Hace poco tuve una llamada de ocho minutos con mi buena amiga Tina, a quien conozco desde hace más de tres décadas. Parecía que nunca podía contactarla (tiene un trabajo muy exigente) hasta que le envié un mensaje de texto hace unos días proponiéndole una llamada telefónica de ocho minutos.
Suena raro, me respondió.
Vamos, le dije. Puedes hacerlo. ¡El presidente de Estados Unidos probablemente podría darme ocho minutos! Prometo no extenderme mucho. Escoge una hora.
A la hora acordada, la llamé por teléfono. En poco tiempo, hablamos sobre la salud de nuestras madres, hicimos planes de cumpleaños, chismeamos sobre un amigo que renunció abruptamente a su trabajo y se mudó a un pequeño pueblo mexicano, intercambiamos recomendaciones de libros y exploramos la posibilidad de la vida después de la muerte (veredicto: no estamos seguras). De manera intensa, conversamos sobre todos los temas antes de que Tina anunciara que nuestros ocho minutos habían terminado y, además, había llegado a la tintorería.
Colgué, sonriendo y tarareando una pequeña melodía. La había extrañado y no me había dado cuenta hasta que escuché su voz. También me sorprendió la cantidad de temas que cubrimos sin que la llamada se sintiera apresurada. Nuestra conexión fue breve, pero real.
Día 2 del Reto de la felicidad: prueba hacer una llamada telefónica de ocho minutos
Hoy tu objetivo será pensar en una persona que amas: alguien a quien extrañas, alguien con quien deseas conectarte más a menudo.
Envíale a esa persona un mensaje de texto rápido (o un WhatsApp) preguntándole si puede hablar por teléfono durante solo ocho minutos, lo ideal es que sea hoy, pero si no, prográmalo para esta semana. Incluso puedes copiar y pegar este párrafo:
¡Hola! Leí esto en The New York Times y me hizo pensar en ti. ¿Quieres que tengamos una llamada telefónica de ocho minutos esta semana?
Después de que hayan transcurrido los ocho minutos, decidan juntos cuándo será su próximo contacto, y luego respeten su compromiso de tiempo y despídanse de inmediato. (A menos que tu amigo tenga algún tipo de crisis, en cuyo caso es bueno estar en contacto de todos modos). Cuelga y disfruta de ese pequeño brillo de bienestar.
Bob Waldinger, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard y autor del libro de reciente publicación The Good Life: Lessons From the World’s Longest Scientific Study of Happiness, dijo que la mayoría de las personas ocupadas “tienden a pensar que en un futuro nebuloso tendremos un ‘excedente de tiempo’ para hablar con los viejos amigos”. Es posible que eso nunca suceda, así que usa el teléfono y el tiempo ahora mismo, afirma Waldinger.
El valor de escuchar la voz de alguien
Escuchar el sonido de la voz de un ser querido, dijo Claudia Glaser-Mussen, psicoterapeuta en la ciudad de Nueva York, “te regula emocionalmente”.
En ocho minutos, agregó, “puedo llamar a mi amiga Mary Beth de la escuela secundaria y decirle: ‘Te quiero mucho, esto es lo que está pasando’ o ‘Escucha, quiero contarte algo muy rápido’. Es un corto período de tiempo, pero puedes decir mucho, y hay tanta confianza como para que todas las hormonas del vínculo comiencen a moverse”.
Una salida rápida
Una conclusión rápida, acordada de antemano, resuelve un problema de conversación común que fue revelado en un estudio de 2021. Los investigadores analizaron 932 conversaciones entre parejas de personas y descubrieron que casi nunca terminaban cuando ambas querían. Algunas preferían continuar, mientras que otras sintieron que la interacción se alargó demasiado.
Cuando una persona termina la conversación demasiado pronto, escribieron los investigadores, o conversa sin prestar atención a las señales estándar de conclusión (como el uso de la palabra “en fin”), el resultado es lo que se conoce como un “problema de coordinación”. Una conversación con un límite claro de ocho minutos evita que suceda eso.
Un estudio de 240 adultos realizado en 2021 reveló que cuando los participantes recibieron breves llamadas telefónicas varias veces a la semana, sus niveles de depresión, soledad y ansiedad se “redujeron rápidamente” en comparación con las personas que no recibieron una llamada. Como escribe Waldinger en su libro, “algunos ajustes en nuestras relaciones más preciadas pueden tener efectos reales en cómo nos sentimos y en cómo nos sentimos con respecto a nuestras vidas: se trata de una mina de oro de vitalidad a la que no le estamos prestando atención”.
Prueba hacer una llamada telefónica de ocho minutos y cuéntanos cómo te va. Participa en los comentarios en este enlace. Cuéntanos ¿a quién llamaste y de qué hablaron?
De los archivos de la amistad: Rick y David
En cada jornada del Reto de la felicidad en siete días, de la sección Well, compartiremos historias de amistades significativas, recopiladas de los testimonios enviados por lectores de todo EE. UU.
Rick Knapp, de 73 años, conoció a su mejor amigo, David, durante su último año de secundaria en Maryland, y una tragedia compartida los unió. Cuando hablaban sobre sus respectivas familias, se enteraron de que sus madres se habían suicidado unos años antes.
“Qué asombrosa —trágica, pero asombrosa— coincidencia, especialmente en ese momento cuando había un gran estigma en torno al suicidio y los problemas de salud mental”, dijo Rick. “Nadie hablaba de eso. Nuestros padres ni siquiera usaban la palabra ‘suicidio’”.
Durante cinco décadas, ambos hombres se han permitido mostrarse vulnerables sobre esas pérdidas, y han actuado como terapeutas mutuos cuando no tenían acceso a un especialista. Según Rick, David tiende a ser más expresivo y emocional y eso lo ha ayudado a abrirse.
Estos amigos rara vez han vivido en el mismo estado, pero se han comprometido a mantenerse en contacto. Cuando Rick servía en la Fuerza Aérea y estaba apostado en Europa, los amigos se mandaban cintas de audio de un lado a otro, porque no podían pagar las llamadas internacionales. Han intercambiado cartas y ensayos, y finalmente colaboraron en un libro sobre su amistad. Ambos aman la fotografía y hacen viajes anuales con otros dos amigos para tomar fotografías, relajarse y conectarse.
“Perder a mi madre fue una experiencia profundamente personal”, dijo Rick. “Mi primera inclinación fue retraerme. Sentí como si estuviera en una niebla durante varios años”. Conocer a David cambió eso.
“Es como cuando levantas la válvula en la parte superior de una olla a presión”, dijo. “De repente, el aire puede salir”.