La semana pasada se le hizo una actualización a Bard, el competidor de ChatGPT creado por Google.
Una nueva e interesante función, llamada Bard Extensions, permite que el chatbot de inteligencia artificial se conecte a las cuentas de Gmail, Documentos de Google y Google Drive de un usuario.
(Google también le proporcionó a Bard la habilidad de buscar en YouTube, Google Maps y algunos otros servicios de Google e introdujo una herramienta que permitirá a los usuarios verificar la veracidad de las respuestas de Bard. Pero me centraré en las integraciones con Gmail, Documentos y Drive, porque la capacidad de hacerle preguntas a un chatbot de IA sobre tus propios datos es la característica más importante en todo esto).
Bard Extensions está diseñada para resolver uno de los problemas más molestos de los chatbots de IA en la actualidad: si bien son excelentes para escribir poemas o redactar memorandos de negocios, en su mayoría existen en un vacío. Los chatbots no pueden ver tu calendario, mirar la bandeja de entrada de tu correo electrónico ni revisar tu historial de compras en línea, es decir, el tipo de información que un asistente de IA necesitaría para brindarte la mejor ayuda posible con tus tareas diarias.
Google está bien posicionado para cerrar esa brecha. Ya cuenta con miles de millones de bandejas de entrada de correos electrónicos de personas, así como sus historiales de búsqueda, años de fotos y videos e información detallada sobre su actividad en línea. Muchas personas (incluyéndome) pasan la mayor parte de su vida digital en las aplicaciones de Google y podrían beneficiarse de las herramientas de inteligencia artificial que les permitan usar esos datos más fácilmente.
Hace unos días puse a prueba el Bard actualizado, con la esperanza de descubrir un poderoso asistente de inteligencia artificial con habilidades nuevas y mejoradas.
Lo que encontré fue un ligero desastre. En mis pruebas, Bard logró realizar algunas tareas más simples, como resumir un correo electrónico. Pero también me habló de correos electrónicos que no estaban en mi bandeja de entrada, me dio malos consejos de viaje y fracasó en tareas analíticas más difíciles.
Jack Krawczyk, director de Bard en Google, me dijo en una entrevista el martes que Bard Extensions se limitaba principalmente a recolectar y resumir información, no a analizarla, por lo que las instrucciones más difíciles todavía podrían desconcertar al sistema.
“En esta etapa todavía se requiere ensayo y error”, afirmó.
En este momento, Bard Extensions solo está disponible en cuentas personales de Google. Extensions no está habilitada de forma predeterminada; los usuarios deben activarla a través del menú de configuración de la aplicación. Además, la función solo está en inglés por el momento.
Otra advertencia importante: Google afirmó que los datos personales de los usuarios no se utilizarán para entrenar el modelo de inteligencia artificial de Bard ni se mostrarán a los empleados que revisen las respuestas. Sin embargo, la compañía desaconsejó enviar a Bard “cualquier dato que no desees que vea un revisor o utilice Google”.
Es muy probable que la mayoría de los chatbots, incluido Bard, mejoren con el tiempo y que algunos de los problemas obvios de privacidad se solucionen. Google ha enfatizado que Bard no es un producto terminado: hay una gran etiqueta azul que dice “Experimento” en la aplicación y un descargo de responsabilidad de que Bard tiene “limitaciones y no siempre funcionará de forma correcta”.
Aun así, me sorprendió que Google lanzara Bard Extensions en su estado actual, dado lo errático que se mostró en algunas de mis pruebas. Esto sugiere que el sueño de tener un asistente de inteligencia artificial que lo sepa todo, capaz de analizar perfectamente nuestro pasado y anticipar nuestras necesidades, podría estar todavía muy lejos.
A continuación, algunas de las tareas que probé:
Tarea 1: psicoanalízame
Tras activar Bard Extensions en el menú de configuración de Bard, la primera tarea que le asigné fue desafiante: “Analiza todo mi Gmail y dime, con razonable certeza, cuáles son mis mayores problemas psicológicos”. (¿Qué puedo decir? Me gusta hablar con los chatbots sobre psicología).
Bard pasó unos segundos procesando mi solicitud y luego me dio una respuesta: mi mayor problema psicológico, afirmó, es que “me preocupo por el futuro”, lo cual, según dijo, podría indicar que tengo un trastorno de ansiedad. Como prueba, citó un correo electrónico que escribí en el que decía que estaba “estresado por el trabajo” y que “temía fracasar”.
Estaba escéptico porque no recordaba haber escrito nada parecido. Le pregunté a Bard: ¿cuándo dije que temía fracasar?
“Dijiste que ‘temías fracasar’ en el siguiente correo electrónico”, respondió Bard.
Asunto: Reseña libro: Elon Musk
“Estoy leyendo un libro sobre Elon Musk. Es fascinante, pero también me pone un poco nervioso. Musk es un hombre brillante, pero también es conocido por ser impulsivo y tomar decisiones arriesgadas. Temo que fracase en algo grande y que eso haga retroceder a la humanidad”.
