Han sido 10 meses malos para Jair Bolsonaro.
Perdió la reelección a la presidencia de Brasil. Miles de sus partidarios irrumpieron en las sedes de los poderes del Estado en Brasil. Y se le declaró impedido para ocupar un cargo de elección popular durante siete años.
Ahora las cosas podrían empeorar: en todo Brasil, tanto sus críticos como sus partidarios especulan con que el próximo giro podría ser su arresto.
Bolsonaro, de 68 años, se ha visto envuelto en una serie de investigaciones sobre fraude y manipulación electoral que ya han llevado a la cárcel a algunos de sus aliados más cercanos y que, en las últimas semanas, parecen estar acercándose a él.
Pero hay un caso que puede representar la mayor amenaza para el expresidente a corto plazo, y gira en torno a una presunta trama que se asemeja a una estafa mafiosa a pequeña escala: la venta de relojes malversados en un centro comercial en las afueras de Filadelfia, Estados Unidos.
Este mes, la policía federal brasileña llevó a cabo redadas como parte de una investigación sobre lo que, se asegura, fue una conspiración de Bolsonaro y varios aliados para malversar obsequios costosos que recibió cuando era presidente de parte de Arabia Saudita y otros países. En uno de los casos, las autoridades acusan al secretario personal de Bolsonaro de vender un reloj Rolex de diamantes y un reloj Patek Philippe a una joyería del centro comercial Willow Grove Park Mall de Pensilvania el año pasado.
Al final, Bolsonaro recibió al menos parte de los 68.000 dólares de la venta en efectivo, dijeron funcionarios de la policía federal.
En una entrevista, el abogado de Bolsonaro, Paulo Cunha Bueno, dijo que si Bolsonaro intentó vender los regalos diplomáticos es irrelevante porque un panel del gobierno había dictaminado previamente que gran parte de la joyería es propiedad personal de Bolsonaro, no del Estado. “Es su derecho”, dijo Bueno. “No importa”.
Algunos otros expertos en derecho brasileño dijeron que tales regalos caros son claramente propiedad del Estado y que Bolsonaro parecía estar en problemas legales. “Para mí, parece muy poco probable que el presidente no sea acusado penalmente por malversación”, dijo Miguel Reale, quien fue ministro de Justicia de Brasil en el gabinete de otro presidente. Una acusación de este tipo puede acarrear penas de hasta 12 años de cárcel. “Es una situación bastante delicada para el expresidente”.
El caso es una semejanza más entre Bolsonaro y Donald Trump. Dos líderes nacionalistas de extrema derecha que atacaron las instituciones democráticas de su país, ahora ambos han sido acusados de mal manejo de regalos extranjeros que recibieron como presidentes.
Los demócratas de la Cámara de Representantes han acusado a la Casa Blanca de Trump de no documentar adecuadamente más de 100 regalos del extranjeros por valor total de más de 250.000 dólares. En el momento del informe de la Cámara en marzo, esos regalos fueron finalmente contabilizados, a excepción de dos: unos palos de golf obsequiados por el ex primer ministro de Japón Shinzo Abe, y una pintura de dos metros y medio de altura de Trump entregada por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Trump dijo más tarde que encontró al menos uno de los palos de golf en un casillero, y The New York Times encontró el cuadro desaparecido en la bodega de un hotel de Trump en Miami.
Al igual que Trump, el historial de Bolsonaro con regalos extranjeros no es su único problema legal. Otras investigaciones sobre Bolsonaro se han intensificado en las últimas semanas. Hay investigaciones sobre su posible implicación en los disturbios del 8 de enero en la capital de Brasil; un plan para falsificar su registro de vacunación contra la COVID-19; un supuesto complot para grabar en secreto a un juez del Supremo Tribunal Federal, y acusaciones de que ordenó a la policía detener a los votantes de su rival el día de las elecciones. La semana pasada, un hacker declaró ante el Congreso de Brasil que Bolsonaro le instó a hackear el sistema electoral del país para demostrar que no era seguro de cara a las elecciones presidenciales de 2022.
Bolsonaro niega haber actuado mal en cada caso, y argumenta que las acusaciones son inventadas y que se trata de persecución política. Las acusaciones podrían acarrear graves consecuencias penales para el expresidente.
Los problemas de Bolsonaro con los regalos extranjeros comenzaron en 2021, cuando funcionarios de aduanas brasileños confiscaron joyas no declaradas por valor de más de 3 millones de dólares en la mochila de un funcionario del gobierno brasileño que regresaba de una visita oficial a Arabia Saudita. El funcionario dijo que las joyas eran un regalo de funcionarios sauditas para Bolsonaro y su esposa, Michelle. Bolsonaro intentó posteriormente recuperar las joyas en varias ocasiones, según varios medios de comunicación brasileños, entre ellos Estadão, que fue el primero en publicar sobre la incautación.
Ese caso originó una investigación federal sobre el manejo de regalos del extranjero por parte de Bolsonaro que, según los investigadores, ha revelado una amplia malversación y lavado de dinero.
En un incidente, según la policía, el secretario personal de Bolsonaro, el teniente coronel Mauro Cid, intentó vender un juego de oro de 18 quilates de la marca de lujo Chopard, que incluía un anillo, gemelos y un rosario árabe, en una casa de subastas de Manhattan llamada Fortuna. En una subasta del “Día de San Valentín”, celebrada en febrero, Fortuna puso a la venta el conjunto, que según la policía era un regalo del gobierno saudita, por 50.000 dólares, con un valor calculado de hasta 140.000 dólares. No se vendió.
