Mientras las fuerzas rusas se retiraban de manera apresurada del noreste de Ucrania el sábado en uno de los reveses más humillantes de la guerra, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, estaba en un parque en Moscú, donde encabezaba la gran inauguración de una feria.
“Es muy importante para el pueblo poder relajarse con amistades y familiares”, declaró Putin.
El contraste tan visible fue sorprendente, incluso para algunos de los simpatizantes más fervientes de Putin. Y subrayó una creciente división entre el Kremlin y los partidarios más vehementes de la invasión. Para esos partidarios apasionados, la retirada rusa parecía confirmar sus peores temores: que los altos funcionarios rusos estaban tan preocupados por mantener una atmósfera de “todo está bien” en casa que no dedicaron el equipo y el personal necesarios para combatir una guerra larga contra un enemigo con mucha determinación.
“Estás organizando una fiesta de 1000 millones de rublos”, escribió bloguero prorruso en una publicación muy difundida el sábado en referencia a las celebraciones presididas por Putin en Moscú para conmemorar el 875 aniversario de la fundación de la ciudad. “¿Qué te pasa? Eso no se hace tras un fracaso tan espantoso”.
También escribió que, incluso mientras Moscú celebraba, el ejército ruso combatía sin suficientes lentes de visión nocturna, chalecos antibalas, botiquines de primeros auxilios o drones. A algunos cientos de kilómetros de ahí, las fuerzas ucranianas retomaron el bastión militar ruso de Izium, con lo que continúan su avance rápido a lo largo del noreste y dan comienzo a una dramática nueva fase de la guerra.
La indignación de parte de los rusos a favor de la guerra el sábado demostró que, a pesar de que Putin ha tenido éxito para eliminar a casi toda la oposición liberal y prodemocracia en la política nacional rusa, aún enfrenta el riesgo del descontento de la parte conservadora del espectro político. Por el momento, hubo pocas señales de que los militaristas vayan a ponerse en contra de Putin como resultado de la contraofensiva ucraniana, que parece haber sido exitosa, pero analistas afirman que su disposición cada vez mayor para criticar al mando militar de manera pública indicaba un descontento latente dentro de la élite rusa.
“La mayoría de estas personas están conmocionadas y no pensaron que esto podría pasar”, dijo en una entrevista telefónica Dmitri Kuznets, quien analiza la guerra para el medio informativo en ruso Meduza. “La mayoría de ellas, pienso, están de verdad enojadas”.
El Kremlin, como es habitual, trató de minimizar los reveses. El Ministerio de Defensa describió la retirada como una decisión “para reorganizar” sus tropas, incluso a pesar de que el ministerio mencionó un día antes que iba a reforzar sus posiciones defensivas en la región. Las autoridades en Moscú continuaron con su fin de semana festivo, con pirotecnia programada para la noche y la televisión estatal mostró a cientos de personas esperando para subirse a la nueva rueda de la fortuna de 140 metros.
No obstante, en línea, los fracasos rusos estaban a la vista (lo que subraya el papel sorprendente que han desempeñado los blogueros militares prorrusos en la aplicación de mensajería Telegram para moldear el relato de la guerra). Si bien el Kremlin controla las ondas televisivas en Rusia y ha bloqueado el acceso a Instagram y Facebook, Telegram sigue siendo de libre acceso y está llena de publicaciones y videos de personas tanto a favor como en contra de la guerra.
Los blogueros a favor de la guerra y con muchos seguidores —algunos acompañan a las tropas rusas cerca de la línea del frente— amplifican el mensaje falso del Kremlin de que Rusia está combatiendo “nazis” y se refieren a los ucranianos en formas despectivas y que los deshumanizan. Sin embargo, también difunden información mucho más detallada —y precisa, según los analistas— sobre el campo de batalla que el Ministerio de Defensa de Rusia, el cual, según afirman ellos, subestima al enemigo y no da a conocer malas noticias al público.
Uno de los blogueros, Yuri Podolyaka, quien es originario de Ucrania, pero se mudó a Crimea después de la anexión en 2014, les dijo a sus 2,3 millones de seguidores en Telegram el viernes que si el ejército seguía intentando minimizar sus contratiempos en el campo de batalla, los rusos “dejarán de confiar en el Ministerio de Defensa y pronto en el gobierno entero”.
Los blogueros fueron los primeros que sonaron las alarmas de manera pública sobre una posible contraofensiva ucraniana en el noreste del país.
El 30 de agosto, un portavoz del Kremlin sostuvo su habitual llamada con periodistas y repitió su mantra: la invasión de Ucrania va “según lo planeado”.
El mismo día, varios blogueros rusos reportaron en redes sociales que algo no iba para nada según lo planeado. Señalaron que Ucrania reunía fuerzas para un contrataque cerca de la ciudad de Balakliya y Rusia no lucía en posición para defenderse.
