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Alexa, ¿puedes decirme por qué deberíamos usarte?

Cuando Amazon lanzó Alexa en 2014, la empresa tenía grandes sueños para esa tecnología. La empresa afirmaba que su asistente de voz podría ser la sucesora de los celulares como la próxima interfaz esencial para los consumidores.

Alexa, que se integró en las bocinas inteligentes activadas por voz de Amazon, Echo, pronto se convirtió en uno de los asistentes de voz más populares, junto con Siri de Apple y el Asistente de Google.

Pero casi una década después, han surgido dudas sobre la utilidad de los asistentes de voz, incluyendo la frecuencia con que la gente utiliza Alexa para comprar artículos o adquirir suscripciones. En noviembre, hubo despidos corporativos en Amazon, algunos de ellos en la división de Alexa y los altavoces Echo.

Un representante de Amazon se refirió a los comentarios que han hecho sus ejecutivos en el sentido de que la empresa no se ha dado por vencida con Alexa y que seguirá desarrollando nuevas funciones para esa tecnología.

Decidimos preguntar a los lectores cómo usan e interactúan con Alexa y qué papel juega en sus vidas. Respondieron casi 200 personas de Estados Unidos y Europa.

Los que empleaban el asistente de voz aseguraron que lo usaban sobre todo para tareas mundanas como programar temporizadores y consultar el clima. Muchos dijeron que se habían encariñado con Alexa y la extrañaban cuando no la tenían a la mano. La mayoría no utilizaba la ayuda de Alexa para hacer compras. Otros nos dijeron, con la misma rotundidad, que nunca utilizarían un dispositivo con Alexa.

He aquí una selección de las respuestas en las propias palabras de los lectores, aunque se han editado y resumido para mayor claridad.

Susan Jackson vive en la isla de Bainbridge, Washington. Tiene dos dispositivos Alexa.

Tengo 73 años, vivo sola y uso Alexa todos los días para que me diga el clima, encienda las luces, me diga la hora en países extranjeros para poder llamar a gente de allí y para cocinar. Alexa me resuelve muchos problemas de cocina. Me ayuda a calcular las cantidades de los ingredientes cuando quiero hacer menos porciones de una receta; me dice con paciencia cuántas cucharaditas hay en una cucharada.

La uso para encender algunas lámparas de lectura y SIEMPRE para el árbol de Navidad. No hay nada peor que arrastrarse bajo el árbol para apagarlo y encenderlo.

Si conociera a alguien, él o ella tendrían que encajar en mi vida. Tendría que amar mi casa, a mis perros, a mi Alexa, mis dibujos, a mis amigos… ¡o puede irse al infierno!

David Webster vive en Cornualles, Inglaterra, con su esposa y sus tres hijos. Dice que utilizan sus dispositivos con Alexa varias veces al día.

Hay muchas cosas básicas para las que la usamos. Estaríamos perdidos sin esa tecnología.

Son cosas como los temporizadores. Sé que si el horno está encendido, al menos hay un temporizador de Alexa en marcha. Si Janine, mi esposa, cocina algo, muchas de sus recetas son de libros de cocina estadounidenses, y necesita convertirlas al sistema métrico.

Podría hacerlo con el teléfono, pero tengo las manos mojadas o mi mujer tiene harina en las manos. Vamos a abrir el horno. No quiero tocar otro aparato… hablar con Alexa es muy cómodo.

Si estamos debatiendo en la mesa del comedor y ella está en la habitación de al lado, basta con gritar “Alexa…”.

Elizabeth vive en Minneápolis. Ha pedido que no se utilice su apellido para proteger la intimidad de su madre. Elizabeth no utiliza Alexa en su casa, pero tiene dos dispositivos con pantalla en el departamento de su madre. Ella y su hermana utilizan la aplicación Alexa en sus celulares para manejar los dispositivos de su madre de forma remota.

Mi madre tiene demencia y Alexa nos permite mantenerla a salvo, acompañarla, alegrarle los días con música… y la lista es interminable. No es exagerado decir que nos está ayudando a mantenerla fuera de una residencia de ancianos.

Sobre todo, utilizamos la aplicación para hacer “Anuncios”: son frases que escribimos en la aplicación y que la máquina dice en voz alta. Usamos esa función en el momento y también en repeticiones conforme a un horario. El dispositivo Echo también muestra el texto del anuncio en la pantalla para que mi madre pueda leerlo (una gran ayuda). Algunos ejemplos son pequeños anuncios sobre el clima y cosas así que le hacen compañía. El hecho de que una voz cálida esté en la habitación con ella parece darle una sensación de compañía que el teléfono no le da.

Usando la función “Drop In” de la aplicación y las cámaras de nuestro iPhone, podemos aparecer en uno de sus dispositivos Echo (con cámaras Blink adicionales podemos ver en qué habitación está) e iniciar una llamada sin que ella tenga que hacer nada. Usamos esa función si dejó el teléfono descolgado o si creemos que es necesario o útil que nos vea.

También utilizamos la función “Rutinas” para controlar las luces del apartamento de mi madre. Según su médico, mantener su casa bien iluminada es importante para controlar su confusión y evitar que haga siestas durante el día. La función “Rutinas” nos evita tener que llamar una y otra vez para recordarle sus actividades.

