Este domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Guatemala, se proyecta la victoria aplastante de un activista anticorrupción, lo que significa un impactante castigo al establishment político conservador de la nación más poblada de Centroamérica.
Bernardo Arévalo, un sociólogo políglota de un partido emergente compuesto en su mayoría de profesionales urbanos, obtuvo el 59 por ciento de los votos, tras el 98 por ciento de los votos escrutados el domingo, según anunció la autoridad electoral. Su rival, Sandra Torres, una ex primera dama, obtuvo el 37 por ciento de los votos.
Alejandro Giammattei, el actual presidente, a quien la ley le prohíbe buscar la reelección, felicitó a Arévalo y lo invitó a organizar una transición ordenada del poder.
Los resultados oficiales completos se esperan para más tarde el domingo por la noche.
La victoria de Arévalo marca un punto de inflexión en Guatemala, una de las principales fuentes de migración a Estados Unidos y una de las naciones aliadas de Washington en la región desde hace mucho tiempo. Hasta el momento en que Arévalo logró colarse a la segunda vuelta tras un sorprendente resultado en la primera vuelta realizada en junio, lo que había moldeado la convulsa campaña había sido la descalificación por parte de las autoridades judiciales de muchos otros candidatos percibidos como amenazas para las élites en el poder del país.
Defendiéndose contra esas tácticas, Arévalo hizo de la lucha contra la corrupción el enfoque central de su campaña. Se dedicó al escrutinio de cómo la frágil democracia de Guatemala, plagada en repetidas ocasiones de gobiernos envueltos en escándalos, ha pasado de implementar estrategias anticorrupción innovadoras a clausurar dichos esfuerzos y forzar a jueces y fiscales a huir del país.
Un votante, Mauricio Armas, de 47 años, dijo que había votado por un candidato en el que creía por primera vez en décadas. Armas, actor y pintor de casas de la capital, Ciudad de Guatemala, afirmó que Arévalo y su partido, Movimiento Semilla, “me parece que es gente que no tiene nexos con el crimen”.
Arévalo, de 64 años, un moderado que ha criticado gobiernos de izquierda como el de Nicaragua, es percibido de todos modos en el entorno político conservador de Guatemala como el candidato más progresista en llegar hasta estas instancias desde que se restableció la democracia en 1985, tras más de tres décadas de gobiernos militares.
Obteniendo gran parte de su apoyo de votantes en las ciudades, la campaña de Arévalo contrastó con la de su rival, quien se enfocó en gran medida en la delincuencia y prometió emular en Guatemala las medidas severas contra las pandillas que ha aplicado Nayib Bukele, el presidente conservador de El Salvador. Torres también resaltó temas sociales —oponiéndose a la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la marihuana— y apoyó el incremento de la asistencia alimentaria y monetaria a las comunidades pobres.
“Ella prometió seguridad, hacer lo mismo que está haciendo el presidente Bukele en El Salvador”, afirmó una simpatizante, Aracely Gatica, de 40 años, una vendedora de hamacas en un mercado del centro de Ciudad de Guatemala.
Estas elecciones marcan el intento fallido más reciente de Torres, de 67 años, quien es exesposa de Álvaro Colom, quien fuera presidente de Guatemala de 2008 a 2012. En 2011 se divorció de Colom, buscando eludir una ley que prohíbe que los familiares del presidente se postulen al cargo. (Colom falleció en enero, a los 71 años).
Aunque se le prohibió postularse en esas elecciones, Torres quedó en segundo lugar en las dos elecciones presidenciales previas. Después de las elecciones de 2019, fue detenida bajo cargos de financiamiento ilícito de campaña y pasó un tiempo bajo arresto domiciliario. Sin embargo, un juez cerró el caso a finales del año pasado, lo que le permitió postularse a estas elecciones.
A pesar de algunas diferencias obvias, Arévalo y Torres coincidieron en algunos temas. Ambos candidatos, por ejemplo, llamaron la atención sobre la escasez de infraestructura decente en Guatemala. Fuera de Ciudad de Guatemala, la capital, el país carece de carreteras pavimentadas. Ambos candidatos propusieron construir miles de kilómetros de nuevas carreteras y mejorar las existentes. Ambos también se comprometieron a construir la primera línea de metro de Ciudad de Guatemala.
Esta es una historia en desarrollo que será actualizada.
Simon Romero es corresponsal en la Ciudad de México, y cubre México, Centroamérica y el Caribe. Se ha desempeñado como jefe del buró de The Times en Brasil, jefe del buró andino y corresponsal internacional de energía. Más sobre Simon Romero