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El sistema de salud de EE. UU. está averiado. ¿Cómo podemos mejorarlo?

Lo que importa es la cobertura universal, y no cómo se proporciona esa cobertura, ya se trate de un sistema de Seguridad Social, de un modelo de pagador único modificado, de seguros regulados sin ánimo de lucro o planes de cuentas de ahorro médico. Todos los países que he visitado cuentan con algún tipo de mecanismo que proporciona cobertura a todo el mundo, de modo uniforme y fácil de explicar. Esto les permite concentrarse en otros aspectos más importantes de la asistencia sanitaria.

Pero Estados Unidos no puede decidirse por un sistema de cobertura universal, y eso no solo deja a demasiadas personas sin seguro o con uno insuficiente; también nos distrae de hacer cualuquier otra cosa. Tenemos todo tipo de planes de cobertura, desde Asuntos de los Veteranos a Medicare, y desde los intercambios de Obamacare a los seguros vinculados al puesto de trabajo, y, cuando se junta todo, no funciona bien. Son todos demasiado complicados e ineficientes, y no logran alcanzar el objetivo de la cobertura universal. Nuestra complejidad, y la ineficiencia administrativa que esta conlleva, nos está lastrando.

Cuando era más joven, era más partidario del sistema de pagador único, hasta que me di cuenta de cuántos sistemas funcionan mejor que el de Canadá. Más recientemente, me incliné por el sistema de seguros suizo, sometido a una estricta regulación y completamente privado, porque funciona excepcionalmente bien con un modelo privado que me parecía más aceptable para muchos estadounidenses. Hoy por hoy, en cambio, me da igual cómo lleguemos a la cobertura universal.

Si pudiéramos ponernos de acuerdo en un plan más sencillo —cualquiera de ellos—, podríamos empezar a centrarnos en lo que importa: la prestación de servicios sanitarios.

Los sistemas de prestación públicos son esenciales, pero también lo son las opciones privadas

Lo que distingue a los países a los que viajé de Estados Unidos es que dependen en gran medida de los servicios públicos. La mayoría de la gente recibe atención hospitalaria en un centro gestionado por el Estado. Sin embargo, cada país tiene también un sistema privado que sirve de válvula de descompresión. Si a la gente no le gusta el sistema público, puede optar por pagar más, sea directa o indirectamente, a través de los seguros de salud privados y voluntarios, para recibir atención en un sistema distinto.

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