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La selección cubana en el Clásico Mundial de Béisbol se define por los jugadores que están y los que no

Cuando Cuba salió al campo el miércoles en Taiwán para inaugurar la edición más reciente del Clásico Mundial de Béisbol, el país hizo historia al contar con algunos nombres notables de las Grandes Ligas. Luis Robert Jr., el destacado jugador de los Medias Blancas, patrulló el jardín, mientras que su compañero de equipo en Chicago Yoán Moncada estuvo en el diamante. El lanzador zurdo de los Cachorros de Chicago Roenis Elías estuvo en el cuerpo de lanzadores y el exbateador de los Mets Yoenis Céspedes estuvo en la alineación como bateador designado.

“El año del último Clásico iba a ir, pero no pude porque tomé la decisión de irme de Cuba”, dijo Robert en una entrevista reciente en español. “Así que para mí es un sueño”.

Sin embargo, el equipo también destaca por aquellos que no saltaron al campo contra los Países Bajos, como la estrella de los Astros de Houston, Yordan Alvarez, uno de los bateadores más temidos del deporte. ¿Y qué hay de otros destacados de la las Grandes Ligas (MLB, por sus siglas en inglés) como José Abreu, Aroldis Chapman, Jorge Soler y Yuli Gurriel?

“Hay muchos jugadores que tienen la calidad para estar en ese equipo y no fueron invitados”, dijo el jugador de cuadro de los Atléticos de Oakland Aledmys Díaz, quien desertó de Cuba en 2012. “Así que es muy difícil que uno vaya”.

La composición de la lista muestra cómo Cuba logró un gran avance al permitir jugar a quienes abandonaron el país, pero claramente bajo sus condiciones. La selección tiene una mezcla de aficionados cubanos y profesionales en el extranjero, incluidos jugadores como Elián Leyva, quien ha jugado en México, y Ariel Martínez, quien juega en Japón. Aunque la inclusión de estos jugadores ha inyectado talento a un equipo nacional que languidecía internacionalmente, sigue sin figurar entre los favoritos para ganar el Clásico Mundial de Béisbol gracias en parte a la exclusión de algunas de las estrellas cubanas más notables de la MLB.

Estados Unidos y Cuba llevan mucho tiempo enfrentados sobre la cuestión de los cubanos que juegan en el extranjero. Debido a las sanciones impuestas desde hace tiempo por Estados Unidos, los jugadores de la isla caribeña que desean jugar en la MLB, la liga de béisbol profesional más importante del mundo, desertan y establecen su residencia en un tercer país, a menudo Haití o la República Dominicana, para poder firmar con equipos como agentes libres. Y ha sido un punto tan delicado para Cuba que la Federación Cubana de Béisbol no ha permitido que esos jugadores formen parte de su equipo nacional.

El béisbol importa mucho en Cuba. En los seis Juegos Olímpicos de Verano en los que se ha jugado este deporte, Cuba ha ganado tres medallas de oro y dos de plata. En el Clásico Mundial de Béisbol, la competición cuatrienal que regresó este año tras un retraso provocado por la pandemia, Cuba fue subcampeona en el torneo inaugural de 2006. En el país comunista, este deporte está ligado desde hace mucho tiempo a la sociedad y la política.

Pero a medida que cientos de jugadores cubanos han ido desertando a lo largo de las décadas, la selección nacional del país ha tenido cada vez más dificultades en el escenario internacional. Cuba no clasificó para los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021 y no ha ganado ninguna medalla en el Mundial desde la primera edición del torneo. El equipo ocupa actualmente el puesto número 8 en el ranking global de la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol.

“Todo el mundo se está yendo”, dijo Leonys Martín, un jardinero de 35 años de los Marineros de Seattle que desertó en 2010. “No hay jugadores allá”.

Cada vez que llegaba el Clásico Mundial de Béisbol, los jugadores cubanos que habían desertado se entristecían por no poder participar. Así que el año pasado, un grupo de esos jugadores formó la Asociación de Beisbolistas Profesionales Cubanos, con el objetivo de reunir el mejor equipo de talento cubano en todo el mundo. El grupo llegó a tener 170 miembros, repartidos entre las ligas mayores y menores y otras ligas profesionales extranjeras.

A pesar de una campaña pública, la asociación no tuvo éxito, ni siquiera a la hora de conseguir, como mínimo, partidos de exhibición. El motivo: el Clásico Mundial de Béisbol, aunque funciona como una empresa conjunta entre la MLB y el sindicato de jugadores de la liga, es aprobado por la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol, el organismo rector mundial de este deporte. Y según las normas de la confederación, solo las federaciones nacionales reconocidas pueden seleccionar a sus equipos nacionales.

