LONDRES — La primavera pasada, tras unos cuantos minutos de tomar un café, Brett Goldstein quiso enseñarme algo en su celular.
Me incliné y vi a unos titiriteros sentados en monopatines que se escondían detrás de una mesa, revolcándose unos contra otros en aparente felicidad mientras sus manos animaban una maraña de gatos de fieltro sobre sus cabezas. Para Goldstein, eso representaba una especie de ideal creativo, la expresión más pura de diversión, oficio y alegría desenfrenada que cualquier ser humano podría encontrar.
“Imagina que este es tu trabajo”, dice con sus impresionantes cejas levantadas en señal de asombro.
Goldstein grabó ese video entre bastidores durante su participación como estrella invitada en Barrio Sésamo, una experiencia que este actor y guionista cómico, ganador de un Emmy y protagonista de Marvel, sigue describiendo como el mejor día de su vida.
El video es indiscutiblemente encantador, pero Goldstein apenas tiene que imaginarse un trabajo así. Como estrella revelación de Ted Lasso, la exitosa comedia sobre un atormentado pero alegre entrenador estadounidense que gana corazones, mentes y uno que otro partido de fútbol en Inglaterra, Goldstein forma parte de un elenco que aporta tanta camaradería, optimismo y calidez al plató como el propio Ted, interpretado por el cerebro de la serie, Jason Sudeikis.
“Me sentiré muy desolado cuando se termine”, comentó Goldstein el año pasado. “Creo que todos lo estaremos”.
Y ahora ha terminado. O quizá no. Lo seguro es que la nueva temporada de Ted Lasso, que se estrenó recientemente, concluirá la historia de tres actos que los creadores concibieron desde un principio y no hay planes para más. Si llegarán más historias del Lassoverse y de qué forma, es cosa de Sudeikis, que me dijo que ni siquiera había empezado a reflexionar sobre eso. “Ha sido un maravilloso trabajo amoroso, pero es un trabajo al fin y al cabo”, aseguró.
Así que, aunque la nueva temporada no sea el fin, representa un final, que afectó mucho a Goldstein. Recientemente confirmó en una videollamada que durante el rodaje del episodio final, en noviembre, se escabullía una y otra vez para “echarse a llorar”.
Pero aunque Lasso se haya terminado para siempre, también es indiscutible que Goldstein lo ha aprovechado al máximo. Lo más probable es que nunca hubieras oído hablar de él hace tres años, cuando era un actor novel que trabajaba en un programa basado en una promoción de NBC Sports para un servicio de transmisión en directo, Apple TV+, que muy poca gente había contratado. (En marzo de 2020, la humanidad tenía muchas otras cosas en que pensar).
Sin embargo, las cosas han ido muy deprisa para él desde que Ted Lasso se convirtió en el programa preeminente entre las producciones que nos hacen sentir bien de la era de la transmisión en continuo, tanto en su forma —pues es una historia deportiva sobre la importancia de la bondad— como en su función porque se trata de un éxito sorpresa y un impulso para la carrera de un grupo de actores adorables, y hasta entonces, desconocidos que han acumulado catorce nominaciones a los Premios Emmy por sus interpretaciones.
Ninguno de ellos ha convertido Ted Lasso en un trampolín como Goldstein. Su Roy Kent, un jugador retirado, rudo y floridamente profano que pasó a ser un entrenador, de inmediato se convirtió en un personaje favorito de los fans, y Goldstein ganó dos Premios Emmy al mejor actor secundario de comedia en ambas temporadas. También fue uno de los guionistas del programa, lo que le valió una nueva serie: Terapia sin filtro, una comedia sobre el dolor y la amistad. Goldstein la ha desarrollado con Bill Lawrence, otro creador de Ted Lasso, y Jason Segel, que la protagoniza junto con Harrison Ford. (Es el primer papel regular de Ford en una comedia televisiva).