“Hola hola, ¿hay alguien en casa?”, preguntó uno de ellos. “¿Estamos listos para defendernos de un ataque en esta dirección?”.
Días después, se volvió evidente que la respuesta era no. Las fuerzas ucranianas arrasaron con las débiles defensas de Rusia en Balakliya y otras ciudades cercanas en el noreste de Ucrania. Hasta este fin de semana, algunos analistas estimaron que el territorio recuperado por Ucrania equivale a alrededor de 2590 kilómetros cuadrados, un posible punto de inflexión en la que se había convertido en una guerra de desgaste este verano.
“Es momento de castigar a los comandantes que permitieron este tipo de cosas”, dijo Maksim Fomin, un bloguero prorruso del este de Ucrania, en un video publicado el viernes, en el que decía que las fuerzas rusas ni siquiera intentaron resistir cuando el ejército ucraniano avanzó la semana pasada.
Algunos de los blogueros han sido integrados en unidades militares y trabajan para medios de comunicación estatales o pro-Kremlin, para los que hacen reportajes para la televisión al tiempo que brindan más detalles en sus cuentas de Telegram. Otros parecen operar de manera más independiente: confían en conexiones personales para acceder cerca de la línea del frente de batalla y añaden sus datos bancarios a sus publicaciones de Telegram para solicitar donativos.
Kuznets, un excorresponsal de guerra ruso, dijo que los militares rusos parecían tolerar la presencia de blogueros de guerra a pesar de sus críticas ocasionales, en parte porque estaban de acuerdo con los puntos de vista imperialistas de línea dura de los blogueros. Y los blogueros juegan un papel crucial en la difusión del mensaje proruso en las redes sociales, donde su audiencia incluye tanto a rusos como a ucranianos.
Sin embargo, el enojo por los errores del ejército ruso entre algunos blogueros alcanzó su punto álgido el sábado. Uno calificó la retirada rusa como una “catástrofe”, mientras que otros indicaron que había dejado a los residentes que colaboraron con las fuerzas rusas a la merced de las tropas ucranianas, lo que podría debilitar la credibilidad de las autoridades ocupantes en todo el territorio que Rusia todavía domina.
Además, aunque el Kremlin todavía sostiene que la invasión es simplemente una “operación militar especial”, varios blogueros insistieron el sábado en que Rusia, de hecho, estaba combatiendo una guerra en todo el sentido de la palabra, no solo contra Ucrania, sino contra un Occidente unido.
La furia aturdida refleja el modo en el que algunos analistas creen que muchas personas en la élite rusa ven la guerra: una campaña llena de incompetencia, realizada con el menor costo posible, que solo puede ser ganada si Putin moviliza a la nación para ponerla en pie de guerra y hace un llamado a filas.
“Estoy seguro de que reflejan la opinión de sus fuentes y de las personas que conocen y con las que trabajan”, dijo Kuznets. “Creo que el grupo más grande de esta gente cree que hay que luchar más y hacer una movilización”.
Analistas occidentales y rusos aseguran que Putin necesitaría de un reclutamiento para expandir en gran medida el tamaño de su fuerza invasora. Sin embargo, el mandatario parece decidido a resistirse a tal medida, lo cual podría acabar con la pasividad con que gran parte del público ruso ha tratado a la guerra. En agosto, el 48 por ciento de los rusos le dijo a la encuestadora independiente Levada que prestaban poca o nula atención a los acontecimientos en Ucrania.
Como resultado, según analistas, Putin no tiene buenas alternativas. Escalar una guerra cuyo apoyo nacional puede resultar superficial podría generar inquietud en el país, mientras que las retiradas continuas en el campo de batalla podrían causar una reacción negativa de parte de los militaristas que se han creído el discurso del Kremlin de que Rusia está combatiendo “nazis” solo para sobrevivir.
Rob Lee, un analista militar en el Instituto de Investigación de Política Exterior, opinó que desde que Rusia se retiró en abril de su intento de tomar Kiev, la capital de Ucrania, las metas del Kremlin en la guerra han sido poco claras, lo cual desorienta a los simpatizantes de Putin.
“El esfuerzo bélico de los ucranianos es obvio, es comprensible, mientras que en el lado ruso, siempre era una pregunta de: ‘¿Qué está haciendo Rusia?’”, dijo Lee en una entrevista telefónica. “Las metas no son claras y tampoco es claro cómo logran esas metas. Si estás peleando una guerra y no estás seguro de cuál es el objetivo final, vas a quedar muy frustrado al respecto”.
Ivan Nechepurenko colaboró con este reportaje.
Anton Troianovski es el jefe de la corresponsalía de Moscú para The New York Times. Antes fue el jefe de la corresponsalía de The Washington Post en Moscú y pasó nueve años con The Wall Street Journal en Berlín y en Nueva York. @antontroian