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Cómo hablar de drogas con los jóvenes en la era del fentanilo

‌Las investigaciones sugieren que quienes están en mayor riesgo de volverse adictos a menudo manifiestan temperamentos muy particulares que se pueden detectar desde la edad preescolar: por ejemplo, extrema osadía o ansiedad grave. Estas diferencias podrían ser el reflejo de una predisposición a la inestabilidad mental, lo cual supone un riesgo más elevado de sufrir farmacodependencia. Otro factor de riesgo frente a la adicción es experimentar un trauma en la infancia, sobre todo el trauma repetido, el abandono y la pérdida a temprana edad.

En 2016, escribí sobre un programa, llamado PreVenture, que trata las estrategias de afrontamiento problemáticas al enseñarles a los niños mejores maneras de lidiar con sus temperamentos específicos.

Al intervenir a edades tempranas, el programa busca impedir que las predisposiciones se conviertan en trastornos y evitar el deseo de recurrir a las drogas para automedicarse. Se ha demostrado que los programas como PreVenture que imparten lecciones de autorregulación y habilidades para sobrellevar la adversidad tienen efectos duraderos, a diferencia de los que solo se enfocan en rechazar las drogas.

“El objetivo es retrasar el inicio y reducir la experimentación, así como disminuir el consumo excesivo y frecuente”, dijo Patricia Conrod, profesora de Psiquiatría y Adicción en la Universidad de Montreal, quien desarrolló el programa PreVenture. Es un programa escolarizado que usa una prueba de personalidad para orientar a los niños a talleres relevantes para ellos, pero sin etiquetarlos; a los adolescentes solo se les invita a participar en seminarios que les muestran maneras de optimizar sus temperamentos individuales.

Por ejemplo, los adolescentes que suelen reportar niveles más altos de desesperanza son más propensos a consumir drogas para subirse el ánimo, aunque no tengan depresión diagnosticable. En estos casos, PreVenture comparte técnicas cognitivo-conductuales que pueden ayudar a aliviar la depresión, como aprender a distinguir que la autopercepción (“Todos me odian”) a menudo es falsa. Esto puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y atenuar las ganas de aislarse de la sociedad o buscar un escape. Las investigaciones sobre PreVenture hallaron que este reduce un 25 por ciento el riesgo de que los adolescentes desarrollen síntomas graves de depresión. Tiene efectos similares en otros rasgos y reduce el consumo de alcohol y otras sustancias.

‌En el largo plazo, la prevención eficaz de la adicción requiere un cambio social para prevenir o al menos intervenir a tiempo con respecto al trauma de la infancia, mediante la creación de comunidades propicias para la salud mental con escuelas seguras y favorables, actividades extracurriculares estimulantes y acceso a atención médica integral. Pero primero, debemos mantener a los jóvenes con vida y eso significa tener conversaciones incómodas y honestas sobre los peligros de las drogas y las formas de minimizar los riesgos para quienes las usan.

Hasta el momento, nadie ha descubierto una manera de eliminar la impulsividad y el afán por tomar riesgos de la juventud, lo cual quizá sea lo mejor, ya que estas características también pueden apuntalar el aprendizaje y la creatividad. Pero sí podemos reducir las probabilidades de que los actos insensatos que cometen los jóvenes terminen con sus vidas.

Maia Szalavitz es columnista de Opinión y escritora. Su libro más reciente es Undoing Drugs: How Harm Reduction Is Changing the Future of Addiction.

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