En los 76 días que han transcurrido desde que el presidente Joe Biden ordenara la implementación de nuevas y estrictas restricciones al sistema de concesión de asilo de Estados Unidos, la cantidad de migrantes que todos los días cruzan de manera ilegal la frontera sur de este país ha disminuido considerablemente.
¿Por qué?
La respuesta a esa pregunta es la base de una disputa legal a las más recientes políticas de inmigración del presidente, las cuales, según los críticos, están socavando la participación que durante décadas ha tenido Estados Unidos como refugio para las personas que huyen de la violencia, la persecución, el hambre y los problemas económicos.
El flujo migratorio en todo el hemisferio suele aumentar o disminuir en función de muchos factores, entre ellos las condiciones meteorológicas, la guerra, la hambruna, las condiciones económicas y las medidas de control migratorio tomadas por otros países.
No obstante, las decisiones que toma Estados Unidos sobre el modo en que controla la frontera también tienen un efecto, como la política de asilo que un juez federal bloqueó esta semana.
Antes de que los cambios en el sistema de asilo propuestos por el presidente entraran en vigor el 11 de mayo, las autoridades de la patrulla fronteriza encontraban diariamente a cerca de 7500 migrantes tratando de cruzar de manera ilegal la frontera, lo cual era una cifra nunca antes vista que incrementaba la presión sobre los oficiales de migración y las comunidades fronterizas.
Desde entonces, las cifras se han reducido a cerca de 3000 migrantes por día. Ese número sigue siendo alto, pero es considerablemente menor.
El martes, un juez federal dictaminó que los cambios al sistema de asilo propuestos por Biden eran ilegales. El juez Jon S. Tigar del Tribunal de Distrito de Estados Unidos en el norte de California señaló que el supuesto de que la mayor parte de los migrantes que cruzan de manera ilegal no son candidatos a obtener asilo atenta contra las leyes de varias décadas y, en espera de una apelación, “no puede seguir vigente”.
Los funcionarios del gobierno advierten que eliminar las nuevas restricciones de asilo podría generar otro repunte en los cruces ilegales, aunque nadie sabe con certeza qué ocurrirá.
A continuación analizamos las diversas fuerzas que intervienen en la migración en la frontera sur de Estados Unidos.
Miedo y disuasión
La política de asilo del gobierno ha hecho que haya muchas menos probabilidades de que cualquier migrante que huye de la violencia o la persecución en Centroamérica o Sudamérica pueda cruzar la frontera y quedarse en Estados Unidos mientras los tribunales evalúan su solicitud de asilo.
Es posible que eso tenga un efecto de disuasión y haga que algunos migrantes de países como Venezuela, Nicaragua u Honduras se queden donde están, en lugar de intentar recorrer un trayecto largo y a menudo peligroso hasta la frontera sur de Estados Unidos.
Pero los defensores de la inmigración afirman que esta política está poniendo en peligro a muchos migrantes al disuadirlos de buscar refugio en Estados Unidos de manera legítima, lo que, de hecho, es una renuncia a su tradicional rol humanitario dentro de la región.
¿Aumentará la cantidad de personas que cruzan la frontera de manera ilegal si el fallo del juez prevalece?
Es posible.
Quizás algunos migrantes decidan que vale la pena correr el riesgo de viajar a la frontera de Estados Unidos y solicitar asilo con las normas anteriores. Eso podría ocasionar un nuevo incremento de personas que transitan hacia el norte, sobre todo si algunas son alentadas por los carteles y los “coyotes”, quienes cobran enormes sumas de dinero por ayudar a los migrantes a realizar el trayecto a la frontera.
Pero como lo señaló Tigar en su fallo, ponerle fin a la nueva política de Biden “restablecería un régimen regulatorio que estuvo vigente durante décadas”, cuando la cantidad de migrantes que cruzaban la frontera era mucho menor.
En las comunidades ubicadas a lo largo de la frontera, los migrantes que lograron llegar a Estados Unidos no sabían a ciencia cierta lo que el fallo del juez implicaba para ellos o para las personas que estaban esperando en el lado mexicano de la frontera.
Herbin Moncada, un venezolano de 45 años, revisaba su teléfono para leer las últimas noticias el miércoles, mientras estaba sentado en una estación de autobuses, no lejos del Centro de Refugio de Catholic Charities en el centro de McAllen, Texas.
“Hoy dicen una cosa y mañana la cambian”, comentó Moncada. “La verdad es que no se puede confiar en lo que dicen en las noticias. Un juez emite un fallo, van al tribunal y al día siguiente es revocado”.
Nuevas vías legales
Cuando Biden impuso la nueva política de asilo en mayo, su gobierno también agregó nuevas posibilidades para que algunos migrantes —pero no todos— entraran de manera legal a Estados Unidos sin que tuvieran que tratar de cruzar ilegalmente la frontera.
Estas nuevas posibilidades son para los migrantes de cuatro países (Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela) y se limitan a un total de 30.000 personas por mes. Los migrantes pueden solicitar ser aceptados desde sus propios países; no tienen que trasladarse primero a la frontera estadounidense.
Quienes cumplen con ciertos requisitos (como tener un familiar o un amigo que los patrocine en Estados Unidos) pueden ser admitidos hasta por dos años, con un permiso para trabajar, pero aún no tienen la posibilidad de obtener permiso de residencia permanente ni la ciudadanía estadounidense.
