El director de la Profeco también señaló al monopolio de Ticketmaster en la venta de boletos en México, algo que congresistas estadounidenses como Alexandria Ocasio-Cortez también han reclamado, prometiendo fragmentar la empresa.
Bad Bunny, artista boricua cuyo nombre es Benito Antonio Martínez Ocasio, es conocido por su estilo excéntrico, letras feministas y ritmos de reguetón con los sonidos caribeños de la salsa y el mambo y por dejarse el corazón en sus conciertos. No solo se trata de una noche de entretenimiento; es una experiencia: videos aéreos de conciertos recientes muestran a los asistentes saltando al unísono con tantas ganas que pareciera que están en una alberca de olas gigantesca de un parque acuático con lanzallamas a su alrededor.
No todos los fanáticos mexicanos corrieron la misma suerte hace un par de semanas.
Claudia Murillo, de 38 años, llevó a su hijo de 8 al concierto y dijo que le tomó cerca de una hora ingresar. Murillo, consultora de dispositivos médicos, se sintió decepcionada por haber sido expulsada del sitio web de Ticketmaster en la primavera, cuando intentó hacer una fila virtual para comprar boletos cuando se pusieron oficialmente a la venta.
Después de perder su lugar en el sitio web de Ticketmaster, acabó comprando boletos a un revendedor por 9000 pesos cada uno, alrededor de 455 dólares, aproximadamente el triple del precio oficial.
La noche del viernes, ella y su hijo se abrieron paso entre una multitud enojada para llegar al acceso.
“Una chica detrás de mí comenzó a rezar cuando vimos que muchas personas, molestas y que gritaban que se les había negado el acceso, se dirigían a la salida”, recordó Murillo. “La chica decía: ‘Diosito, nunca te he pedido nada. Si algo que te pido en mi vida, es entrar a este concierto’”.
Cuando Murillo y su hijo por fin entraron al estadio, descubrieron que la pista estaba semivacía.
Rodríguez, quien trabaja como guardia nocturna y en una clínica veterinaria, dijo que le aseguraron que le reembolsarán el costo de su boleto, que tuvo que pagar con sus ahorros. Pero recuerda haber conocido a otra fan de Bad Bunny en medio del caos que había viajado a la capital desde desde Torreón, a 900 kilómetros de distancia. Esa fan, dijo Rodríguez, nunca recuperará todo el dinero que gastó en hoteles, vuelos y alojamiento para asistir a un concierto al que nunca entró.