Gracias a Terapia sin filtro, que se estrenó en enero y acaba de ser renovada para otra temporada, es posible que hayas visto a Goldstein en Late Night With Stephen Colbert, The Today Show, CBS Saturday Morning o alguno que otro pódcast.
Gracias a su sorprendente debut como Hércules —¡Hércules!— en una escena poscréditos de Thor: Amor y Trueno, la superproducción de Marvel de 2022, pronto lo veremos por todas partes.
Nada de esto había sucedido cuando nos conocimos el año pasado. En ese entonces, aún se esforzaba por entender cómo Ted Lasso había cambiado su vida tras dos décadas de trabajo en las trincheras del teatro y la comedia de Londres. Cualesquiera que fueran las molestias de perder el anonimato, señaló, fueron compensadas con creces por los beneficios: la visita a Barrio Sésamo, la oportunidad de colaborar con uno de sus héroes de la infancia como Ford, la oportunidad de trabajar en Ted Lasso.
“Estaría encantado de hacerlo por 25 años más”, afirmó, pero eso no está en sus manos.
Lo que Goldstein sí puede controlar es lo que hace con sus nuevas oportunidades hollywoodienses, que actualmente incluyen la segunda temporada de Terapia sin filtro, otros conceptos televisivos en desarrollo y lo que surja de todo el asunto de Hércules. (Ya domina el superpoder característico de Marvel: no hacer comentarios).
No importa cuánto tiempo permanezca abierta esa ventana de oportunidades, él sigue persiguiendo la misma cosa sencilla: una versión ligeramente más cruda de lo que captó en aquel video de Barrio Sésamo.
“Se trata de un grupo de personas adultas que se divierten como nunca haciéndose los tontos, pero que también crean algo significativo”, explicó Goldstein. “Y es algo muy alegre”.
Bueno, en realidad es una versión más burda. Pero, para entender por qué, ayuda saber cómo llegó hasta aquí.
‘Me identifico mucho con el enojo’
Goldstein, de 42 años, creció en Sutton, Inglaterra, como un loco por el fútbol —su padre es fanático del Tottenham Hotspur— que se obsesionó igualmente con la interpretación y el cine, pasando horas de su infancia recreando las acrobacias de Indiana Jones en el jardín de su casa.
De manera improbable, todo lo anterior contribuyó a su situación actual: su afición a la interpretación y al fútbol lo llevó a Ted Lasso, y ahora está escribiendo frases para el mismísimo Indiana Jones en Terapia sin filtro, frases que Ford dice mientras interpreta a un personaje inspirado en el padre de Goldstein.
Pero Goldstein ha tardado varias décadas para alcanzar esa posición tan influyente. Tras una infancia en la que actuó en pequeñas obras de teatro y en sus propios cortos de terror, estudió Cine y Literatura en la Universidad de Warwick. Siguió escribiendo y actuando en la universidad, y en otros escenarios, participando en cortometrajes y “montones de obras en el Fringe de Edimburgo y fuera, fuera, fuera, fuera del West End”, relató. Un cortometraje llamado SuperBob, sobre un melancólico superhéroe de baja fidelidad interpretado por un imberbe Goldstein, acabó originando un largometraje de culto con el mismo nombre.
Y lo que es más importante, llamó la atención del director de casting de Derek (2012-14), la comedia sensiblera de Ricky Gervais sobre un simplón bondadoso (interpretado por Gervais) que trabaja en un asilo de ancianos. Goldstein interpretaba a un novio simpático. “Ese fue mi primer trabajo de televisión propiamente dicho y luego, fue un poco más fácil”, dijo.
Por el camino comenzó a crear monólogos de comedia y eso se convirtió en una obsesión permanente; ahora intenta actuar varias noches a la semana. “Siempre ha sido el tipo guapo y sexi en los círculos cómicos más reducidos”, afirmó Phil Dunster, quien interpreta a Jamie Tartt, la estrella reformada del equipo de Ted Lasso y que conoció a Goldstein hace aproximadamente una década, cuando actuó en una de sus obras. (Dunster recuerda haberse sentido deslumbrado e intimidado por sus cejas).
