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Efecto ChatGPT: las universidades cambian sus formas de enseñanza

El mes pasado, mientras calificaba ensayos de su curso de religiones del mundo, Antony Aumann, profesor de Filosofía de la Universidad del Norte de Míchigan, leyó uno que, según él, era sin duda “el mejor ensayo de la clase”. Exploraba la moralidad de la prohibición de las burkas con párrafos limpios, ejemplos adecuados y argumentos rigurosos.

Al instante, una señal de alarma se encendió en su cabeza.

Aumann confrontó a su alumno para saber si había escrito el ensayo. El estudiante confesó haber utilizado ChatGPT, un bot conversacional que da información, explica conceptos y genera ideas en frases sencillas… y, en este caso, había escrito el trabajo.

A Aumann lo alarmó su descubrimiento, por lo que decidió transformar la redacción de ensayos para sus cursos de este semestre. Planea exigirles que escriban los primeros borradores en el salón de clase, utilizando navegadores que monitoreen y restrinjan la actividad de la computadora. En los borradores posteriores, los alumnos tendrán que explicar cada corrección. Aumann, quien tal vez deje de pedir un ensayo en los próximos semestres, también planea integrar ChatGPT en las clases en las que les pedirá a los alumnos que evalúen las respuestas del bot conversacional.

“En las clases, la dinámica ya no será así: ‘Aquí hay algunas preguntas y vamos a hablar del tema entre nosotros como seres humanos’”, comentó, sino que “será así: ‘¿Qué piensa también este robot alienígena?’”.

En todo el país, profesores universitarios como Aumann, directores de departamento y administradores están empezando a reformar las clases en respuesta a ChatGPT, lo cual podría provocar un enorme cambio en la enseñanza y el aprendizaje. Algunos profesores están rediseñando por completo sus cursos, realizando cambios como más exámenes orales, trabajos en grupo y evaluaciones manuscritas en vez de tecleadas.

Las iniciativas forman parte de una lucha en tiempo real contra una nueva ola tecnológica conocida como inteligencia artificial generativa. ChatGPT, que fue lanzado en noviembre por el laboratorio de inteligencia artificial OpenAI, está a la vanguardia de este cambio. En respuesta a instrucciones breves, el bot conversacional genera textos tan articulados y llenos de matices que dan escalofríos y la gente lo utiliza para escribir cartas de amor, poesía, fanficción… y sus tareas de la escuela.

Esto ha trastocado de forma dramática algunas escuelas secundarias y bachilleratos, donde los maestros y administradores intentan discernir si los alumnos utilizan el bot conversacional para hacer sus tareas. Desde entonces, algunos sistemas de escuelas públicas, como los de Nueva York y Seattle, han prohibido la herramienta en las redes wifi y los dispositivos de las escuelas para evitar las trampas, aunque los estudiantes pueden encontrar métodos alternativos para acceder a ChatGPT con facilidad.

En la enseñanza superior, los institutos y las universidades no han prohibido la herramienta de inteligencia artificial porque los administradores dudan de la eficacia de esa maniobra y no quieren transgredir la libertad académica. Al contrario, esto significa que la forma de enseñar está cambiando.

“Intentamos instituir políticas generales que sin duda respaldan la autoridad del miembro de la facultad para dar una clase”, en vez de enfocarse en métodos específicos para hacer trampa, mencionó Joe Glover, rector de la Universidad de Florida. “No va a ser la última innovación con la que tengamos que lidiar”.

Sobre todo, porque la inteligencia artificial generativa está en sus primeros días. Se espera que OpenAI lance pronto otra herramienta, GPT-4, la cual genera mejores textos que las versiones anteriores. Google creó LaMDA, un bot conversacional rival, y Microsoft está considerando una inversión de 10.000 millones de dólares en OpenAI. Otras empresas de Silicon Valley, como Stability AI y Character.AI, también trabajan en herramientas de inteligencia artificial generativa.

Un vocero de OpenAI dijo que el laboratorio reconocía que sus programas podían utilizarse para engañar a la gente y que estaba desarrollando tecnología para ayudar a que las personas identifiquen los textos generados por medio de ChatGPT.

En muchas universidades, ahora ChatGPT ha llegado a la cima de la agenda. Los administradores están creando grupos de trabajo y organizando debates para responder a la herramienta, donde gran parte de la orientación se ha enfocado en la adaptación de esa tecnología.

En escuelas como la Universidad George Washington de Washington D. C., la Universidad Rutgers de New Brunswick, Nueva Jersey, y la Universidad Estatal de los Apalaches en Boone, Carolina del Norte, los profesores están eliminando poco a poco las tareas en casa y a libro abierto, que se convirtieron en un método dominante de evaluación en la pandemia, pero que ahora parecen vulnerables frente a los bots conversacionales. En su lugar, están optando por las tareas en clase, los ensayos escritos a mano, el trabajo grupal y los exámenes orales.

