WASHINGTON — La estrategia detrás de los rápidos aciertos militares de Ucrania en los últimos días comenzó a diseñarse hace meses durante una serie de intensas conversaciones entre funcionarios ucranianos y estadounidenses sobre el camino a seguir en la guerra contra Rusia, según funcionarios estadounidenses.
La contraofensiva, actualizada este verano luego de discusiones urgentes entre altos funcionarios estadounidenses y ucranianos, ha tenido éxito y superado la mayoría de las predicciones. Las fuerzas ucranianas han devastado el mando y control ruso y parecen estar preparadas para capitalizar sus avances en el noreste del país y en otra campaña en el sur.
La labor comenzó poco después de que el presidente Volodímir Zelenski les dijera a sus generales que quería implementar un movimiento dramático para demostrar que su país podía lograr que la invasión rusa retrocediera. Bajo sus órdenes, el ejército ucraniano ideó un plan para lanzar un amplio asalto en el sur con el fin de recuperar Jersón y aislar Mariúpol de las fuerzas rusas en el este.
Los generales ucranianos y los funcionarios estadounidenses creían que un ataque a gran escala provocaría inmensas bajas y no lograría recuperar rápidamente grandes cantidades de territorio. Los ucranianos ya sufrían cientos de bajas al día en lo que se había convertido en un conflicto agotador. Las fuerzas rusas estaban experimentando pérdidas similares, pero aún avanzaban poco a poco, arrasando las ciudades ucranianas en la región oriental de Dombás.
Aunque durante mucho tiempo fueron reacios a compartir detalles de sus planes, los comandantes ucranianos comenzaron a abrirse más con los funcionarios de inteligencia estadounidenses y británicos para buscar sus consejos.
Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional, y Andriy Yermak, uno de los principales asesores de Zelenski, hablaron varias veces sobre la planificación de la contraofensiva, según un alto funcionario de la administración. El general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, y altos líderes militares ucranianos discutieron con regularidad sobre la información de inteligencia y el apoyo militar.
Y en Kiev, los oficiales militares ucranianos y británicos siguieron trabajando juntos mientras el nuevo agregado de defensa estadounidense, el general Garrick Harmon comenzó a tener reuniones diarias con los altos oficiales de Ucrania.
El tiempo era clave, consideraban los funcionarios estadounidenses y ucranianos. Para implementar un contrataque efectivo, los ucranianos tenían que desplegarse antes de la primera nevada, cuando el presidente ruso Vladimir Putin podrá usar su control de los suministros de gas para presionar a Europa.
Este relato del período previo a la contraofensiva se basa en entrevistas con varios altos funcionarios estadounidenses y otras personas informadas sobre las discusiones confidenciales entre Washington y Kiev que ayudaron a los comandantes ucranianos a diseñar la operación militar. Muchos hablaron bajo condición de anonimato debido a la naturaleza secreta de las conversaciones.
Los funcionarios estadounidenses dudaban en evaluar el impacto total de la contraofensiva, ansiosos por ver cómo se desarrolla. Por ahora, Kiev tiene la ventaja.
Un momento crítico de este verano se produjo durante un simulacro de guerra con funcionarios estadounidenses y ucranianos realizado con el objetivo de probar el éxito de una amplia ofensiva en el sur. El ejercicio, que fue reportado previamente por CNN, sugirió que esa ofensiva fracasaría. Armados con el escepticismo estadounidense, los oficiales militares ucranianos acudieron a Zelenski.
“Hicimos algunos modelos y algunos ejercicios de simulación”, dijo Colin Kahl, jefe de política del Pentágono, en una entrevista telefónica. “Ese conjunto de ejercicios sugirió que ciertas vías para una contraofensiva probablemente tendrían más éxito que otras. Brindamos esas recomendaciones, y luego los ucranianos las interiorizaron y tomaron sus propias decisiones”.
Los riesgos eran enormes. Ucrania necesitaba demostrar que esto no iba a convertirse en otro conflicto estático y que podía recuperar territorio, en aras de la moral de su pueblo y para cimentar el apoyo de Occidente.
A lo largo de agosto, y a instancias de los ucranianos, los funcionarios estadounidenses intensificaron las fuentes de inteligencia sobre la posición de las fuerzas rusas, destacando las debilidades en los frentes. La información de inteligencia también indicaba que Moscú tendría dificultades para reforzar rápidamente sus tropas en el noreste de Ucrania o mover tropas desde el sur, incluso si detecta preparativos ucranianos para la contraofensiva.
“Vimos el hecho de que los rusos reubicaron muchas de sus mejores fuerzas hacia el sur en preparación para la contraofensiva que iniciaron los ucranianos”, dijo Kahl. “Así que teníamos razones para creer que debido a los persistentes desafíos morales y la presión de los ucranianos, podría haber sectores del ejército ruso que son un poco más frágiles de lo que parecen en el papel”.
En vez de una gran ofensiva, el ejército ucraniano propuso dos. Una, en Jersón, que probablemente tardaría días o semanas antes de obtener grandes resultados debido a la concentración de tropas rusas. La otra se planificó cerca de Járkov.
Juntos, el Reino Unido, Estados Unidos y Ucrania llevaron a cabo una evaluación del nuevo plan, tratando de simularlo una vez más. Esta vez, los funcionarios de los tres países acordaron que funcionaría y le daría a Zelenski lo que quería: una gran y clara victoria.
Pero el plan, según un oficial del estado mayor general en Kiev, dependía por completo del tamaño y el ritmo de la ayuda militar adicional de Estados Unidos.