En algún momento, un fan de los monólogos de Goldstein se lo mencionó a Lawrence, creador de éxitos como Spin City y Scrubs, que probó a Goldstein en un piloto fallido y quedó lo suficientemente impresionado como para darle un papel en su comedia de 2017.
Ese show tampoco llegó a emitirse. Para ese entonces, Goldstein tenía más de 30 años. “Tuve una especie de epifanía en la que pensé: ‘He perdido mi ventana de oportunidades’”, señaló.
Pero llegó Ted Lasso.
Los creadores de la serie, entre los que también están Brendan Hunt y Joe Kelly, querían contar en su equipo con algún aficionado al fútbol inglés, y Lawrence pensó en Goldstein. Fue contratado como guionista, pero pronto se convenció de que era la persona indicada para interpretar al hosco Roy Kent, un profesional en decadencia. Al finalizar los guiones de la primera temporada grabó un video en el que interpretaba varias escenas de Roy y se lo mandó a los creadores creyendo que, si era terrible, todos los implicados no volverían a hablar de eso. Pero no lo hizo nada mal.
Es una historia que Goldstein ha contado muchas veces. Pero en persona es diferente, pues el hombre apacible vestido con una camiseta negra entallada cuenta cómo sintió una profunda conexión con el irascible Roy. La cara es básicamente la misma, pero los ojos son demasiado amistosos y la voz es suave y dulce mientras que la de Roy es un gruñido entrecortado.
“Entiendo que esto te resulte confuso”, comentó Goldstein, dejando su taza de café sobre su platito. “Pero me identifico mucho con el enojo. Solía sentirme muy miserable y mi cerebro era particularmente oscuro. He trabajado muy duro para cambiar eso, pero ahí sigue”.
Lawrence dijo que “de todas las series que he hecho, Brett es una de las dos personas más diferentes en cuanto a su personaje”. (El otro es Ken Jenkins, el simpático actor que interpretó al cáustico doctor Kelso en Scrubs).
En cierto modo, la conexión entre actor y personaje es evidente. Para empezar, a ambos les encanta decir muchas groserías y Goldstein vive según el cántico que define a su famoso alter ego: está aquí, está allí, está en todas partes.
Colegas y amigos se quedan estupefactos ante todo lo que hace. Mientras rodaba la primera temporada de Ted Lasso, también volaba a Madrid para rodar Soulmates, una serie antológica de ciencia ficción que creó con Will Bridges. Durante el rodaje de la tercera temporada, actuaba en Ted Lasso de día y se unía a la sala de guionistas de Terapia sin filtro en videollamadas de noche. Encontró tiempo para entrevistar a cómicos, actores, cineastas y amigos para un pódcast de cine que hace desde hace tiempo, Films to be Buried With. A menudo también hacía monólogos.
“No sé cuándo duerme”, dice Dunster. “Pero sé que duerme, porque luce muy joven”.
Goldstein dice que su adicción al trabajo precede a su recién descubierta influencia en Hollywood. “Incluso cuando estaba haciendo cosas que nadie veía, siempre estaba trabajando”, dijo. “O estoy realmente mal de la cabeza o de verdad esto es lo que me da propósito y me hace feliz en la vida”.
Reconoce que ambas cosas pueden ser ciertas, pero si Ted Lasso le ha enseñado algo es que nadie es una sola cosa.
‘Bromeamos para salir adelante’
Ted Lasso es un extenso tapiz cómico tejido a partir de personajes —una propietaria de equipo con una desilusión sentimental (interpretada por Hannah Waddingham), una publicista insegura (Juno Temple), un antiguo discípulo rencoroso (Nick Mohammed)— que se abren camino hacia una mejor versión de sí mismos. En la nueva temporada, el equipo de AFC Richmond se encuentra en su peor momento, de vuelta en la poderosa Liga Premier inglesa y destinado a un destino incierto pero sin duda edificante.
