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Fingir hasta lograrlo ya no va en Silicon Valley

SAN FRANCISCO — Se acabó la simulación. Esa es la sensación que hay en Silicon Valley, junto con algo de schadenfreude y una pizca de paranoia.

Durante el último año, no solo se ha agotado la financiación a las empresas emergentes que gastan con rapidez, sino que ahora el fraude también está en el ambiente: los inversores están examinando más de cerca las afirmaciones de las empresas emergentes y la recesión de la industria de tecnología ha revelado quién ha llevado el ethos de “finge hasta lograrlo” de la industria demasiado lejos.

Consideremos lo sucedido en las últimas semanas: Charlie Javice, fundadora de la empresa emergente de ayuda financiera Frank, fue arrestada, tras ser acusada de falsificar datos de clientes. Un jurado encontró a Rishi Shah, cofundador de la empresa emergente de software publicitario Outcome Health, culpable de haber estafado a clientes e inversores. Además, un juez ordenó que Elizabeth Holmes, la fundadora que estafó a los inversionistas en su empresa emergente de análisis de sangre Theranos, comenzará una sentencia de prisión de 11 años el 27 de abril.

Esos acontecimientos se producen tras los arrestos en febrero de Carlos Watson, fundador de Ozy Media, y de Christopher Kirchner, fundador de la empresa de software Slync, ambos acusados de estafar a los inversores. Aún está por realizarse el juicio por fraude a Manish Lachwani, cofundador de la empresa emergente de software HeadSpin, que comenzará en mayo, y el de Sam Bankman-Fried, fundador de la plataforma de intercambio de criptomonedas FTX, quien enfrentará 13 cargos de fraude en los próximos meses.

En conjunto, esta seguidilla de cargos, condenas y sentencias ha creado la sensación de que la falsa fachada deshonrosa del mundo de las empresas emergentes en realidad tiene consecuencias. A pesar de los cuantiosos escándalos (Uber, WeWork) y fracasos (Juicero) de alto perfil de esta generación, pocos fundadores de empresas emergentes, a excepción de Holmes, enfrentaron cargos penales por violar los límites de la fanfarronería empresarial a medida que fueron perturbando el camino al futuro.

La principal culpable podría ser la caída de la financiación. El comportamiento poco ético suele pasarse por alto en gran medida cuando los tiempos son prósperos, como sucedió con las empresas emergentes tecnológicas en la década de 2010. Entre 2012 y 2021, el financiamiento de empresas emergentes tecnológicas en Estados Unidos se multiplicó ocho veces a 344.000 millones de dólares, según PitchBook, la cual monitorea las empresas emergentes, también conocidas como startups. Más de 1200 de ellas se consideran “unicornios” con un valor de 1000 millones de dólares o más en papel.

Pero cuando el dinero fácil se acaba, todo el mundo repite el proverbio de Warren Buffett sobre descubrir quién nada desnudo cuando baja la marea. Luego de que FTX se declaró en bancarrota en noviembre, Brian Chesky, director ejecutivo de Airbnb, actualizó el adagio para los fundadores de empresas de tecnología milénials: “Parece como si estuviéramos en una discoteca y las luces se encendieran de repente”, tuiteó.

En el pasado, los inversores de capital de riesgo que respaldaban a las empresas emergentes se mostraban reacios a emprender acciones legales cuando eran engañados. Las empresas eran pequeñas, con pocos activos que recuperar, y perseguir a un fundador dañaría la reputación de los inversores. Eso ha cambiado a medida que los unicornios han proliferado exponencialmente, atrayendo miles de millones en fondos, y a medida que los inversores más grandes y tradicionales, entre ellos los fondos de cobertura, los inversores corporativos y los fondos mutuos, han entrado en la dinámica de las inversiones.

“Hay más dinero en juego, y eso hace que cambie el cálculo”, afirmó Alexander Dyck, profesor de finanzas en la Universidad de Toronto que se especializa en gobierno corporativo.