Ucrania, una antigua república soviética que había utilizado armas soviéticas más antiguas, agotó la mayor parte de sus propias municiones. Aprender a usar nuevos sistemas de armas en medio de la guerra es difícil. Pero, hasta ahora, esa estrategia arriesgada ha tenido éxito. Por ejemplo, más de 800.000 rondas de proyectiles de artillería de 155 milímetros, se han enviado a Kiev, ayudando a impulsar sus ofensivas actuales. Solo Estados Unidos ha aportado más de 14.500 millones de dólares en ayuda militar desde que comenzó la guerra en febrero.
Antes de la contraofensiva, las fuerzas armadas de Ucrania enviaron a Estados Unidos una lista detallada de las armas que necesitaban para que el plan tuviera éxito, según el oficial ucraniano.
Algunas armas en particular, como el sistema de cohetes de artillería de alta movilidad (también conocido como HIMARS), están teniendo un efecto enorme en el campo de batalla. Los cohetes guiados por satélite que son disparados por vehículos de lanzamiento (llamados GMLRS), contienen cada uno una ojiva con 90 kilos de explosivos y han sido utilizados en las últimas semanas por las fuerzas ucranianas para destruir más de 400 depósitos de armas, puestos de mando y otros objetivos, según dijeron funcionarios estadounidenses.
Recientemente, las fuerzas ucranianas han instalado misiles HARM suministrados por Estados Unidos en aviones de combate MiG-29 de diseño soviético, algo que ninguna fuerza aérea había hecho nunca. Los misiles han sido particularmente efectivos para destruir los radares rusos.
“Estamos viendo ganancias reales y medibles de Ucrania con el uso de estos sistemas”, dijo el general Milley la semana pasada en Alemania en una reunión de 50 países que están ayudando a Ucrania con ayuda militar y humanitaria. “Están teniendo grandes dificultades para reabastecer sus fuerzas y remplazar sus pérdidas en combate”.
Funcionarios ucranianos y estadounidenses dijeron que los anuncios ahora semanales o quincenales del Pentágono sobre nuevos envíos de armas y municiones de los arsenales estadounidenses han dado a los altos mandos de Kiev la confianza necesaria para planificar complejas ofensivas simultáneas.
“La importancia del apoyo militar occidental no está solo en los sistemas de armas específicos, sino en la seguridad y confianza que resulta útil para los ucranianos en su planificación futura”, dijo Jack Watling, investigador principal del Royal United Services Institute en Londres, quien hace poco regresó de Ucrania.
Cuando los soldados ucranianos se trasladaron a zonas del noreste durante el fin de semana, las fuerzas rusas se desmoronaron. En algunos lugares alrededor de Járkov, las tropas rusas simplemente se alejaron de la batalla, dejando equipos y municiones, según funcionarios de defensa estadounidenses.
El ataque de Jersón nunca fue una finta o una distracción, según personas informadas sobre el plan. Y ha hecho que Moscú tenga que retrasar las votaciones falsas que buscan determinar si algunos sectores de la región de Jersón quieren unirse a Rusia. Pero, como era de esperarse, la contraofensiva se está moviendo más lentamente debido al número mucho mayor de fuerzas rusas que se encuentran allí, en comparación con Járkov.
Eventualmente, los funcionarios ucranianos creen que su éxito a largo plazo requiere avanzar en los objetivos originales de la estrategia descartada, incluida la recuperación de la planta de energía nuclear en Zaporiyia, aislar a las fuerzas rusas en Mariúpol y empujar a las fuerzas rusas en Jersón al otro lado del río Dnipró, dijeron los funcionarios estadounidenses.
Rusia se ha debilitado. Al no detectar la aglomeración de tropas ucranianas alrededor de Járkov, el ejército ruso ha evidenciado su incompetencia y demuestra que carece de sólidos datos de inteligencia. Su comando y control han sido diezmados y tiene problemas para abastecer a sus tropas, lo que le da a Ucrania una oportunidad en las próximas semanas, dijeron los funcionarios estadounidenses.
Si bien Ucrania puede tener la oportunidad de recuperar más territorio en el este, los funcionarios estadounidenses y ucranianos dicen que el sur es el escenario más importante de la guerra.
“Jersón y Zaporiyia son probablemente objetivos potenciales”, dijo Michael Kofman, director de estudios de Rusia en CNA, un instituto de investigación de defensa. “Podríamos ver más operaciones del ejército ucraniano para lograr avances allí en el futuro”.
El plan que surgió de las discusiones del verano se basó en gran medida en la inteligencia y el armamento de alta tecnología de EE. UU. Pero los funcionarios estadounidenses insisten en que el mérito de la ofensiva recae totalmente en Zelenski y el ejército ucraniano, que condujo a una fuerza relativamente pequeña en Járkov a una gran victoria.
“Todavía nadie está atacando el balón”, dijo Kahl. Y agregó: “Creo que esto le demuestra al mundo que los ucranianos pueden ejecutar operaciones ofensivas complejas”.
Andrew E. Kramer colaboró con reportes desde Járkov, Ucrania, y Michael Schwirtz desde Nueva York.
Julian E. Barnes es un reportero de seguridad nacional afincado en Washington que cubre las agencias de inteligencia. Antes de integrarse al Times en 2018, escribía de asuntos de seguridad para The Wall Street Journal. @julianbarnes – Facebook
Eric Schmitt es un reportero sénior que ha recorrido el mundo reportando sobre terrorismo y seguridad nacional. También fue corresponsal en el Pentágono. Forma parte del personal del Times desde 1983 y ha compartido en cuatro ocasiones el Premio Pulitzer. @EricSchmittNYT
Helene Cooper es corresponsal del Pentágono. Anteriormente fue editora, corresponsal diplomática y de la Casa Blanca, y formó parte del equipo galardonado con el Premio Pulitzer de Reportajes Internacionales en 2015, por su cobertura de la epidemia de ébola. @helenecooper