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El motín de Wagner tiene similitudes con una rebelión de 1917

Mientras los soldados rusos se preparaban en sus trincheras en Ucrania, un líder militar carismático movilizó súbitamente a sus fuerzas con destino a la capital. Había prometido salvar a la nación de los traidores que la estaban llevando hacia una catastrófica derrota militar.

Los rebeldes se detuvieron justo antes de alcanzar su objetivo, pero las consecuencias del motín contribuyeron a separar a Rusia poco después. El Ejército ya debilitado colapsó, el gobierno se derrumbó y el país se sumió en una guerra civil devastadora.

Estos eventos sucedieron en 1917, pero parece que hace poco estaban muy presentes en la mente del presidente Vladimir Putin cuando reaccionó a un ataque relámpago hacia Moscú llevado a cabo por mercenarios amotinados. La rebelión volvió a exponer el peligro de la participación de Rusia en una guerra prolongada y al parecer imposible de ganar, y muestra cómo la tensión interna puede resquebrajar repentinamente la fachada de estabilidad autoritaria del país.

Putin, un aficionado al revisionismo histórico, le dedicó una parte importante del discurso televisivo que ofreció durante el motín a la caída de Rusia en la Primera Guerra Mundial.

“Las intrigas, las luchas internas, los juegos políticos a espaldas del Ejército y el pueblo provocaron una conmoción inmensa, el colapso de las Fuerzas Armadas y del Estado”, dijo Putin en la noche del 23 de junio. Putin parecía estar refiriéndose a las secuelas de la Revolución de Febrero de 1917, cuando el descontento por el desastroso curso de la guerra por parte de Rusia derrocó a la monarquía y allanó el camino para la toma del poder por parte de los bolcheviques ocho meses después, durante la más conocida Revolución de Octubre. Fue durante ese período volátil que el carismático general nacionalista Lavr Kornílov marchó con sus fuerzas desde el frente hacia Petrogrado, la actual San Petersburgo, que era la capital de Rusia en ese momento. Su objetivo era tomar el poder y restablecer el orden.

Kornílov, un cosaco siberiano, apareció en público rodeado por una escolta de soldados tribales turcomanos de caballería, y carteles con su imagen adornaban las calles de Moscú en 1917. Por su parte, Prigozhin cautivó la imaginación de muchos rusos con los videos gráficos y cargados de improperios que publicó en las redes sociales desde el frente de guerra, rodeado por miembros del grupo Wagner fuertemente armados y con los rostros cubiertos.

Antón Denikin, un general que terminaría siendo el líder de los ejércitos antibolcheviques de Rusia, describió a Kornílov como “un estandarte. Para unos de la contrarrevolución, para otros de la salvación de la madre patria”.

Usando un simbolismo similar, Prigozhin calificó a la incursión de sus fuerzas en Moscú como “la marcha de la justicia”.

A ambos hombres solo les faltaron pocas horas de viaje para llegar a sus destinos, pues no se detuvieron sino hasta que la posibilidad de una matanza masiva se volvió una certeza.

La división de caballería de Kornílov se detuvo justo en las afueras de Petrogrado ante el sabotaje de los trabajadores ferroviarios de izquierda y las súplicas de los líderes de la sociedad civil. Su intento de golpe de Estado, aunque efímero, asestó un impacto mortal al ya de por sí debilitado gobierno interino del socialista moderado Aleksandr Kérenski, ocasionando que no pudiera prevenir una insurrección bolchevique un mes después.

El fracaso del plan de Kornílov también aceleró la desintegración del Ejército ruso. Al igual que con la invasión de Ucrania por parte de Putin el año pasado, Rusia entró a la Primera Guerra Mundial en 1914 esperando un conflicto rápido. En cambio, su Ejército se empantanó en una guerra de desgaste ya perdida contra una Alemania mejor armada en los territorios de la actual Ucrania y otras partes occidentales de lo que había sido el imperio ruso.

“Las consecuencias para el mando del Ejército fueron catastróficas”, escribió Laura Engelstein, historiadora de la Universidad de Yale, sobre el intento de golpe de Estado de Kornílov en Russia in Flames, su libro sobre la Revolución rusa.

El primer oficial de campo de Kornílov, Alexander Krymov, se pegó un tiro poco después. Kornílov y varios otros altos mandos militares fueron arrestados. En el frente de guerra, los soldados se negaron cada vez más a cumplir órdenes, desertaban y disparaban a sus oficiales, a medida que Alemania se adentraba más en Rusia.