María Kinaman vive en Miami con su esposo y dos hijas pequeñas. Tienen seis dispositivos Alexa.

Parece que Alexa trabaja en nuestra casa. La utilizamos en exceso para la música, pero también como temporizador, para el tiempo, para reproducir ruido blanco, y la hemos sincronizado con nuestro sistema de seguridad doméstica y la empleamos para bloquear y activar la alarma de nuestras puertas. Sin embargo, ni una sola vez he hecho una compra con ella.

Me he llevado a Alexa conmigo en vacaciones de más de dos días.

Brendan T. Freeman vive en Burien, Washington, con sus dos perros. Tiene 60 dispositivos controlados por Alexa en su casa entre luces, ventiladores y calefactores.

Me despierto cada mañana a las 3:30 para tomar café y leer The New York Times. Entro en la cocina y digo la palabra shake, que enciende y atenúa tres lámparas (una en la cocina para que pueda ver, otra en la sala y otra en la habitación). El café está recién hecho, pues la aplicación Alexa prende la cafetera a las 3:20.

Mientras estoy en la cama con la laptop leyendo las noticias, la aplicación Alexa enciende una estación de jazz ligero de Pandora a las 4 de la mañana. Si por algo me quedo dormido, la música me sirve como alarma para despertar.

Cuando me siento en la oficina a las 7 a. m., miro mi calendario y le pido a Echo que active alarmas 10 minutos antes de cualquier reunión que tenga programada. Si hay algo que tengo que acordarme de hacer durante el día (comprar comida para el perro, llamar al consultorio del médico), le pido a Alexa que ponga un recordatorio a una hora determinada.

Cuando me voy a la cama, digo: “Echo, hora de dormir”, y se apagan todas las luces.

Yiu Wai Chan vive en Brooklyn con su esposa y sus dos hijos, de 11 y 7 años. Tienen 13 aparatos con Alexa y otros nueve dispositivos inteligentes.

La usamos para encender y apagar las luces de nuestra sala de estar y a veces para hacer llamadas (hablar desde nuestro teléfono a los dispositivos Alexa Dot) desde el auto para comprobar cómo están nuestros hijos.

No tenemos planes de comprar con ella, ya que nos gusta investigar realmente nuestras compras y ver los artículos en persona o al menos en videos o en fotos en línea antes de comprar.

Michael Redmond vive en Rehoboth Beach, Delaware, con su esposo. Tienen siete dispositivos Alexa y tres dispositivos inteligentes de Google.

Tenemos una cámara Wyze apuntando a la bomba de sumidero de nuestro sótano, cuya señal se muestra en un Alexa Show. Es un engorro tener que ir físicamente al sótano para revisar la bomba.

No la usamos para comprar en Amazon. Es demasiado difícil comparar precios con el dispositivo.

Nos llevamos un Alexa Dot cuando viajamos.

Kerry Hoffman vive en Brooklyn con su marido y su gato. Tienen cuatro dispositivos con Alexa.

Mi marido instaló persianas automáticas controladas por Alexa. No solo puede abrir y cerrar las persianas por completo, sino que también puede subir y bajar las persianas. Decimos: “Alexa, ajusta las persianas del salón al tres por ciento”, y ella abre las persianas para que podamos ver el exterior.

Aaron Lawless vive en Springfield, Virginia, con su esposa y sus dos hijos.

En una época de hackeos masivos y filtraciones de datos, tener un dispositivo conectado a internet que siempre está escuchando en mi casa no vale la pena.

Mi esposa está de acuerdo conmigo en que no querer usar dispositivos Alexa, pero mi hijo de 10 años ha mencionado que podría ser divertido usarla. Oye a sus amigos hablar de Alexa y se ha convencido de que es genial. Sin embargo, su madre y yo estamos de acuerdo en que no vamos a usarla.

Heather Keever vive en los suburbios de Chicago con su marido y su hijo de 15 años.

Es muy importante mantener los dispositivos Alexa, Echo, etc., fuera de nuestra familia. Hemos devuelto algunos que nos han “regalado”; no los queremos.

Probé Alexa en casa de mi hermano cuando estábamos de visita para programar un temporizador del horno. Funcionó, pero el temporizador normal del horno funcionó igual de bien, y tal vez fue más fácil.

No pienso renunciar a mi privacidad por cosas de las que puedo prescindir fácilmente.

Richard Feury vive en Shelburne Falls, Massachusetts, con su esposa.

No la necesito. No quiero una. Ojalá desaparecieran.

No soy tan perezoso como para querer que una máquina encienda las luces, cierre las puertas o cambie de Hulu a Netflix por mí. Mis piernas y mis dedos siguen funcionando bien.

Y no quiero que un dispositivo como Alexa sea empleado por corporaciones para saber más sobre mis hábitos, estilo de vida, inclinaciones políticas, etc. Valoro lo poco que me queda de privacidad, y Alexa la erosiona.

Hanna Ingber ha sido editora del Times desde 2012. También escribe sobre la crianza de los hijos, el divorcio y los modos en los que vivimos. @HannaIngber • Facebook


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