La noticia
Según un nuevo análisis de más de 7 millones de personas en 37 países, los subsidios en efectivo otorgados de manera directa a individuos o familias pobres reducen el número de muertes de mujeres y niños pequeños.
En los países que empezaron a hacer estos pagos, la mortalidad entre las mujeres se redujo un 20 por ciento y la de los niños menores de 5 años un 8 por ciento, según informaron los investigadores en la revista Nature el miércoles. El impacto se hizo patente a los dos años de iniciarse los programas y aumentó con el tiempo.
Según el análisis, la reducción de las tasas de mortalidad fue similar si la entrega de fondos se supeditaba a ciertas condiciones, como la asistencia a la escuela, o sin ellas. Los programas que abarcaban a un mayor porcentaje de la población o distribuían mayores cantidades de dinero en efectivo produjeron beneficios aún mayores.
Los países con servicios de salud deficientes y altas tasas de mortalidad registraron el mayor descenso en el número de muertes.
Por qué es importante: la pobreza es una gran asesina
En 2019, más del 8 por ciento de la población mundial vivía en pobreza extrema, ya que subsistía con menos de 2,15 dólares al día. Casi la mitad del mundo vivía con menos de 6,85 dólares al día. La pobreza tiene efectos insidiosos en la estabilidad de la vivienda, la educación, la salud y la esperanza de vida.
La pandemia llevó a 97 millones de personas más a la pobreza extrema en 2020, según un estimado del Banco Mundial, lo que impulsó a más países a poner en marcha programas de transferencia de dinero a la población. De 962 programas de este tipo en todo el mundo, 672 se implementaron durante la pandemia.
Se ha demostrado que dar dinero en efectivo mejora los niveles de asistencia escolar, la nutrición y el uso de los servicios de salud. Algunos estudios realizados en un solo país han relacionado estas subvenciones con la reducción de las tasas de mortalidad. Sin embargo, no se ha determinado si estas tendencias se aplican a escala mundial.
“Existe cierta preocupación sobre si estos programas son sostenibles, si los gobiernos pueden y deben pagarlos”, afirmó Harsha Thirumurthy, economista de la Universidad de Pensilvania y coautor del análisis.
Antecedentes: montos pequeños, impacto grande
Más de 100 países de bajos y medianos ingresos han implementado programas destinados a mitigar la pobreza mediante transferencias de dinero en efectivo, aunque difieren mucho en los montos, la frecuencia y los beneficiarios.
Los investigadores afirman que el nuevo estudio es el primero en analizar el efecto que la entrega de dinero tiene en las tasas de mortalidad en todo el mundo. Recopilaron información sobre estos programas entre 2000 y 2019 en 29 países del África subsahariana, uno del norte de África, cuatro de la región Asia-Pacífico y tres de América Latina y el Caribe.
Los datos incluyeron información sobre más de 4 millones de adultos y casi 3 millones de niños. Durante el estudio se registraron unas 300.000 muertes. Los beneficiarios recibieron entre el 6 y el 13 por ciento del ingreso per cápita de un país concreto; la mayoría de las veces, mucho menos de 100 dólares.
“Las cantidades distan de ser tan elevadas como las de algunos de los programas de ingresos garantizados de los que hablamos en Estados Unidos”, afirmó Thirumurthy.
Aun así, los hallazgos son relevantes incluso para los países de ingresos elevados, aseguró Audrey Pettifor, epidemióloga social de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, que estudia los programas de transferencias monetarias para la prevención del VIH y la salud de la mujer.
Los donantes suelen temer que los beneficiarios hagan un mal uso de los fondos para comprar alcohol, comida chatarra u otros artículos no esenciales, pero “los datos simplemente no respaldan eso”, afirmó.
Lo que sigue: los beneficios podrían extenderse a comunidades enteras
Los investigadores no pudieron identificar a los beneficiarios, por lo que analizaron las tasas de mortalidad en la población en general. Los resultados sugieren que las subvenciones en efectivo pueden ser útiles no solo para las mujeres, sino para familias y comunidades enteras.
“Estos programas de protección social representan en realidad la gran mayoría de los ingresos” de los hogares en lugares como Sudáfrica, dijo Pettifor. “Cabría esperar estos efectos indirectos”.
Berk Özler, economista especializado en desarrollo de la división de investigación del Banco Mundial, ofreció una explicación alternativa. Las transferencias de efectivo suelen ir acompañadas de mejoras en los servicios sanitarios u otras infraestructuras que ayudan a las comunidades, señaló.
“Quizá no sea el efecto directo de que la gente tenga más dinero en el bolsillo”, dijo.
El estudio no se centró en adultos mayores de 60 años ni en características concretas de los programas, como la duración o la frecuencia de los pagos, si los beneficiarios son hombres o mujeres, cómo se entrega el dinero o si se combinan con asesoramiento o educación.
“Creo que sería útil tenerlo en cuenta en futuros trabajos”, afirmó Thirumurthy.
Apoorva Mandavilli es una periodista enfocada en ciencia y salud global. Formó parte del equipo que ganó el Premio Pulitzer 2021 en la categoría de Servicio Público por la cobertura de la pandemia.