Donald Trump se puso a disposición de las autoridades de Georgia la semana pasada. En la oficina del sheriff del condado de Fulton, el expresidente fue imputado por asociación delictiva y cargos relacionados con el intento de interferir con las elecciones de 2020.
Estuvo unos 20 minutos en el procedimiento, donde se le tomaron las huellas dactilares y se le asignó un número de identificación —P01135809— en el sistema de justicia penal del condado. Poco después se difundió su foto de prontuario, la primera vez que se da a conocer una imagen así de un expresidente en EE. UU. Este año, Trump ya ha comparecido en cuatro ocasiones en casos penales. Hasta el momento se le imputan 91 cargos por delitos graves.
En el retrato, Trump aparece con el ceño fruncido, un contraste con el gesto alegre y desafiante de algunos de los otros imputados en el mismo caso.
Y es que, hasta ahora, las acusaciones formales contra Trump han tenido un impacto positivo en su campaña. Un análisis realizado por un equipo de periodistas del Times muestra que la formalización de los casos penales contra el expresidente ha tenido repercusiones favorables en los sondeos, la recaudación de fondos de su campaña y la cobertura que recibe. La nota incluye gráficos y comentarios de expertos sobre este efecto.
Después de dos años, Trump volvió a X, la plataforma antes conocida como Twitter. “¡NUNCA RENDIRSE!”, decía la leyenda que puso junto a su foto de prontuario que ahora, “forma parte del boato del momento, del teatro de la ley”, escribió la crítica del Times Vanessa Friedman, “y Trump es un hombre que siempre ha entendido el poder y el lenguaje del teatro. De montar un espectáculo. De la forma en que una imagen puede utilizarse para la comunicación viral y la opinión pública”.
P. D.: Hablando de expresidentes en problemas, Jair Bolsonaro enfrenta varios casos penales. Uno de ellos, sobre malversación de obsequios, involucra un costoso reloj que le regaló el gobierno saudí cuando era presidente y que luego fue revendido en Filadelfia por su asistente personal.
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En España y el mundo del deporte no se habla de otra cosa que del episodio en el que Luis Rubiales, presidente de la federación española de fútbol, besó a la delantera Jennifer Hermoso frente a las cámaras en la ceremonia de premiación de la Copa del Mundo Femenina en Sídney, Australia.
El beso, que no fue consensuado, ha pasado a simbolizar una brecha fundamental entre una cultura arraigada de machismo y quienes exigen un trato igualitario y respetuoso para las deportistas en particular y las mujeres en general.
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— Sabrina Duque produjo y editó este boletín.
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