La última vez que un partido brasileño de izquierda estuvo en el poder, en 2016, un congresista de la derecha se estaba haciendo de fama: Jair Bolsonaro.
Resaltaba entre los aspirantes a la presidencia porque su popularidad alcanzaba un solo dígito, y era conocido por sus declaraciones en las que exaltaba a los torturadores. Los expertos se burlaron de la idea de que algún día podría ganar. Sin embargo, yo estaba analizando cómo Brasil se desplazaba consistentemente hacia la derecha y me dispuse a entrevistarlo.
Ahora, un fragmento de esa conversación que duró 76 minutos y fue grabada en video —en donde Bolsonaro dice que probaría la carne de una persona indígena en la selva amazónica— resurgió como un tema explosivo en medio de la campaña para las elecciones presidenciales.
“Quería ver cómo cocinaban al indio”, dijo Bolsonaro, describiendo un supuesto ritual de canibalismo en una región remota de la Amazonía. “Me comería un indio, sin ningún problema”.
Los partidarios de Luiz Inácio Lula da Silva, un expresidente de izquierda y oponente de Bolsonaro, aprovecharon el comentario y lo compararon con caníbales reales (como Jeffrey Dahmer) y ficticios (como Hannibal Lecter).
Proliferaron los memes sobre el apetito de Bolsonaro por la carne humana. Las menciones de Bolso-Lecter, BolsoDahmer y, sí, Canibalsonaro, inundaron las redes sociales.
Que el canibalismo se haya convertido en un tema de conversación tan importante refleja el estado de los ataques en la campaña política que en los últimos días estuvo salpicada de acusaciones de masonería, culto al diablo y pedofilia. Da Silva, por su parte, ha tenido que refutar públicamente las afirmaciones de que hizo un pacto con Satanás.
En el momento de la extensa entrevista con Bolsonaro, era difícil saber si su comentario sobre el canibalismo era una especie de cuento o si estaba tratando de provocar una reacción. Hizo el comentario espontáneamente. El pueblo yanomami, que vive en la región de la Amazonía a la que se refiere Bolsonaro, dice que no tiene tradición de canibalismo.
Ahora que Bolsonaro ha sido presidente desde 2019, sus comentarios se consideran un reflejo de su carácter y sus políticas. Más allá de abordar un tabú, el actual mandatario ha presionado para abrir las tierras indígenas a la minería, recortó las protecciones ambientales e impulsó un aumento en la deforestación de la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo.
A medida que la elección presidencial se volvió más reñida, la campaña de Bolsonaro trató de impedir que el partido de Da Silva lo asocie con el canibalismo. Los abogados del presidente de Brasil argumentaron que Bolsonaro estaba mostrando “deferencia” con la cultura indígena cuando dijo que se comería a una persona indígena.
Al ponerse del lado de Bolsonaro, el tribunal electoral de Brasil ordenó la eliminación de los anuncios políticos que vinculan al presidente con el canibalismo.
El tribunal también le otorgó varias oportunidades durante el tiempo de transmisión televisivo reservado para hacer campaña antes de la segunda vuelta para que se defendiera de las acusaciones . A pesar de las críticas de los líderes indígenas, que dijeron que los comentarios eran ofensivos, la campaña de Bolsonaro arguyó en su transmisión que eran sus oponentes quienes faltaban al respeto a las tradiciones indígenas.
En una entrevista televisiva reciente, Bolsonaro también dijo que lo etiquetan injustamente como caníbal debido a “un video de hace 30 años”.
Ha sido difícil imaginar que todo esto sucedió hace seis años cuando conocí a Bolsonaro y a su hijo, Flávio, quien filmó la entrevista que apareció poco después en las páginas de redes sociales de Bolsonaro.
Y allí estuvo durante mucho tiempo, y fue pasada por alto, hasta este mes.