Jill Biden, la primera dama de Estados Unidos, dio positivo a la COVID-19 la semana pasada. La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, anunció que el estado enviará cubrebocas de alta calidad y pruebas rápidas a los distritos escolares que los soliciten. Las escuelas de Kentucky y Texas ya cerraron debido a la alta propagación de enfermedades respiratorias entre estudiantes y personal de los planteles educativos.
El coronavirus está en el aire de nuevo. Literalmente.
El aumento constante de casos desde julio y los informes sobre nuevas variantes alarmantes han avivado la preocupación de que el virus esté a punto de reaparecer este otoño e invierno; sin embargo, en las entrevistas, los expertos aseguraron que Estados Unidos no volverá a los escenarios de pesadilla de años anteriores.
No hay pruebas de que ninguna de las variantes en circulación provoque una enfermedad más grave o evada la inmunidad con suficiente habilidad como para que las vacunas resulten ineficaces. Y aunque las hospitalizaciones y fallecimientos aumentan semana tras semana, las cifras siguen siendo bajas, señaló Gigi Gronvall, experta en bioseguridad del Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria.
“Estos aumentos son más alarmantes a nivel estadístico que en la realidad”, afirmó Gronvall.
Los ingresos hospitalarios por COVID-19 aumentaron alrededor de un 16 por ciento en la semana que finalizó el 26 de agosto, en comparación con la semana anterior, pero los 17.400 nuevos ingresos fueron menos de la mitad que en el mismo periodo del año pasado, y aproximadamente una quinta parte de los de 2021.
Las muertes por COVID-19 aumentaron casi un 18 por ciento con respecto a la semana anterior, pero las cifras se mantuvieron relativamente bajas, con un promedio de poco más de 600 muertes por semana en agosto, en comparación con alrededor de 3000 semanales a finales de agosto de 2022 y alrededor de 14,000 por semana a finales de agosto de 2021.
“Lo que creo que estamos viendo es que el virus sigue evolucionando y entonces da lugar a olas de contagio, que esperemos que la mayoría sean de poca gravedad”, dijo Dan Barouch, jefe del Centro de Virología e Investigación de Vacunas del Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston.
Por el momento, las cifras sugieren que los estadounidenses deberían adaptar su comportamiento a sus propios riesgos, señalaron algunos expertos.
Quienes son más vulnerables a la COVID-19 —adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con sistemas inmunitarios debilitados— podrían optar por tomar las máximas precauciones, como usar cubrebocas la mayor parte o todo el tiempo y evitar los espacios cerrados concurridos.
Las personas con poco riesgo quizá tomen precauciones en algunas circunstancias, sobre todo si pueden transmitir el virus a personas más vulnerables. Gronvall aconsejó mantenerse al día con las dosis de refuerzos de vacunas contra la COVID-19 y tomar Paxlovid, el tratamiento antiviral, si te contagias y cumples con los requisitos.
Aunque la mayoría de los científicos se muestran cautelosamente optimistas, es difícil predecir lo que ocurrirá en los próximos meses debido a dos factores: las vacunas y las variantes.
El gobierno de Biden ha dicho que, en lugar de refuerzos periódicos, los estadounidenses deben recibir una única vacuna contra la COVID-19 cada otoño, de manera muy parecida a la vacuna anual contra la influenza. Las vacunas para la COVID-19 de este año podrían estar disponibles ya la próxima semana, cuando los asesores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) tienen previsto revisar los datos y emitir recomendaciones de uso.
(Los organismos reguladores de la Unión Europea y el Reino Unido ya aprobaron las vacunas actualizadas fabricadas por Pfizer-BioNTech para su aplicación en todas las personas a partir de los 6 meses de edad).
Las vacunas serán gratuitas para la mayoría de los estadounidenses a través de las aseguradoras privadas y de un nuevo programa federal para personas sin seguro médico; sin embargo, no está claro cuántos estadounidenses optarán por la vacunación. Hasta mayo de 2023, menos de la mitad de los adultos mayores de 65 años, y solo uno de cada cinco adultos estadounidenses en general, habían optado por la dosis bivalente de refuerzo ofrecida el otoño pasado.
Las vacunas actualizadas están diseñadas para la XBB.1.5, una variante del virus que predominaba a principios de este año, cuando las autoridades federales tuvieron que decidir una formulación, pero desde entonces, esa variante ha sido sustituida por varias parientes cercanas.
La vigilancia limitada sugiere que la variante con mayor prevalencia en la actualidad es la EG.5, apodada Eris, que representa alrededor del 22 por ciento de los casos. La EG.5 también circula ampliamente en muchos países europeos, incluido el Reino Unido, y en Asia. Esta puede ser más contagiosa que la XBB.1.5 y eludir las defensas inmunitarias del organismo, pero solo en parte.
“Por eso no estamos viendo que la EG.5 se propague a toda velocidad por todo el mundo”, aseveró Yunlong Cao, investigador de la Universidad de Pekín, quien analizó la variante.
Tanto la EG.5 como otra variante del virus, la FL.1.5.1, responsable de alrededor del 15 por ciento de los casos en Estados Unidos, llevan una mutación genética que puede ayudarles no solo a esquivar el sistema inmunitario, sino también a adherirse a las células humanas con mayor fuerza.
Sin embargo, no hay nada inesperado ni alarmante en que el coronavirus adquiera nuevas mutaciones, comentó Andrew Read, microbiólogo evolutivo de la Universidad Estatal de Pensilvania.
“Cuando una mutación le da al virus una nueva habilidad interesante, esta va a aparecer en muchos lugares distintos”, señaló Read. “Todo lo que vemos es coherente con la evolución de los virus en una situación en la que uno nuevo ha saltado a una población huésped nueva”.
Sin embargo, en un principio hubo una variante que causó cierta consternación entre los científicos: la BA.2.86, apodada Pirola.
“Esta llamó la atención de las personas porque apareció en 10 países al mismo tiempo y contiene más de 30 mutaciones en la espícula viral”, explicó Barouch. “Y por eso había una preocupación sustancial de que pudiera ser un cambio drástico hacia una mayor evasión de anticuerpos”.
No obstante, datos recientes de varios equipos, que incluyen el liderado por Barouch, han aliviado los temores. Los estudios demostraron que la variante BA.2.86 no evadió la inmunidad por contagio o vacunación.
La prevalencia de la BA.2.86 es tan reducida, hasta el momento, que apenas figura en el catálogo de los CDC de variantes que se están propagando en Estados Unidos. Aun así, “creo que debemos permanecer alertas porque es probable que la BA.2.86 siga evolucionando”, señaló Barouch.
Cada mutación “tiene que ser evaluada de manera rigurosa y minuciosa y con toda la rapidez posible”, concluyó.
Apoorva Mandavilli es reportera del Times y se enfoca en ciencia y salud global. Formó parte del equipo que ganó el Premio Pulitzer de Servicio Público de 2021 por la cobertura de la pandemia. Más de Apoorva Mandavilli