Se acabaron las instrucciones del tipo “escribe cinco páginas sobre esto o aquello”. En su lugar, algunos profesores elaboran preguntas que esperan sean demasiado ingeniosas para los bot conversacionales y les piden a los alumnos que escriban sobre sus propias vidas y los eventos actuales.

Los estudiantes están “plagiando porque las tareas pueden ser plagiadas”, dijo Sid Dobrin, presidente del departamento de inglés de la Universidad de Florida.

Frederick Luis Aldama, catedrático de humanidades de la Universidad de Texas en Austin, dijo que planeaba enseñar textos más nuevos o especializados sobre los que ChatGPT podría tener menos información, como los primeros sonetos de William Shakespeare en vez de El sueño de una noche de verano.

El chatbot puede motivar a “las personas que se inclinan por los textos primarios canónicos para llegar más allá de sus zonas de confort y estudiar cosas que no están en línea”, dijo.

En caso de que los cambios no lleguen a prevenir el plagio, Aldama y otros profesores dijeron que planean instituir estándares más estrictos sobre lo que esperan de los estudiantes y cómo califican. Ahora no es suficiente que un ensayo tenga solo una tesis, una introducción, párrafos de apoyo y una conclusión.

“Tenemos que elevar el nivel”, dijo Aldama. “La imaginación, la creatividad y la innovación en el análisis que solemos considerar un trabajo de categoría A tiene que ir calando en los trabajos de categoría B”.

Las universidades también quieren educar a los estudiantes sobre las nuevas herramientas de inteligencia artificial. La Universidad de Búfalo, en Nueva York, y la Universidad de Furman, en Greenville, Carolina del Sur, señalaron que planeaban incorporar un debate sobre las herramientas de inteligencia artificial en los cursos obligatorios que les enseñan conceptos como la integridad académica a los estudiantes de nuevo ingreso o de primer año.

“Debemos añadir un escenario a este asunto, para que los estudiantes puedan ver un ejemplo concreto”, comentó Kelly Ahuna, quien dirige la oficina de Integridad Académica de la Universidad de Búfalo. “Queremos evitar que ocurran cosas en vez de reaccionar cuando ya suceden”.

Otras universidades están tratando de establecer límites para la IA. La Universidad de Washington en St. Louis y la Universidad de Vermont en Burlington están redactando revisiones de sus políticas de integridad académica para que sus definiciones de plagio incluyan la inteligencia artificial generativa.

John Dyer, vicepresidente de servicios de inscripción y tecnologías educativas en el Seminario Teológico de Dallas, dijo que el lenguaje en el código de honor de su seminario se sentía “un poco arcaico”. Planea actualizar su definición de plagio para incluir el uso de “un texto escrito por un sistema de generación como propio (por ejemplo, ingresar instrucciones en una herramienta de inteligencia artificial y usar el resultado en un documento)”.

Lo más probable es que el uso indebido de herramientas de inteligencia artificial no termine, por lo que algunos profesores y universidades dijeron que planeaban utilizar detectores para erradicar esa actividad. El servicio de detección de plagios Turnitin señaló que este año iba a incorporar más funciones para identificar inteligencia artificial, incluido ChatGPT.

Más de 6000 profesores de las universidades de Harvard, Yale y Rhode Island, entre otras, también se han inscrito para utilizar GPTZero, un programa que promete detectar con rapidez el texto generado por medio de inteligencia artificial, comentó Edward Tian, su creador y estudiante de último año de la Universidad de Princeton.

Algunos estudiantes consideran valioso el uso de herramientas de inteligencia artificial para aprender. Lizzie Shackney, de 27 años, estudiante de las escuelas de Derecho y de Diseño de la Universidad de Pensilvania, ha empezado a utilizar ChatGPT para generar lluvias de ideas y depurar conjuntos de problemas de código.

“Hay disciplinas que quieren que compartas y no quieren que pierdas el tiempo”, dijo, para describir sus clases de Informática y Estadística. “Mi cerebro es útil comprendiendo el significado del código”.

Sin embargo, tiene sus dudas. Según Shackney, ChatGPT a veces explica de forma incorrecta las ideas y cita mal las fuentes. La Universidad de Pensilvania tampoco ha establecido ninguna regulación en torno a la herramienta, por lo que no quiere depender de ella en caso de que la escuela la prohíba o la considere una forma de hacer trampa, comentó.

Otros estudiantes no tienen esos escrúpulos y en foros como Reddit comparten que han entregado trabajos que escribió y resolvió ChatGPT… y a veces también lo han hecho para otros compañeros. En TikTok, se comparten videos de la herramienta mientras escribe ensayos y resuelve problemas de código con la etiqueta #chatgpt, la cual ha acumulado más de 578 millones de visitas.

Un video muestra a un estudiante mientras copia un examen de opción múltiple y lo pega en la herramienta, con el subtítulo: “No sé ustedes, pero voy a hacer que ChatGPT haga mis exámenes finales. Diviértete estudiando”.

Kalley Huang es una becaria enfocada en información tecnológica radicada en San Francisco. Se graduó en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. @KalleyHuang.


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