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Buenas noticias sobre los refuerzos de las vacunas contra la covid

Se podría refutar todo esto con un mensaje franco y directo: es cierto que las variantes pueden provocar infecciones posvacunación, pero las vacunas siguen previniendo la enfermedad grave y la muerte, y más aún con las dosis de refuerzo.

Muchos países europeos y Canadá, por ejemplo, hicieron un mejor trabajo a la hora de conseguir que su población se pusiera la dosis de refuerzo. Sus cifras de muertes y enfermedades desde la ola de ómicron son marcadamente inferiores a las de Estados Unidos, donde solo se pusieron la dosis de refuerzo un tercio de los adultos que cumplían los requisitos, frente a los dos tercios que lo hicieron en muchos países europeos. Estados Unidos ha tenido una tasa de mortalidad un 80 por ciento mayor que la de Canadá debido a la ola de ómicron, una tendencia similar a nivel mundial. En países como Japón, Corea del Sur y Taiwán, en torno al 80 por ciento o más de la población se puso la dosis de refuerzo, y sus cifras de muertos son aún más bajas.

Muchas personas quizá se pregunten también por qué deberían tomarse la molestia de ponerse otra inyección, puesto que el 68 por ciento de los estadounidenses están vacunados con la pauta inicial de dos inyecciones, algunos ya se han puesto la dosis de refuerzo y seguramente alrededor del 60 por ciento del país ya posee cierto nivel de inmunidad tras contagiarse de la ómicron.

Deepta Bhattacharya, un inmunólogo, me dijo que las variantes habían desarrollado la capacidad de evadir la primera barrera de protección de los anticuerpos generada por las vacunas o los contagios previos, aunque las protecciones frente a enfermedades graves siguen siendo muy sólidas. Sin embargo, las nuevas dosis de refuerzo pueden mermar en gran medida esa capacidad de evasión. Cuando se realizaron los ensayos clínicos de las vacunas iniciales, diseñadas para las cepas que entonces había en circulación, se reportó entre el 90 y el 95 por ciento de protección frente a cualquier contagio sintomático, que después fue decayendo con las nuevas variantes y el paso del tiempo. Aunque aún se desconocen las cifras exactas, todos los inmunólogos con los que he hablado me dijeron que las dosis de refuerzo deberían volver a aumentar esas protecciones.

Ya se ha demostrado que las vacunas (y las dosis de refuerzo) reducen enormemente las tasas de covid persistente entre los contagiados, aunque, como es obvio, si se evita por completo el contagio, eso alejaría directamente el riesgo de una covid persistente. El inmunólogo Shane Crotty también señaló que seguramente estas dosis de refuerzo reduzcan aún más la probabilidad de que surjan complicaciones más graves de la enfermedad, incluida la covid persistente, y dice que “cuanto más alto sea tu nivel de inmunidad, menos reproducción vírica tendrás, menor daño vírico y menor probabilidad de covid persistente”.

Y cabe esperar que, en adelante, estas nuevas dosis de refuerzo tengan más ventajas, como una mejor protección frente a futuras variantes, al entrenar mejor a los anticuerpos y las células de memoria, que son partes distintas del sistema inmune. Como me dijo Bhattacharya, el contacto con diferentes versiones del virus (como ocurrirá con estas dosis actualizadas) aumenta y refuerza el tipo de anticuerpos que se generan, entre ellos los que pueden trabajar contra variantes futuras. La inmunóloga Marion Pepper me dijo que una nueva vacuna adaptada a las variantes también puede “crear nuevas células de memoria, diferentes entre sí, que contribuyan a la protección frente a la ómicron y otras variantes con las que aún no nos hemos encontrado”.

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