En otras palabras, a menudo esos conflictos han persistido durante seis o siete décadas. Como las conversaciones de paz son mínimas o inexistentes en muchos casos, es posible que algunas continúen por más tiempo.
Aunque los combates declarados pueden ser poco frecuentes, pues las que Radchenko denomina “fases activas” solo duran unos meses, los periodos de calma suelen requerir una profunda intervención internacional para que perduren. Por ejemplo, los soldados estadounidenses llevan más de 70 años apostados en Corea del Sur.
Es imposible predecir si eso representa el futuro de Rusia y Ucrania, aunque quizá ya describa su estado actual. Los siete años previos a la invasión rusa de 2022 se caracterizaron por enfrentamientos de menor intensidad, con una fuerte diplomacia y apoyo occidentales en favor de Ucrania con el propósito de evitar un conflicto mayor.
Esa pauta demuestra que rara vez un bando vence al otro sin más, sobre todo cuando hay Estados extranjeros dispuestos a intervenir. Y ofrece otra lección: los cambios políticos en esos países rara vez suponen el tipo de avance que los observadores esperan que algún día lleve a Moscú a retirarse. Por ejemplo, la invasión soviética de Afganistán, que duró un decenio, solo se agravó con el ascenso, en 1985, del líder reformista Mijaíl Gorbachov.
Nuevas guerras, viejos patrones
El hecho de que la guerra entre Rusia y Ucrania parezca ajustarse a un viejo patrón, en lugar de trazar una nueva dirección en la guerra, como se había predicho ampliamente, podría ofrecer lecciones más generales para el mundo.
“Las armas estratégicas no han sustituido ni sustituirán a los ejércitos”, escribió Stephanie Carvin, analista canadiense, en un ensayo sobre la trayectoria de la guerra que ha circulado de manera amplia entre los expertos.
Las fuerzas convencionales pueden apoderarse de un territorio y retenerlo, lo que las convierte en la unidad central de la guerra. Nuevas tecnologías como los drones o las comunicaciones por satélite no han alterado esa dinámica, como tampoco lo han hecho nuevos métodos como los ciberataques o la manipulación de los medios de comunicación.