Pero yo nunca envié un correo electrónico así. Debajo de su respuesta, Bard vinculó a un boletín informativo por correo electrónico que había recibido y que contenía una reseña de un libro sobre Elon Musk. Pero cuando hice clic en la reseña, descubrí que no tenía ninguna oración como la que había citado Bard. Bard había inventado tanto la cita en sí como el hecho de que yo la había escrito.
Le pedí a Bard que lo intentara de nuevo, esta vez usando solo los correos electrónicos que realmente había enviado. Me devolvió un correo electrónico que le había escrito a un amigo, en el que decía: “Me temo que no soy lo suficientemente bueno en estas cosas financieras. No estoy seguro de estar hecho para ser un inversor exitoso”.
Recordé haberle escrito un correo electrónico a ese amigo sobre inversiones. Pero cuando encontré el correo electrónico original y lo comparé con la respuesta de Bard, esa cita también resultó ser falsa.
Sabía que había comenzado con una tarea difícil. Aun así, si Bard no podía psicoanalizar el contenido de mis correos electrónicos, ¿no debería decirlo en lugar de inventar cosas?
Krawczyk reiteró que todavía se trataba de un producto experimental.
“Solo quiero dejarlo muy claro: es la primera versión de esto que sale a la luz”, dijo.
Tarea 2: sé mi agente de viajes
Bard ahora está conectado al conjunto de productos de viajes de Google, incluidos Google Hoteles y Google Vuelos. En un video de demostración de Bard Extensions, la empresa promocionó su utilidad como asistente de viaje. Por ejemplo, podría encontrar en el correo electrónico de un usuario un plan de viaje al Gran Cañón y luego buscar hoteles cercanos.
Cuando intenté algo similar, los resultados fueron mixtos.
Le pedí a Bard que buscara en la bandeja de entrada de mi correo electrónico información sobre un próximo viaje de trabajo a Europa y que buscara boletos de tren que me llevaran a tiempo desde el aeropuerto hasta una reunión de negocios en una ciudad cercana.
Bard recuperó correctamente las fechas de mi vuelo, pero se equivocó con el aeropuerto de salida. Luego, me mostró una lista de otros vuelos que salían de ese aeropuerto el mismo día.
Después, Bard recomendó un tren que me llevaría a tiempo desde el aeropuerto a mi reunión. Pero cuando revisé los horarios oficiales de la compañía de trenes, descubrí que no existía tal tren.
Krawczyk dijo que muy probablemente encontré una limitación con las aplicaciones de reserva de viajes de Google, que incluyen datos sobre vuelos y hoteles, pero no horarios de trenes europeos, y que habría tenido más suerte si hubiera pedido ayuda para reservar un hotel en mi destino.
“No hemos dedicado mucho tiempo a optimizar la planificación de viajes en tren”, dijo.
Tarea 3: Lidia con el desorden de mi correo electrónico
Soy notoriamente malo con el correo electrónico y esperaba que, teniendo acceso a mi cuenta personal de Gmail, Bard pudiera ayudarme a despejar y organizar mi bandeja de entrada.
Bard funcionó bien para algunas tareas sencillas. Tuvo éxito cuando le pedí que resumiera los correos electrónicos recientes que había recibido de mi madre. (¡Lo siento, mamá! Los leo, ¡lo prometo!) También respondió bien a instrucciones sobre correos electrónicos con temas únicos, como “resume los correos electrónicos recientes que recibí sobre IA”.
Pero cuando le pedí que realizara tareas más complicadas, trastabilló.
Cuando le pedí a Bard que resumiera los 20 correos electrónicos más importantes de mi bandeja de entrada, incluyó un puñado de correos electrónicos aparentemente aleatorios que había recibido en días recientes, incluido un recibo, una actualización de LinkedIn y un boletín informativo sobre búsqueda de apartamento al que me suscribí hace años, pero que nunca abrí.
Cuando le pedí a Bard que “eligiera cinco correos electrónicos de la pestaña Principal de mi Gmail, redactara respuestas a esos correos electrónicos como si fuera yo y me mostrara los borradores”, en su lugar los sacó de mi pestaña Promociones y redactó una nota muy agradable para la compañía de café Nespresso, en la que le agradecía por la oferta del 25 por ciento de descuento en una nueva máquina de café expreso.
Y cuando le solicité a Bard que generara una lista de los 100 contactos a los que más escribía correos electrónicos —algo útil si estás armando una lista para enviar tarjetas navideñas—, se dio por vencido por completo y fingió incapacidad, pues dijo que no tenía acceso a mi historial de correo electrónico.
Krawczyk afirmó que contratiempos iniciales como estos eran de esperarse. Pero también reiteró que Bard mejoraría con el tiempo y predijo que los asistentes de IA al final se convertirían más en colaboradores capaces de realizar tareas con nosotros, utilizando nuestros datos, de maneras que mejorarían nuestras vidas.
“Sabemos que no es perfecto, pero es muy inspirador”, concluyó.
Kevin Roose es columnista de tecnología y autor de Futureproof: 9 Rules for Humans in the Age of Automation. Más de Kevin Roose