El año pasado, la federación nacional arremetió contra la asociación de jugadores cubanos, acusándola de tener objetivos políticos y de tratar de usurpar su legítimo lugar. La federación no respondió a las solicitudes de comentarios, pero su presidente, Juan Reinaldo Pérez Pardo, dijo en una declaración en abril que quería continuar sus conversaciones con los jugadores que “aman a la pelota cubana”.

Pero incluso con la posibilidad de incluir a jugadores de la MLB, muchos jugadores destacados no fueron elegidos o decidieron no participar. Martín, quien escapó a México en un yate y vive en el sur de Florida, dijo que declinó su invitación. Entre sus razones: la forma en que dijo que el gobierno y la federación lo habían tratado a él, a su familia y a otros jugadores, como negarle la entrada a Cuba hace siete años a pesar de una visita anterior, y de ser llamado traidor.

“Ahora ellos están pidiendo ayuda”, dijo. “Por mi parte, nunca les ayudaría en nada”.

Díaz dijo que ni siquiera lo habían invitado. Podría ser porque desertó en los Países Bajos mientras estaba con la selección nacional cubana, una ofensa importante para los funcionarios cubanos, o porque era un miembro destacado de la asociación naciente. En su opinión, esto último ayudó a presionar al gobierno cubano.

“En mi caso, si me preguntan, no habría aceptado porque he visto que no les interesa invitar a todo el mundo”, dijo Díaz. “Todos en ese equipo tienen capacidad y van a dar lo mejor de sí en el campo, pero hay jugadores que tienen calidad para estar ahí pero no están por su forma de pensar o actuar”.

Sobre los jugadores que sí aceptaron una invitación, Díaz dijo: “Lo bonito de vivir en una sociedad libre es que respetas las opiniones de los demás y lo que hacen”. Y añadió: “He tenido la oportunidad de jugar con ellos en el pasado, y siempre les deseo lo mejor en el torneo y que jueguen su mejor béisbol. No tengo nada contra ellos”.

Algunos jugadores de la MLB rechazaron invitaciones, como Adolis García, de los Rangers de Texas, o Miguel Vargas, de los Dodgers de Los Ángeles, hijo de un jugador veterano cubano, porque dijeron que querían centrarse en su salud o en su equipo en las Grandes Ligas. Y algunos juegan para otros países, como Randy Arozarena, quien se nacionalizó mexicano tras desertar.

Pero otros se han enfrentado a críticas por aceptar invitaciones. Cuando tres jugadores —Andy Ibáñez, de los Tigres de Detroit, Yoan López, entonces jugador de los Mets, y Leyva— confirmaron su presencia en una lista preliminar cubana, Raisel Iglesias, el lanzador de los Bravos de Atlanta que ha liderado la carga en la asociación naciente, dijo que habían sido sacados del grupo.

“Se lo dije: ustedes viven en Miami, ustedes saben cómo actúa el pueblo de Miami”, dijo Iglesias en noviembre en un canal de videos de béisbol cubano. “Están viviendo en la ciudad más gusana del mundo entero. Se los tengo que decir así, porque es así. Ustedes saben cómo piensa la gente y ustedes son aptos de sus decisiones y saben que cuando estén por la calle ahí, la gente van a irse para arriba y van a opinar lo que piensen de ustedes”. Y añadió más tarde, refiriéndose a la federación cubana: “La gente dice: ‘Se portan igual que ellos’. Pues sí. Es que no podemos tener dos gentes jugando el mismo bando”.

Moncada, de 27 años, y Robert, de 25, que pertenecen a una generación más joven de jugadores cubanos que abandonaron la isla, dijeron que no formaban parte de la asociación y aceptaron las invitaciones de la federación cubana. Moncada, que salió de Cuba en 2014 con permiso del gobierno, se unió a la selección para el Clásico Mundial de Béisbol porque dijo que “siempre fue un sueño” jugar en el equipo nacional de su país.

Robert dijo que no fue difícil decir que sí al equipo cubano “pero fue un poco extraño porque hay algunos que tristemente no pueden jugar”. Y añadió: “Uno se siente un poco mal por ellos, pero tomé mi decisión”.

Robert y Moncada dijeron que no guardaban rencor a los que dijeron que no y que respetaban sus decisiones. Moncada calificó la inclusión de los jugadores cubanos que se marcharon como un avance positivo, con potencial para más.

“Un día, me gustaría jugar y representar a Cuba con todos los jugadores cubanos que están aquí”, dijo, “si podemos”.

James Wagner ha cubierto el béisbol —los Mets durante dos años y medio, los Yankees durante dos años y ahora en un papel nacional— para el Times desde 2016. Antes de eso, trabajó en The Washington Post durante seis años, incluidos cuatro en los que cubrió a los Nacionales. @ByJamesWagner • Facebook


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