Si un historiador puede hacerlo, cualquiera puede hacerlo.
ChatGPT tal vez no pueda ayudar a alguien en una empresa de suministros médicos a encontrar por qué y dónde está un lote de medicamentos extraviado… eso tal vez requiera verdadero ingenio. Pero podría asumir el tedioso trabajo de rastrear pedidos y entregas en una hoja de cálculo de Excel, lo cual le daría más tiempo al empleado para hacer precisamente ese tipo de trabajo de resolución de problemas que es más desafiante y satisfactorio.
Hace poco, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts hicieron un experimento, que se dio a conocer en un documento de trabajo, con 444 “profesionales con estudios universitarios” a los que se les dio una “tarea de escritura profesional de nivel medio” como redactar comunicados de prensa o correos electrónicos delicados. A la mitad se les dio ChatGPT y a la otra mitad no. A los participantes a los que se les proporcionó ChatGPT les tomó menos tiempo, escribieron mejor y dijeron haber disfrutado más la tarea. Y, lo que es más importante, quizá ChatGPT ayudó a “los trabajadores con menos capacidades”, lo cual significa que los que tenían menos habilidades de comunicación escrita —pero tal vez buenas ideas— pudieron ejecutar la tarea con eficacia.
ChatGPT puede hacer eso con las tareas de escritura, pero puede hacerlo aún mejor con las de codificación. Tareas aparentemente imposibles, como hacer un nuevo tablero para dar seguimiento a los mapas de calor de las ventas semanales en Excel, serán fáciles. Al dividir los problemas analíticos complejos en pequeños pasos, como hicieron los ingenieros de Ford con el Modelo T, los empleados podrán crear sus propias líneas de ensamblaje de datos, lo que les permitirá realizar un trabajo más creativo. Llamémosle automatización cotidiana.
Estoy consciente de que automatizar nuestras tareas cotidianas puede ser aterrador. Si una macro puede generar tu informe diario en cinco segundos en lugar de las cinco horas que te toma hacerlo, ¿cuál es tu valor? Resulta tentador vernos a nosotros mismos, o a nuestros empleados, solo como esas tareas repetitivas. No podemos imaginar un mundo en el que esos mismos empleados pudieran hacer más.
Pero si una compañía logra dar este paso trascendental de dejar de evitar esta tecnología y decide adoptar la automatización cotidiana, tendrá una ventaja competitiva. Las empresas que promuevan trabajadores que puedan automatizar las partes tediosas de su trabajo serán más rentables a largo plazo, porque esos empleados podrán hacer un trabajo más complicado, más gratificante, más humano. Casi por definición, el trabajo que no puede automatizarse estará mejor pagado.
Hasta ahora, tenías que pedirle al departamento de informática que te ayudara a automatizar parte de tu flujo de trabajo. Pero con ChatGPT cualquiera puede hacerlo, con muy poca capacitación. Al igual que sucedió con la línea de ensamblaje de Ford, hoy el desafío ya no es tecnológico sino organizativo.
Es cierto que a algunas compañías cortas de miras les gustaría hacer el mismo trabajo que hacen ahora pero con menos gente. Pero mi sospecha es que la mayoría de las empresas de éxito se darán cuenta del potencial a largo plazo de animar a los trabajadores a resolver problemas más difíciles.