Buena parte del dinero que Antonio Solis gana haciendo entregas de comida en su moto en la Ciudad de Nueva York con el tiempo llega a Monterrey, México, en donde pagará la hipoteca de la casa de su familia, la colegiatura universitaria de su hija y los gastos diarios para las compras.
Pero cubrir todos esos gastos se está haciendo más difícil. Solis, quien gana alrededor de 3500 dólares al mes haciendo servicios para aplicaciones como DoorDash, solía mandar unos 1500 dólares mensuales. Desde la primavera, ha tenido que mandar más de 2000 dólares para cubrir esos mismos gastos, algo que ha podido hacer al trabajar más horas al día.
La razón detrás de esta situación es la fuerte apreciación del peso mexicano a lo largo del año pasado, consecuencia de las altas tasas de interés y las inversiones internacionales en México, entre otros factores. Eso significa que cada dólar que Solis envía, cubre menos presupuesto en su país. Solis, como cientos de miles de otros mexicanos en el extranjero, ha contribuido con miles de millones de dólares que se envían a México cada año, dinero del que dependen sus familias para llegar al final del mes.
México es el segundo país del mundo, después de India, en recibir más remesas. En 2022, quienes trabajan fuera de sus fronteras, principalmente en Estados Unidos, enviaron más de 61.000 millones de dólares al país. La mayor parte de esa cantidad se destina a alimentos y ropa, seguida de asistencia de médica, según el Wilson Center, una organización de investigación con sede en Washington.
Depender de dinero enviado desde Estados Unidos significa que los mexicanos son particularmente vulnerables a las fluctuaciones significativas de su moneda, como esta. Las remesas representaron el 4 por ciento del producto interno bruto del país en 2021. Los analistas aseguran que la caída del poder adquisitivo de cada dólar enviado a México podría desalentar los gastos altos —como casas o bodas—, debido a que las familias se enfocan en sus necesidades básicas.
El valor del peso ha subido alrededor del 20 por ciento frente al dólar desde el otoño pasado, y en este momento está en su punto más fuerte en unos siete años. Actualmente, un dólar tiene un tipo de cambio de aproximadamente 16,7 pesos, menos de los 20 pesos en los que se cotizaba en 2019, cuando Solis llegó a Estados Unidos. Aunque la cantidad de remesas en mayo aumentó respecto al año previo, el poder adquisitivo de ese dinero se ha reducido más del 7 por cierto, cuando se ajusta al aumento del peso y la inflación, según un informe del Grupo Financiero BASE, una firma mexicana de servicios financieros.
Las divisas no suelen dar saltos tan bruscos. Varios factores tuvieron que coincidir para que el peso alcance su posición actual, como la subida de las tasas de interés y el auge de empresas estadounidenses que decidieron trasladar sus operaciones a México.
Países de todo el mundo intentan controlar la inflación. El valor del peso se ha disparado en parte porque el banco central de México empezó a subir las tasas de interés más rápido que la Reserva Federal de Estados Unidos.
Tras una serie de subidas en México, la brecha entre las tasas de referencia de ambos países se ha ampliado. El objetivo para la tasa de interés interbancaria a un día del banco central mexicano es del 11,25 por ciento, frente a un rango del 5,25 al 5,5 por ciento en Estados Unidos.
Esa es una razón común por la que una moneda tiende a apreciarse en comparación con otra. El repunte del peso se debe también a la política comercial.
Debido a la tensa relación de Estados Unidos con China, las inversiones en México se hicieron más atractivas, por lo que algunas empresas empezaron a trasladar allí la fabricación en una práctica denominada deslocalización cercana, o nearshoring.
Este año, México superó a China como principal socio comercial de Estados Unidos, y la inversión extranjera directa en México en el primer trimestre de este año aumentó casi un 50 por ciento respecto al año anterior. Esto también ha fortalecido la moneda.
“Realmente se trata de una tormenta perfecta que apuntaló al peso”, dijo Diego Marroquín Bitar, experto en comercio entre Estados Unidos y México.
El peso también se está recuperando de un punto particularmente bajo. Empezó a perder mucho valor en 2015, cuando Donald Trump, quien aspiraba a la nominación presidencial por el Partido Republicano, empezó a hablar de acabar con el TLCAN, dijo Alejandro Werner, fundador del Instituto de las Américas de la Universidad de Georgetown. Luego, la moneda se desplomó en 2020 debido a la pandemia del coronavirus.
En el punto más débil del peso en los últimos años, en abril de 2020, el tipo de cambio era de alrededor de 25 pesos por un dólar. En ese momento, Solis tenía dificultades para llegar a fin de mes, al recibir menos trabajo debido a los confinamientos pandémicos.
“Cuando estaba a 25 era una maravilla, pero no había trabajo”, dijo.
Ahora que el peso es más fuerte, los analistas esperan que las remesas se moderen. Aunque los trabajadores tendrán que enviar más dólares para pagar los mismos gastos esenciales —como, en el caso de Solis, los pagos de la colegiatura de su hija—, es probable que dejen de lado los gastos de ocio o las inversiones hasta que sus dólares puedan alcanzar para más.
“La gente no invertirá ahora”, dijo Dilip Ratha, economista especializado en remesas del Banco Mundial. “Esperarán a que las cosas sean más baratas más adelante”.
Un peso más fuerte podría perjudicar a las exportaciones mexicanas, que desempeñan un papel importante en la industria automovilística y la agricultura de Estados Unidos. Los productos mexicanos serían menos competitivos porque serían más caros.
Pero “todavía no es un punto de inflexión” para las exportaciones, dijo Luis Torres, economista del Banco de la Reserva Federal de Dallas. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la deslocalización cercana mantienen la competitividad de los productos mexicanos.
Para personas como Solis, sin embargo, un dólar con menos poder adquisitivo es la diferencia entre llevar comida a la mesa o no. Y la rápida inflación en Estados Unidos se ha sumado al desafío de cubrir esos costos.
“Es complicado porque la familia tiene que comer”, dijo Solis. “Si sube más, sería algo catastrófico”.
J. Edward Moreno es el becario David Carr de 2023 en el Times.