Del mismo modo, las columnas de batalla blindadas de Prigozhin viajaron desde la Ucrania ocupada y se detuvieron a unos 200 kilómetros de la capital moderna de Rusia, Moscú, tras encontrar una resistencia mínima de las fuerzas leales al Kremlin. La carrera de Prigozhin hacia Moscú perforó el aura de invencibilidad de Putin, exponiendo la inestabilidad del aparato de seguridad detrás de su gobierno y obligándolo a ofrecer amnistía a los rebeldes para evitar una batalla costosa.

“La esperanza de Rusia de que una guerra prolongada está a su favor y que puede soportar más tiempo que Ucrania es una ilusión peligrosa”, escribió Ruslan Pukhov, director del grupo de investigación de seguridad Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías, con sede en Moscú. “Prolongar la guerra conlleva grandes riesgos políticos para la Federación Rusa”.

Putin y la mayoría de los influyentes analistas militares proguerra de Rusia han denunciado el motín de Wagner como una puñalada por la espalda. Afirman que ha socavado al Ejército en su intento de repeler una amplia ofensiva de las divisiones de asalto ucranianas capacitadas y armadas por los Estados de la OTAN.

La destrucción por parte de Wagner de varios aviones militares rusos y su tripulación en su marcha hacia Moscú solo ha alimentado las acusaciones de traición.

“Todo está permitido ahora”, escribió Igor Girkin, exlíder paramilitar ruso y destacado bloguero de guerra, refiriéndose al motín de Wagner. La autoridad del gobierno de Putin ha sido “absolutamente destruida en casi todas partes”, agregó.

Es demasiado pronto para medir el impacto de la rebelión de Prigozhin en las Fuerzas Armadas rusas. Las principales defensas de Rusia en general se han mantenido desde que Ucrania lanzó la contraofensiva a principios de junio, pero el ritmo del avance ucraniano parece haberse acelerado ligeramente desde el motín.

En los últimos días, Ucrania ha liberado la estratégica aldea de Rivnopil, en la región de Donetsk, y los blogueros militares rusos han afirmado que los soldados ucranianos se han apoderado de zonas pantanosas a lo largo del río Dniéper, cerca de la ciudad meridional de Jersón, en posible preparación de un amplio ataque en esa zona.

Al igual que Kornílov, Prigozhin ha llegado a exagerar las dificultades a las que se enfrenta el Ejército ruso para justificar sus acciones radicales.

“Rusia se despertará un día y se dará cuenta de que incluso Crimea ha sido entregada a Ucrania”, dijo Prigozhin tres días antes de la rebelión. Afirmó, sin aportar pruebas, que la contraofensiva ucraniana estaba reconquistando terreno de manera rápida.

La analogía entre los dos líderes no es perfecta, aseveró Engelstein, la historiadora. Kornílov fue un oficial imperial que intentaba restaurar la autoridad central. Prigozhin, por otro lado, es un líder paramilitar rebelde que intentó derrocar al alto mando militar.

Sin embargo, ambos hombres adoptaron soluciones similares a los problemas percibidos de su país.

“Al igual que Prigozhin, Kornílov creía que los reveses de Rusia en la guerra que estaba librando eran causados por la debilidad de los líderes civiles”, dijo Engelstein.

Después de su arresto, Kornílov finalmente llegó al sur de Rusia, donde organizó una resistencia armada contra el gobierno bolchevique. Murió en una de las primeras batallas de la subsiguiente guerra civil rusa.

Tras la decisión de Rusia de no procesarlo por su insurrección, se dice que Prigozhin llegó el martes a Bielorrusia. Aunque no ha comentado nada sobre sus planes futuros, sus más recientes declaraciones sugieren que el fin del motín no ha atenuado sus ambiciones públicas.

“Muchos están decepcionados de que nos detuviéramos”, dijo Prigozhin en un mensaje de audio el lunes, refiriéndose a los rusos comunes y corrientes. “Porque en la marcha de la justicia vieron, además de nuestra lucha por la supervivencia, un apoyo a su lucha contra la burocracia y otros vicios que existen en nuestro país”.

Anatoly Kurmanaev es corresponsal internacional y cubre la transformación de Rusia tras la invasión a Ucrania. @akurmanaev


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