BUENOS AIRES — Este mes, un hombre se abrió paso entre una multitud hacia la vicepresidenta de Argentina, apuntó un arma a unos centímetros de su rostro y jaló el gatillo. El arma no se disparó.
Horas después, en un sombrío mensaje a la nación, el presidente dijo que el atentado era uno de los eventos más graves de la historia de la Argentina. Al día siguiente, miles de personas marcharon para pedir un alto a la violencia política. Durante un momento, parecía que el sorprendente episodio podría unir a una nación polarizada.
Al menos tres personas, incluida la novia del hombre armado, han sido detenidas con relación al ataque a la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien también ha sido presidenta.
Sin embargo, desde el comienzo, gran parte de la conversación en el país se ha centrado no en quien jaló el gatillo ni en la motivación ni en lo que debería hacerse al respecto, sino en si, de hecho, alguien había de verdad intentado matar a la vicepresidenta.
Un número considerable de argentinos ahora parecen inclinarse a creer que la vida de Fernández de Kirchner nunca estuvo en peligro. Más bien, muchos insinúan que el intento de asesinato fue un bulo muy elaborado, aunque muchas de las afirmaciones que se hacen son infundadas.
En los días posteriores al ataque, al menos dos quintas partes de las publicaciones en las redes sociales sobre Fernández de Kirchner expresaban dudas sobre el intento de asesinato, según dos análisis distintos de millones de publicaciones. Al mismo tiempo, una encuesta en línea de 1650 argentinos arrojó que más de la mitad de los participantes dijeron que creían que el ataque había sido actuado.
La especulación gira en torno a la idea de que el partido gobernante orquestó el ataque para distraer la atención del juicio de corrupción contra Fernández de Kirchner, en el que los fiscales piden 12 años de prisión.
“Todo armado que pantomima!!! ya no saben que hacer para victimizarla!”, dijo en Twitter a sus 2,2 millones de seguidores Amalia Granata, estrella de telerrealidad convertida en diputada estatal de derecha.
Las teorías de la conspiración son impulsadas por un historial de profunda desconfianza en las autoridades argentinas, derivadas en parte de la misteriosa muerte sin resolver de un destacado fiscal, las irregularidades generalizadas en los datos económicos del gobierno y los atentados sin resolver contra la Embajada de Israel y un centro comunitario judío en Buenos Aires en la década de 1990.
En el caso del reciente intento de asesinato, ese escepticismo se ha visto alimentado por un error a principios de la investigación policial y una cascada de desinformación en las redes sociales, alguna de la cual ha sido amplificada por operadores políticos destacados y comentaristas.
Hay quienes aseguran que el atacante había pasado tiempo con el presidente argentino anterior, que no tenía el dedo en el gatillo cuando fue a dispararle a Fernández de Kirchner y que el arma del ataque en realidad era una pistola de agua. Todas esas afirmaciones han sido desacreditadas.
Dos de las afirmaciones falsas más populares —que el atacante en realidad era un partidario de Fernández de Kirchner y que un canal argentino informó sobre el ataque antes de que sucediera— se han compartido más de 151.000 veces en Facebook y Twitter y han sido vistas más de un millón de veces en TikTok según un análisis realizado a pedido de The New York Times por Chequeado, una agencia de verificación de datos argentina. No está claro cuántas de esas visualizaciones e interacciones pueden haber sido realizadas por bots.
Las plataformas de redes sociales han retirado algunas de las publicaciones que presentan afirmaciones falsas o les añadieron etiquetas de verificación de datos, pero muchas han quedado igual.
La mayoría de los argentinos “no confían en la justicia, en los políticos o los sindicatos”, dijo Sergio Doval, fundador de Taquion, una empresa de investigación de mercados en Argentina que llevó a cabo el otro análisis de las publicaciones en línea. “Las instituciones están puestas en crisis. Normalmente, una persona se puede golpear y estar sangrando. Lo primero que hacés es preguntarle: ‘¿qué te pasó?’. En este caso, la primera reacción fue dudar”.
El intento de asesinato se ha convertido en el ejemplo más reciente de cómo, en la era de internet, el público rara vez está de acuerdo en un solo conjunto de hechos en torno a un gran suceso noticioso, en particular cuando se trata de política.
El hombre de 35 años acusado de intentar matar a Fernández de Kirchner, que en internet había mostrado cierta afinidad con la ultraderecha, sigue en custodia de la policía. Su novia, de 23 años, y al menos otra persona también han sido arrestados.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, dijo que el arma estaba cargada, pero no estaba claro por qué no se disparó.
En las calles de Buenos Aires no es difícil encontrar a personas que dudan.