Cid y otros ayudantes intentaron vender otros artículos, según la policía, pero solo tuvieron éxito con los relojes. En junio de 2022, mientras se encontraba en Estados Unidos tras el viaje de Bolsonaro a la Cumbre de las Américas, Cid vendió los relojes Rolex y Patek Philippe a Precision Watches & Jewelry en Willow Grove, Pensilvania, según la policía.
El propietario de Precision Watches dijo el martes que la transacción fue normal y que había cooperado con las autoridades. Fortuna no respondió a una solicitud de comentarios.
La ley brasileña permite que los presidentes conserven algunos regalos de carácter personal, como algún sombrero personalizado, pero no pueden ser de alto valor y específicamente no pueden ser joyas valiosas, dijo Bruno Dantas, presidente del tribunal de cuentas de Brasil, el auditor del gobierno federal. “Si se trata de una gargantilla de diamantes con el nombre del presidente, no puede tenerla”, dijo Dantas.
Para ayudar a decidir, el presidente le pregunta a una comisión nombrada por el gobierno. La comisión dictaminó que la mayoría de las joyas que los ayudantes de Bolsonaro intentaron vender eran de carácter personal.
Bueno, abogado de Bolsonaro, dijo que eso hace que las joyas sean propiedad de Bolsonaro. “Él puede venderlas”, dijo. “Y si muere, los bienes pasan a sus herederos”.
Dantas dijo que la comisión del gobierno se equivocó; debería haber sido obvio que esos regalos tan caros son propiedad del Estado. “Si fue por incompetencia, los incompetentes serán castigados por su incompetencia”, dijo Dantas en una entrevista. “Pero si fue intencionado, entonces hay delito”.
La policía federal ha registrado el domicilio e incautado el teléfono del presidente de la comisión, Marcelo da Silva Vieira. El juez que supervisa el caso ha dicho que algunas pruebas dan a entender que Bolsonaro podría haber ordenado a la comisión que le concediera los regalos.
El abogado del presidente de la comisión, Eduardo Kuntz, dijo que esta no fue presionada para el fallo y que su cliente “habría tomado la misma decisión mil veces”.
Bolsonaro todavía estaba obligado a obtener un permiso separado de un organismo gubernamental diferente para vender los regalos, pero no lo hizo. Los investigadores han dicho que Bolsonaro y sus ayudantes también trataron de encubrir las ventas al usar dinero en efectivo cuando podían o, en algunos casos, al no revelar nada sobre los regalos extranjeros. El Rolex vendido en Pensilvania fue declarado como un regalo de Arabia Saudita. Pero el reloj Patek Phillipe nunca fue declarado, y los funcionarios policiales creen que procedía de funcionarios de Baréin.
Cuando el tribunal de cuentas de Dantas tuvo conocimiento de las joyas este año, ordenó a Bolsonaro que las devolviera.
En marzo, Frederick Wassef, antiguo abogado de Bolsonaro, voló a Pensilvania y compró el Rolex por 49.000 dólares, según la policía.
Sin embargo, la semana pasada, cuando se le preguntó por el Rolex, Wassef dijo al sitio de noticias brasileño g1: “Nunca he visto ese reloj”. Y añadió: “Los desafío a que lo demuestren”.
Los sitios de noticias publicaron entonces el recibo con su nombre. Wassef admitió que había vuelto a comprar el reloj, pero dijo que Bolsonaro no lo había mandado.
El caso de las joyas del extranjero, junto con la mayoría de las investigaciones sobre Bolsonaro, está siendo supervisado por Alexandre de Moraes, un juez del Supremo Tribunal Federal que se ha convertido en una de las figuras más poderosas y controvertidas de Brasil. Ha actuado como el principal control del poder de Bolsonaro durante años, y asumió bajo su dominio la mayoría de los casos que involucran al expresidente. La semana pasada, autorizó a las autoridades a acceder a las cuentas bancarias en el extranjero de Bolsonaro y su esposa.
Los funcionarios de la policía federal también obtuvieron los mensajes de WhatsApp de Cid, que muestran sus esfuerzos por vender las joyas y entregar dinero en efectivo a Bolsonaro. En un intercambio del 18 de enero con otro ayudante de Bolsonaro, Cid dijo en un mensaje de audio que su padre tenía 25.000 dólares para el expresidente. “Él lo entregaría en mano”, dijo. “Cuanto menos movimiento haya en la cuenta, mejor, ¿no?”.
Cid ha estado en la cárcel durante meses por la acusación de que ayudó a falsificar el registro de vacunación de Bolsonaro. El abogado de Cid dijo a los periodistas la semana pasada que Bolsonaro había ordenado a Cid vender las joyas.
Bolsonaro ha negado haber recibido dinero de las ventas y dijo que Cid estaba actuando por su cuenta. “Mi marca es la honestidad y siempre lo será”, dijo. “No hay nada concreto contra mí”.
Paulo Motoryn colaboró con reportería desde Brasilia y Ana Ionova, desde Río de Janeiro.
Jack Nicas es el jefe de la corresponsalía en Brasil, que abarca Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Anteriormente, reportó sobre tecnología desde San Francisco y, antes de integrarse al Times en 2018, trabajó siete años en The Wall Street Journal. Más de Jack Nicas