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Alex Jones y el negocio de la industria de la conspiración del bienestar

La cercanía entre las ideas de bienestar y las teorías de la conspiración suena extraña, pero cuando se profundiza en estos movimientos, se encuentra un traslape considerable. Matthew Remski, un periodista que ha cubierto este vínculo, argumenta que las filosofías del bienestar están arraigadas en las creencias de que “nada es lo que parece”, “todo sucede por una razón” y “todo está conectado”. Ese conjunto de creencias, escribió, “allanó el terreno cognitivo y psicológico para las fascinaciones conspiracionistas que incluso llegan a QAnon”.

Stephanie Alice Baker, socióloga de la Universidad de la Ciudad de Londres que ha estudiado a los influentes del bienestar, dijo que hay una búsqueda de “pureza” y de “creación de conciencia y sensibilización” en el corazón de la cultura del bienestar que la hace muy vulnerable al pensamiento conspirativo. Me dijo que se dio cuenta de que las prácticas que prevalecían en el bienestar (como depurar, tomar suplementos para librar al cuerpo de “toxinas” vagas y experimentar la “ascensión” o el “despertar”) compartían un marco moral subyacente con consignas políticas como “Drenar el pantano” y “Hacer a Estados Unidos Grandioso de Nuevo”. Las personas que se negaron a vacunarse contra la COVID-19 suelen hacer referencia a un sentimiento de limpieza; algunos dijeron ser de sangre pura.

Luego está la desconfianza compartida hacia las élites. Muchas de las teorías de la conspiración de Jones implican dudar de los medios convencionales y las autoridades gubernamentales. Sus productos para la salud hacen afirmaciones similares; muchos se comercializan diciendo que se basan en la medicina oriental o que molestan a la Administración de Medicamentos y Alimentos, a las grandes farmacéuticas y a las multinacionales de la biotecnología.

Tanto en la política como en la salud, estos influentes consideran que ellos “son un refugio de la corriente dominante, que consideran que está comprometida y corrupta y asociada a la docilidad”, explicó Baker.

Pero el dinero se esconde detrás de la filosofía: vender productos de salud que carecen de regulación es un muy buen negocio. Bernard Pettingill Jr., economista forense contratado por los demandantes en el juicio contra Jones, testificó que Free Speech Systems —la entidad jurídica bajo la cual Jones opera Infowars— obtuvo un ingreso promedio anual de 55 millones de dólares de las ventas en las tiendas de Infowars de 2016 a 2019.

En 2018, Facebook, YouTube, Apple y otras empresas eliminaron a Jones de sus servicios, pero aunque la salida de las plataformas redujo el alcance de Jones, el impacto para su negocio no fue tan grave. Los abogados de la parte acusadora presentaron mensajes de texto de sus empleados —parte de un caché de mensajes que sus abogados enviaron por error a los demandantes— que mostraba que la empresa a veces gana 700.000 u 800.000 dólares diarios tras su salida de las plataformas. Free Speech obtuvo ingresos por 65 millones de dólares en 2021, según testificó Pettingill.

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