La gente ofrece distintas razones. Se les hacía raro que Fernández de Kirchner siguiera saludando a sus partidarios tras el ataque. (Fernández de Kirchner dijo que no se dio cuenta de que un hombre había intentado dispararle). Desconfiaban de por qué no se disparó el arma. Dijeron que el gobierno ha mentido antes. Y sentían que era sospechoso que el presidente inmediatamente declarara que el día posterior al ataque sería feriado nacional y alentara a la gente a unirse y apoyar a Fernández de Kirchner.
Afuera del juzgado en donde se lleva a cabo el juicio de corrupción contra Fernández de Kirchner, Marta Ojeda, una jubilada, ponía avisos que exigían que Fernández de Kirchner rindiera cuentas por las acusaciones de que había desviado fondos públicos hacia la empresa de un socio. (Fernández de Kirchner niega las acusaciones). Ojeda, de 71 años, dijo que creía que el intento de asesinato “fue una puesta en escena para desviar la atención de la alta inflación que tenemos”.
El juicio por corrupción contra Fernández de Kirchner se reanudó y podría concluir tan pronto como a principios de diciembre con la decisión de un tribunal con tres jueces.
Algunas personas con menos inclinaciones políticas también albergaban dudas. “Soy apolítico, pero el gobierno desgraciadamente ha mentido tanto que es como la fábula del pastor”, dijo Víctor Ocampo, un vendedor de 67 años que estaba sentado en una banca en una estación de tren.
“Yo tengo mucha desconfianza en todo: la justicia, el periodismo”, dijo Mónica Rodríguez, dueña de una ferretería cerca de donde sucedió el ataque. “Yo pienso que la verdad se va a tapar en la investigación y que todo va a quedar en la nebulosa”.
La semana pasada, un periodista en una de las cadenas de televisión más importantes dijo que se trataba de “un supuesto ataque” por “las dudas que empiezan a aparecer”. Un diputado compartió el segmento en Twitter, burlándose de Fernández de Kirchner y sus aliados.
El gobierno no respondió a las solicitudes de comentarios. El senador José Mayans, uno de los aliados más cercanos de Fernández de Kirchner en el Congreso, criticó la credibilidad que se está dando a las teorías conspirativas. “Cuando terminemos el fin de semana van a decir que intentó suicidarse”, dijo. “Son temas que han golpeado tan fuerte a la sociedad que todos tenemos que tener prudencia en todo este tema”.
Algunos argentinos dijeron que tienen dudas porque este no es el primer misterio relacionado con homicidios que involucran al gobierno.
Fernández de Kirchner y sus aliados han argumentado que la muerte fue un suicidio, mientras que muchos rivales aseguran que se trató de un homicidio. Las autoridades la etiquetaron hace mucho tiempo una investigación de homicidio, pero el caso sigue sin resolverse.
En cuanto al atentado contra Fernández de Kirchner hay un sospechoso claro. Ese hecho en sí mismo, en teoría, bastaría para limitar las teorías de la conspiración. Pero el hombre acusado de intentar matar a la vicepresidenta, Fernando Andre Sabag Montiel, no ha querido cooperar con los investigadores. Y luego la policía borró la mayor parte de lo que contenía su celular.
Los agentes de la ley intentaron adivinar demasiadas veces el código de ingreso al teléfono, lo que ocasionó que se borrara la memoria, según varios informes noticiosos. Esto complicaría la capacidad de las autoridades para resolver el caso y azuzó las teorías de la conspiración.
El abogado de Sabag Montiel no respondió a los pedidos de comentario.
Las teorías conspiratorias también han implicado a personas inocentes. Una fotografía que se hizo viral decía mostrar a Sabag Montiel con Fernández de Kirchner años antes. En realidad, el hombre de la fotografía es un estudiante de derecho de 24 años llamado Ignacio Barbieri.
Barbieri dijo que empezó a recibir mensajes de amigos cuando la gente empezó a compartir la foto, pero que todo explotó luego de que Granata, la legisladora de derecha, la compartió, incluso luego de que Barbieri había aclarado públicamente que en la imagen aparecía él y no Sabag Montiel.
“Hay muchos mensajes de odio que mandan a mi mamá, a mí, a todo mi entorno”, dijo Barbieri. Su madre, dijo, está más preocupada que él. “Imagínate que de repente tu hijo aparezca como la cara de quien quiso matar a la vicepresidenta”, dijo.
Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía del Times en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Antes cubría tecnología desde San Francisco. Antes de unirse al Times, en 2018, trabajó durante siete años en The Wall Street Journal. @jacknicas • Facebook