscuro por culpa de la luz eléctrica de las ciudades, según un estudio de 2016.

El zoólogo Johan Eklöf argumenta en un libro reciente que la contaminación lumínica tiene graves repercusiones para el mundo natural. En The Darkness Manifesto (El manifiesto de la oscuridad), Eklöf hace un repaso de las especies amenazadas por nuestra obsesión con el neón, los anuncios luminosos, las luces led.

Hay escarabajos expertos en moverse bajo la luz de las estrellas que ahora viven muy desorientados y son incapaces de llevar alimento a sus crías. Tortugas bebé que nadan en sentido contrario al mar. Poblaciones enteras de murciélagos que desaparecen.

Tanta luz también daña a los humanos: lo saben bien los insomnes de verano y quienes recurren a la melatonina para conciliar el sueño. (La melatonina, a veces conocida como la “hormona vampiro”, aparece en la noche para indicarle al cuerpo que hay que bajar el nivel de cortisol, ralentizar la respiración, en fin, caer rendidos).

Y es que si no dormimos bien sufren nuestra memoria, nuestra capacidad de aprender y resolver problemas, por no hablar de nuestro estado de ánimo. Y todo eso se evita descansando en una habitación en penumbras.

Necesitamos la oscuridad a un nivel psíquico. Tanto así, que hay lugares que empiezan a promover el astroturismo.

“Perder la conexión con el cielo nocturno y las estrellas es perder nuestra conexión con la naturaleza, pero también es perder nuestra historia”, dijo Eklöf. “El cielo nocturno ha sido el mismo durante miles de millones de años y lo que vemos ahora es el mismo cielo que miraban nuestros antepasados y sobre el que creaban historias”.

Apaguemos un rato la luz.


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