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Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo Wagner que puso en jaque a Moscú

El jueves se creía ampliamente que Yevgeny Prigozhin, el magnate sin pelos en la lengua que construyó una fuerza paramilitar privada que luchó en nombre de Rusia en Ucrania y por toda África pero cuyas duras críticas al liderazgo del ejército nacional lo llevaron a incitar una rebelión, había muerto después de que un avión donde se ha dicho que él viajaba, se estrelló en Rusia. Tenía 62 años.

Aunque su muerte no ha sido declarada de manera oficial por las autoridades rusas ni confirmada por familiares o socios comerciales, el presidente Vladimir Putin se refirió a Prigozhin en tiempo pasado el jueves y ofreció sus condolencias a las familias de las 10 víctimas del accidente. Y los funcionarios del Pentágono dijeron abiertamente, por primera vez, que creían que Prigozhin no sobrevivió al siniestro, en el que murieron todos los que estaban a bordo. Su nombre estaba en la lista de pasajeros.

Con el fin de ganar lucrativos contratos gubernamentales de construcción y banquetes, Prigozhin se aprovechó durante mucho tiempo de su relación cercana con el Kremlin. También creó una fuerza paramilitar, conocida como Wagner, en cooperación con los servicios de inteligencia militar de Rusia.

Durante años mantuvo un perfil bajo. Incluso cuando Wagner realizaba operaciones en nombre de Moscú en Siria y en varios países africanos, Prigozhin negó cualquier afiliación.

Prigozhin empezó a tener un perfil más público solo después de que el presidente Putin lanzó la invasión a gran escala en Ucrania en febrero de 2022, y un año más tarde reconoció que había fundado Wagner y la operaba. Prigozhin contrataba soldados a sueldo y reclutaba reos de prisiones y logró que el grupo se convirtiera en una fuerza de alrededor de 50.000 elementos.

En declaraciones ofrecidas un día después de la colisión aérea, Putin dijo que conocía a Prigozhin desde principios de la década de 1990, lo cual es considerado como una revelación porque durante mucho tiempo había sido un misterio la época en que inició su relación. Prigozhin dijo en una entrevista que conoció a Putin por primera vez en el año 2000.

En una reunión retransmitida por televisión, Putin continuó: “Se trataba de una persona con un destino complicado. Cometió algunos errores graves en la vida, pero también logró resultados necesarios”.

Dijo que los investigadores rusos seguirán con la investigación del accidente “hasta el final” y ofreció sus condolencias a las familias de los fallecidos en el siniestro.

Prigozhin surgió como pieza clave del poder en los últimos meses y usó las redes sociales, en particular Telegram, para crear una marca personal a partir de conversaciones rudas, videos llenos de obscenidades y mostrando su disposición para avalar las ejecuciones extrajudiciales.

También se convirtió en un duro crítico de la forma en que el liderazgo militar de Rusia estaba llevando a cabo la guerra en Ucrania. Emitió denuncias que Putin dejó pasar incluso cuando otros críticos eran reprimidos por el gobierno. Prigozhin, que por su cercanía con el presidente era conocido como “el cocinero de Putin” había tenido cuidado de no criticar directamente a Putin. Y el presidente, por su parte, parecía estar interesado en que hubiera una suerte de competencia entre sus líderes militares.

Pero el 23 de junio, Prigozhin escaló su rencilla con el liderazgo militar a un nivel exponencial y dijo en un video de 30 minutos que la invasión a Ucrania era una “estafa” cometida por una élite corrupta que buscaba dinero y fama sin preocuparse por las vidas rusas. Al cabo de unas horas había acusado al ejército ruso de atacar a sus elementos, también prometió tomar represalias y desplegó a sus fuerzas en territorio ruso. Poco después se apoderó de la ciudad sureña de Rostov del Don, el hogar del comando sur ruso a unos 97 kilómetros de la frontera con Ucrania.

Luego, mientras sus tropas avanzaban hacia Moscú, Prigozhin abruptamente canceló el breve motín, que había desafiado la fachada de estabilidad política de Rusia. Acordó retirarse de Rostov del Don en virtud de un acuerdo que retiraba los cargos en su contra y que permitiría que él, y cualquiera de los combatientes que le eran leales, partieran hacia Bielorrusia. Desde entonces, publicó videos que parecen situarlo en lugares de Bielorrusia, Rusia y África, pero ninguno pudo ser verificado de forma independiente.

Prigozhin nació en 1961 en la misma ciudad de Putin: San Petersburgo, que por ese entonces se llamaba Leningrado. En la década de 1980 pasó nueve años en prisión por robo y otros delitos. Poco después de su liberación en 1990, justo cuando se produjo la expansión de las empresas privadas en toda Rusia, Prigozhin y Violetta, su madre, abrieron una cadena de puestos de hot-dogs. Sus intereses de negocios llegaron a incluir una cadena de supermercados, casinos, empresas de construcción y, con el tiempo, labores relacionadas con el ejército.

Su empresa, Concord Catering, empezó a ganar jugosos contratos para abastecer de alimentos a escuelas, empleados de gobierno y luego al ejército. Según las noticias rusas, las empresas afiliadas a Prigozhin persuadieron al Parlamento de Rusia para que cambiara las leyes de licitación, una medida inusual, con el fin de que pudieran calificar para concursar por contratos millonarios de construcción militar.