El Departamento de Justicia también ha estado exhortando a los fiscales a “ser audaces” en sus investigaciones para develar más fraudes comerciales, incluso en empresas emergentes privadas. Eso ha llevado a los cargos contra los fundadores de Frank, Ozy Media, Slync y HeadSpin y causado expectativas de que hay más por venir.

IRL, una aplicación de mensajería que los inversores valoraron en 1000 millones de dólares, está siendo investigada por la Comisión de Bolsa y Valores por supuestamente engañar a los inversores sobre cuántos usuarios tenía, según un reportaje de The Information. Rumby, una empresa emergente de lavandería y entrega de ropa en Ohio, al parecer inventó un historial de éxito financiero para asegurar el financiamiento, el cual su fundador utilizó para comprarse una casa de 1,7 millones de dólares, según una demanda de uno de sus inversionistas.

Los medios de comunicación también han informado sobre comportamientos poco éticos en compañías como Olive, una empresa emergente de software para el cuidado de la salud valorada en 4000 millones de dólares, y Nate, una empresa emergente de comercio electrónico que afirma emplear inteligencia artificial. Una portavoz de Olive dijo que la compañía ha “impugnado y negado” las acusaciones.

Todo esto ha generado un momento incómodo para los inversores de capital de riesgo. Cuando las valoraciones de las empresas emergentes eran altísimas, se les consideraba visionarias figuras influyentes. Fue bastante fácil convencer al mundo y a los inversionistas en sus fondos —fondos de pensiones, dotaciones universitarias y personas adineradas— de que eran administradores responsables del capital con las habilidades únicas necesarias para predecir el futuro y encontrar al próximo Steve Jobs para construirlo.

Pero a medida que se han ido revelando más fraudes en las empresas emergentes, estos titanes de la industria han comenzado a desempeñar un papel diferente en los juicios, las declaraciones de bancarrota y los testimonios judiciales: el de la víctima engañada.

Alfred Lin, inversionista de Sequoia Capital, una de las principales firmas de Silicon Valley que invirtió 150 millones de dólares en FTX, reflexionó sobre el desastre de las criptomonedas en un evento de empresas emergentes en enero. “No es que hayamos hecho la inversión, es haber tenido posteriormente una relación de trabajo de año y medio y no haberme dado cuenta”, afirmó. “Eso es difícil”.

Los inversionistas de capital de riesgo afirman que su clase de activos se encuentra entre los lugares más riesgosos para poner dinero, pero tiene el potencial de brindar recompensas descomunales. El mundo de las empresas emergentes celebra los fracasos, y si no fracasas, se considera que no estás tomando suficientes riesgos. Sin embargo, no se sabe con certeza si esa defensa se mantendrá a medida que los escándalos se vuelvan más humillantes para todos los involucrados.

Los inversores piden cada vez más a consultores como RHR International que los ayuden a identificar las señales reveladoras de los “narcisistas maquiavélicos” que tienen más probabilidades de cometer fraude, dijo Eden Abrahams, socia de la firma. “Quieren reforzar los protocolos sobre cómo evalúan a los fundadores”, dijo Abrahams. “Hemos tenido una serie de eventos que deberían generar reflexiones”.

Las empresas emergentes tienen muchas de las condiciones más asociadas con el fraude, dijo Dyck. Tienden a emplear modelos comerciales novedosos, sus fundadores suelen tener un control significativo y sus patrocinadores no siempre imponen una supervisión estricta. Es una situación que está lista para romper las reglas cuando llega una recesión. “No es sorprendente que ahora salgan a la luz muchos fraudes cometidos en los últimos 18 meses”, dijo.

Cuando Javice estaba tratando de vender su nueva empresa de planificación financiera universitaria, Frank, a JPMorgan Chase, le dijo a un empleado que no revelara exactamente cuántas personas usaban el servicio, según una reclamación registrada en la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés). Más tarde, le pidió al empleado que fabricara miles de cuentas, asegurando a su personal que tal movimiento era legal y que nadie terminaría con “trajes naranjas”, según señala la reclamación.