Los funcionarios del gobierno han dicho que el descenso de cruces ilegales en la frontera sur se debe, en parte, a que los migrantes están aprovechando estas nuevas posibilidades. Las autoridades han dicho que, durante la primera mitad de 2023, casi 160.000 migrantes han entrado a Estados Unidos procedentes de cuatro países. Según esos datos, el cruce ilegal de los migrantes de esos cuatro países disminuyó un 89 por ciento.
“El compromiso del gobierno de Biden-Harris para ampliar las vías legales como una alternativa a la migración irregular ha arrojado resultados positivos”, señaló en un comunicado reciente el Departamento de Seguridad Nacional.
Pero las nuevas posibilidades no son una solución para todos, como lo señaló Tigar en su fallo al decir que “no necesariamente estarán a la disposición de muchos solicitantes de asilo debido al alcance limitado de estos programas y de los requisitos de elegibilidad”.
El asilo tramitado por teléfono celular
Cuando el gobierno propuso las nuevas reglas de asilo, también amplió la posibilidad de que los migrantes en la frontera agenden su cita para solicitar asilo en uno de los 26 puertos de entrada ubicados a lo largo de la frontera de 3200 kilómetros.
Quienes agendan su cita no están sujetos a las nuevas y estrictas normas de asilo. Casi siempre se les permite esperar en Estados Unidos mientras los tribunales deciden si les otorgan el asilo, un proceso que a veces tarda años.
Sin embargo, para poder agendar una cita deben usar una nueva aplicación diseñada para los teléfonos celulares llamada CBP One.
Los funcionarios del gobierno afirman que el nuevo sistema de citas está ayudando a que algunos de los migrantes eviten los cruces fronterizos ilegales y participen en un sistema más ordenado en los puertos de entrada. Las autoridades han mencionado que 30.000 migrantes utilizaron esta aplicación para agendar sus citas en mayo.
En el centro de McAllen, dos inmigrantes de Haití, Fadeline Birote, de 26 años, y Loodine LaBossiere, de 29, comentaron que hicieron su solicitud a través de la aplicación y, aunque eso implicó esperar más tiempo para cruzar desde México, el proceso fue más ordenado.
“Hay mucha gente esperando para cruzar”, mencionó Birote. “Todos están esperando noticias, pero siempre hay cambios. Es algo muy confuso”.
Los defensores de los migrantes han documentado decenas de problemas técnicos con la aplicación que han impedido que más inmigrantes puedan programar sus citas. Además, el número de citas diarias disponibles en cada puerto es limitado.
El juez Tigar señaló en su sentencia que muchos migrantes carecen de un teléfono inteligente y que los que esperan en el norte de México a menudo son objeto de violencia.
“La demanda de citas supera la oferta”, escribió.
¿Y ahora qué sigue?
Las políticas fronterizas estadounidenses no nos cuentan toda la historia.
Es posible que, en las últimas semanas, hayan disminuido las detenciones en la frontera entre México y Estados Unidos, pero más hacia el sur, la migración no ha dado muchas señales de descender, lo que indica que muchos migrantes planean llegar a la frontera en las próximas semanas.
La región del Darién es el peligroso tramo de territorio selvático donde se unen Colombia y Panamá que se tiene que atravesar para llegar a pie de Sudamérica a Estados Unidos. Aunque solía considerarse como una zona demasiado peligrosa para cruzar, en los últimos dos años se ha convertido en un camino de migrantes y ha contribuido a la inédita ola de migrantes sudamericanos que llegan a la frontera estadounidense.
El año pasado, 248.000 personas cruzaron esta región, una cifra que muchos funcionarios de Colombia, Panamá y Estados Unidos consideraban impensable. Según las autoridades de migración de Panamá, hasta el lunes, casi 240.000 personas ya habían cruzado este año. (La selva abarca Colombia y Panamá).
Y en el sur, las políticas de Biden parecen haber tenido un efecto limitado.
Alrededor de 40.000 inmigrantes atravesaron el Darién entre marzo, abril y mayo. En junio, tras el anuncio de las políticas de asilo más estrictas en Estados Unidos, la cifra se redujo a 30.000. Pero en julio volvió a subir —mucho más—, con casi 42.000 personas cruzando la selva en los primeros 24 días del mes, según las autoridades panameñas.
La mayoría de los migrantes proceden de Venezuela, país sumido en una crisis económica, humanitaria y política desde hace casi una década. Pero un gran número también procede de Haití y Ecuador, que atraviesan sus propias crisis de seguridad.
Las personas procedentes de China son el cuarto grupo más numeroso en la selva en 2023, con más de 10.000 que han cruzado este año. Miles de esos migrantes son niños.
Michael D. Shear es un corresponsal experimentado de la Casa Blanca y dos veces ganador del Premio Pulitzer que también formó parte del equipo que ganó la Medalla de Servicio Público por la cobertura de la COVID-19 en 2020. Es coautor de Border Wars: Inside Trump’s Assault on Immigration. @shearm
Julie Turkewitz es jefa del buró de los Andes, que cubre Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Surinam y Guyana. Antes de mudarse a América del Sur, fue corresponsal de temas nacionales y cubrió el oeste de Estados Unidos. @julieturkewitz
Edgar Sandoval es reportero de la sección Nacional y escribe de la gente y los lugares del sur de Texas. Antes fue reportero en diarios en Los Ángeles, Pensilvania y Florida. Es autor de The New Face of Small Town America. Más sobre Edgar Sandoval