Si estás acostumbrada a ser una supermodelo con la fama suficiente como para que te conozcan por un solo nombre, me imagino que la transición es una sacudida todavía más fuerte y tal vez incluso un poco irritante pues la “esposa de Tom Brady” son cinco sílabas más que “Gisele”.
Por supuesto, estos no son problemas para la gente en matrimonios en los que una persona decide tener una carrera y la otra opta por las labores domésticas y ambos están satisfechos con ese arreglo. No obstante, este colapsa cuando ambos consideran el trabajo que hacen como parte de sus identidades centrales y fracasan las concesiones que hacen.
Casi la mitad de las familias estadounidenses son hogares de dos ingresos. Aunque algunas personas consideran que el trabajo les consume el alma, otros tienen la suerte de tener empleos que encuentran satisfactorios, más que tan solo llevar el salario a la casa (para la mayoría de nosotros, puede ser una u otra cosa cualquier día de la semana). Sin embargo, durante la pandemia, cuando una gran cantidad de personas se salieron de la fuerza laboral para ser cuidadoras, el sesgo de género fue extremo. Y es fácil adivinar a quién favoreció.
En esta encarnación moderna, el matrimonio se ha vuelto menos un contrato entre una pareja y su comunidad, y más una promesa entre dos personas de satisfacer sin ayuda de nadie todas las necesidades del otro. Las narrativas de la cultura popular veneran el matrimonio como un logro por sí mismo, por medio del cual dos personas son perfectas la una para la otra e interdependientes emocional y económicamente, desconectadas de amigos, familia y otros miembros de su comunidad; justo la red de apoyo que podría brindar un sentido de validación y valor cuando ya no puedes jugar fútbol americano a nivel profesional.
Si somos justos, es difícil tener una colaboración equitativa todo el tiempo en el matrimonio. Los roles cambian. Cuando estaba comprometida, un amigo que llevaba tiempo casado me contó algo que le había dicho su padre. Desde entonces, he repetido variaciones de eso muchas veces.
Me dijo que imaginara todas las cosas imprevisibles que podían pasar, cambios drásticos durante tu matrimonio: enfermedades graves, incapacidad, desempleo, ruina económica, la muerte de seres queridos, la muerte de hijos, infidelidades y más. Sin importar cuán maravilloso todo parezca ahora, van a surgir alguna o todas esas situaciones. No hay de otra. Nada permanece igual.
Para las mujeres como Bündchen en matrimonios en los que ambas personas tienen intereses fuera del matrimonio y el hogar, los roles a menudo cambian con base en la disponibilidad, el ingreso, la salud y lo que sea que hayan acordado en la relación. También cambian según las expectativas sociales, e incluso las mujeres ricas como Bündchen, que pueden pagar para que les cuiden a los hijos y ayuda externa y tiene más control sobre su tiempo que muchas de las mujeres que trabajan, siguen sujetas a predisposiciones antiguas: que su rol en esencia es de apoyo y sus ambiciones son secundarias.