Después de que JPMorgan compró la empresa por 175 millones de dólares en 2021, los inversores de Frank se apresuraron a celebrar su triunfo en Twitter. “Muchos más estudiantes y familias ahora tendrán un mayor acceso a ayuda financiera y a #mejores oportunidades”, escribió una inversionista de Reach Capital. “¡Es muy emocionante saber que ahora tendrán una plataforma aún más grande para tener un impacto positivo en la vida de tantas personas!”, fue el elogio de una ejecutiva de Chegg, que también invirtió.

Javice enfrenta cuatro cargos de fraude. A inicios de abril, JPMorgan la acusó de transferir dinero a una empresa ficticia después de que el banco descubrió el presunto fraude.

Outcome Health, que vendía anuncios de medicamentos en las pantallas de los consultorios médicos, recaudó 488 millones de dólares de inversionistas, incluidos Goldman Sachs, el fondo CapitalG, afiliado a Google, y la familia del gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, mientras hacía afirmaciones públicas de crecimiento y rentabilidad vertiginosos. Pero en realidad, la empresa no había alcanzado sus objetivos de ingresos, tenía problemas para gestionar su deuda y estaba sobrefacturando a sus clientes.

Sin embargo, los inversionistas colocaron dinero de todos modos e incluso permitieron que los cofundadores de Outcome Health, Shah y Shradha Agarwal, retiraran 225 millones de dólares en acciones. Uno de los inversionistas más pequeños de la compañía, Todd Cozzens de Leerink Partners, dijo que no lo disuadieron las señales de alerta como la falta de objetivos de ingresos y otros “descuidos” porque “podrían haber ocultado eso”. La empresa incurrió en fraude cuando alteró un informe de ventas, lo que habría sido difícil de detectar para personas ajenas, dijo.

“Este fue un gran modelo de negocio y el producto estaba funcionando, pero estos fundadores se volvieron muy codiciosos”, dijo. “Querían más”. La firma de Cozzens perdió el 90 por ciento de su inversión de 15 millones de dólares.

Shah fue declarado culpable de 19 cargos de fraude y Agarwal de 15. Un portavoz de Shah dijo que el veredicto lo “entristece profundamente” y que planea apelar. El abogado de Agarwal dijo que estaban revisando el veredicto y considerando sus alternativas.

El fundador de Slync, Kirchner, mintió a los inversionistas sobre el desempeño comercial de su empresa y usó el dinero recaudado para comprarse un avión privado de 16 millones de dólares, entre otras malversaciones, según una reclamación registrada en la SEC. Cuando un inversionista investigó las finanzas de Slync, Kirchner dijo que Slync estaba en proceso de cambiarse a un nuevo proveedor de servicios financieros, según la reclamación. El inversionista transfirió 35 millones de dólares.

Un portavoz de Slync dijo que la compañía nombró a un nuevo director ejecutivo, está cooperando con las investigaciones del gobierno y “espera una resolución justa de este asunto”.

FTX recaudó casi 2000 millones de dólares de inversores importantes, incluidos Sequoia Capital, Lightspeed Venture Partners y Thoma Bravo, lo que le otorgó una valoración de 32.000 millones de dólares. La empresa estaba tan mal administrada que ni siquiera tenía una lista completa de las personas que trabajaban allí, según un informe emitido por la nueva dirección este mes. Bankman-Fried les dijo a sus colegas en un momento que el fondo de cobertura hermano de FTX, Alameda Research, era “no auditable” y que el equipo a veces encontraba 50 millones de dólares en activos dando vueltas por ahí sin que nadie les siguiera el rastro. “Así es la vida”, escribió.

Sequoia, que encargó la publicación de un elogioso perfil de Bankman-Fried en su sitio web, se disculpó con los inversores después del colapso de la empresa. También borró el perfil.

Lin explicó en el evento de empresas emergentes que la industria del capital de riesgo era, en última instancia, un negocio basado en la confianza. “Porque si no confías en los fundadores con los que trabajas”, dijo, “¿por qué invertirías en ellos?”.

Erin Griffith escribe sobre nuevas empresas tecnológicas y capital de riesgo desde la oficina de San Francisco. Antes de unirse al Times, fue redactora sénior en Wired y Fortune. @eringriffith


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