Pero incluso si las consecuencias de la quiebra de Silicon Valley Bank se contienen, quedan muchas preguntas por responder. ¿Hay otros bancos vinculados a la industria tecnológica que sean vulnerables al riesgo de los tipos de interés, como lo era Silicon Valley Bank? Si un gran banco adquiere SVB, ¿será tan amigo de las empresas emergentes como Silicon Valley Bank? Y después de lo que acaba de ocurrir, ¿volverá algún fundador de una empresa emergente a confiar su dinero a SVB o a cualquier banco?
La segunda lección es que es posible que la clientela de Silicon Valley Bank, que pasa tanto tiempo en línea, haya contribuido a su ruina.
En la mayoría de los bancos regionales normales y medianos, lo que ocurrió en Silicon Valley Bank quizá no habría provocado un pánico bancario. Los bancos venden activos todo el tiempo. Cuando enfrentan problemas de liquidez, recaudan capital a corto plazo para resolverlos. La mayoría de las veces, los clientes ni siquiera se enteran o no les interesa.
Pero los depositantes de SVB no son clientes normales. Son fundadores e inversionistas de empresas emergentes, el tipo de personas que escudriñan los registros de valores de los bancos, que prestan especial atención al riesgo y la volatilidad y que —lo más importante— hablan entre sí todo el día en internet. En cuanto algunos miembros del sector empezaron a plantear dudas sobre la solvencia de la firma, los canales de Slack y perfiles de Twitter se activaron con advertencias graves de capitalistas de riesgo y, al poco rato, muchas personas tenían miedo.
¿Habría ocurrido todo esto si la clientela de SVB hubiera estado formada por propietarios de restaurantes y peluqueros caninos, en lugar de fundadores de empresas emergentes tecnológicas? Es posible. Pero parece poco probable. En este caso, la desaparición de SVB parece haberse visto acelerada por la naturaleza de club y de rebaño de la industria a la que atendía.
La tercera lección que podemos aprender del colapso de Silicon Valley Bank es que la regulación bancaria funciona. El viernes, en cuanto quedó claro que el banco no se recuperaría, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos hizo lo que siempre hace cuando un banco quiebra: intervino, tomó el control e intentó compensar a los clientes del banco. Como resultado, los clientes que tenían 250.000 dólares o menos depositados en cuentas aseguradas pronto podrán acceder a esos fondos. Con suerte, un banco grande va a subsumir al antiguo SVB sin problema, compensará a quienes depositaron sumas más cuantiosas y no habrá ningún efecto dominó: no habrá rescates de contribuyentes, ni quiebras en masa de empresas emergentes, sino que solo será una quiebra bancaria simple y ordenada.
En años recientes, ciertos líderes del sector tecnológico han calificado a los reguladores y funcionarios del gobierno como lentos, corruptos y lastres para la innovación (algunos de esos mismos líderes suplicaron al gobierno que los rescatara el viernes).