Terapia sin filtro es más íntima, es una serie sobre emociones difíciles y pasar el rato que está protagonizada por una leyenda de la pantalla cuya presencia sigue asombrando a todo el mundo. “Ha pasado un año y sigo pensando: ‘Caray, es Harrison Ford’”, dijo Goldstein.
El personaje de Ford es un prestigioso psicólogo al que le diagnostican párkinson. Se inspiró en varias figuras de la vida real, como el abuelo de Lawrence que también padecía párkinson; su padre, que tiene demencia con cuerpos de Lewy; y su viejo amigo de Spin City, Michael J. Fox. El personaje también se basó en el padre de Goldstein, otro sobreviviente del párkinson.
“Brett y yo compartimos esto con nuestras familias, bromeamos para salir adelante”, aseguró Lawrence.
Goldstein es extremadamente reservado sobre su vida personal, pero su padre le dio permiso para hablar del vínculo. Su razonamiento fue que no se avergonzaba de la enfermedad y tampoco podía ocultarla. “Además es genial que pueda decirle a la gente que Harrison Ford me está interpretando”, le dijo a su hijo.
Goldstein bromeó diciendo que ese regalo que le dio a su padre amplió su catálogo conversacional aproximadamente un cien por ciento: “El fútbol sigue siendo lo único de lo que hablamos mi padre y yo”, afirma. “De eso y de que él es Harrison Ford”.
Lo primero, al menos, siempre ha sido así. “Creo que por eso existe este deporte”, dice. “Es una manera de decir ‘te amo’ sin tener que decir ‘te amo’”.
Usar una especie de caballo de Troya de las emociones humanas se ha convertido en el modus operandi de Goldstein, bien sea en su pódcast utilizando las películas favoritas de sus invitados para conversar sobre sus miedos y deseos más reales, interpretando incomodidad y vulnerabilidad a través de una tosca estrella de fútbol, o escribiendo bromas sobre el párkinson para procesar la dolorosa verdad sobre la mortalidad de su padre.
Segel dijo que, en Terapia sin filtro, Goldstein siempre insiste en que por muy punzantes que sean los chistes, los sentimientos deben ser puros y verdaderos. No es de extrañar, añade, porque Goldstein es fan de los Muppets.
“Parece una broma”, dijo Segel, que como guionista y protagonista de Los Muppets (2011) no bromea con esas cosas. “Pero habla de la falta de miedo a expresar de manera sincera las emociones”.
Lo que nos devuelve al video del gato y a otras fascinaciones de Goldstein relacionadas con los Muppets. (Dice que Cuento de Navidad de los Muppets podría ser su película favorita de todos los tiempos, y se le conoce por representar una versión abreviada en sus monólogos).
Quienes intenten buscar una llave maestra para desentrañar sus diversas idiosincrasias quizá no la encontrarán. Pero su afecto por los Muppets ofrece un atisbo de sus motivaciones como artista, creador y adicto al trabajo, que no tiene tanto que ver con las oportunidades, las franquicias o la escala como con la vulnerabilidad y los riesgos de intentar llegar a alguien y la apertura necesaria para asimilarlo. Lo que siempre busca, me dijo una y otra vez —hasta el punto de que empezó a disculparse por eso— es un poco de conexión humana en un mundo que parece diseñado para frustrarla.
“Ponen a un Muppet y yo desaparezco”, me dijo. “Pero eso requiere un acto de fe por parte de los dos: ‘Vamos a hacer esto; yo me comprometo y tú también’. Y si uno de los dos no se compromete con esto, se convierte en una estupidez. Es solo una cosa de fieltro en la mano, y yo soy un idiota por hablarle y tú eres un idiota por sostenerla”.
“¿Sabes a lo que me refiero?”, pregunta con curiosidad.