Los orígenes de Wagner se remontan a 2014, cuando Rusia lanzó su primera invasión de Ucrania del este, una operación que fue clandestina. Prigozhin buscó terrenos del Ministerio de Defensa para entrenar a un ejército privado que pudiera luchar por Rusia sin tener vínculos oficiales con el gobierno. Para esos fines, se le otorgaron tierras en la región occidental de Krasnodar.

Fue una estrategia oportuna, dijo Andrei Soldatov, experto en los servicios de seguridad de Rusia, porque le permitió a Moscú desplegar operaciones profesionales en el extranjero y, al mismo tiempo, negar su responsabilidad de manera plausible.

Los soldados entrenados por Wagner comenzaron a participar en guerras en el Medio Oriente y en toda África además de Ucrania. Algunos grupos de derechos humanos han acusado a los soldados de Wagner de cometer atrocidades en Siria, Libia, la República Centroafricana, Sudán y Mozambique.

Prigozhin también supervisaba una entidad conocida como Agencia de Investigación de Internet, con sede en su ciudad natal, que buscó influenciar las elecciones presidenciales de EE. UU. en 2016 a través de la difusión de noticias falsas y mensajes a favor de Donald Trump.

Debido a esas actividades, Estados Unidos le impuso sanciones económicas a Prigozhin y a varios de sus negocios en 2016. Dos años más tarde, fue uno de los 13 ciudadanos rusos que fueron imputados por un gran jurado federal estadounidense por delitos de interferencia electoral. Durante años rechazó tener relación con la agencia, tal como había negado su afiliación a Wagner, pero luego de la invasión a Ucrania en febrero de 2022 aceptó en público sus actividades.

“Nunca he sido solo el financista de la Agencia de Investigación de Internet”, escribió en un comunicado dirigido a un consorcio de periodistas occidentales en febrero de 2023. “Yo la inventé, la creé y la gestioné durante mucho tiempo. Se creó con el fin de proteger el espacio informativo ruso de la propaganda grosera y agresiva antirrusa de Occidente”.

De igual manera, no fue sino hasta septiembre de 2022 cuando reconoció que había fundado y dirigía Wagner. El grupo paramilitar de Prigozhin empezó a desempeñar un papel mucho más público luego del fracaso de los planes del ejército ruso para capturar Kiev, en los primeros días de la guerra. Se divulgaron videos que lo mostraban reclutando personalmente a presos para servir en Wagner.

“Si prestas servicio seis meses, eres libre”, dijo Prigozhin a un grupo de reos uniformados en un video publicado en septiembre. Pero también fue contundente al hablar de lo que les esperaba si resultaban ser desleales. “Si llegan a Ucrania y deciden que no es para ustedes, los vamos a ejecutar”, dijo.

Prigozhin logró reclutar a muchos miles de prisioneros antes de anunciar en febrero que no usaría más esa práctica.

Mientras sus soldados luchaban en batallas cruentas buscando el control de ciudades en Ucrania oriental, incluida Bajmut, Prigozhin grababa videos cerca del frente. En estas grabaciones, llevadas a cabo de forma regular, se adjudicaba victorias en el campo de batalla, elogiaba a sus tropas como “probablemente el ejército con más experiencia del mundo hoy en día” y arremetía contra los líderes militares rusos. En los sondeos a nivel nacional llegó a ser una de las figuras políticas más conocidas de Rusia.

En sus canales de redes sociales y en RIA FAN, un medio de comunicación que controlaba, solía publicar videos con temas populistas e insinuaba contrastes con el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, quien nunca fue soldado. Prigozhin viajaba con frecuencia a los campamentos de Wagner y sus críticas a la “élite” de Moscú y el liderazgo militar se fueron recrudeciendo al avanzar la guerra.

También desplegó una violencia despiadada contra quienes percibía como sus enemigos. Cuando circuló un video en el que se mostraba la muerte a mazazos de un hombre que había desertado luego de aceptar unirse a Wagner, Prigozhin pareció avalar la acción.

“Una muerte de perro para un perro”, escribió.

Hace poco hizo un llamado para que se instaurara la ley marcial y se pusiera fin a la normalidad de las actividades gubernamentales en Rusia, asegurando que esas medidas eran necesarias para ganar la guerra.

“Debemos dejar de construir nuevas carreteras e instalaciones de infraestructura y solo trabajar a favor de la guerra, vivir a semejanza de Corea del Norte durante unos cuantos años”, dijo en una entrevista que se publicó en la plataforma Telegram en mayo. “Si ganamos podremos construir lo que sea”.

A menudo, Prigozhin era considerado como un invento de Putin, quien, según los analistas, estaba al tanto e incluso facilitaba la rencilla pública con Shoigu a fin de incitar una competencia que diera resultados militares. Sin embargo, muchos tenían dudas sobre cuánto tiempo podría continuar esta situación antes de desencadenar un incidente violento.

En la entrevista de Telegram, Prigozhin pronosticaba que habría violencia política y que sería causada por los parientes de los soldados fallecidos y heridos que cada vez se iban decepcionando más de una élite que calificó de mimada.

“La sociedad siempre exige justicia”, dijo, “y si no hay justicia entonces surgen los sentimientos revolucionarios”.

Oleg Matsnevcolaboró con la reportería desde Berlín y Anton Troianovski desde Londres.

Valerie Hopkins es corresponsal internacional de The New York Times y cubre la guerra en Ucrania, así como Rusia y los países de la antigua Unión Soviética. Más sobre Valerie Hopkins


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