El lunes, Brasil se despertó a un un momento para el que se había preparado durante mucho tiempo.
El presidente Jair Bolsonaro perdió por poco las elecciones presidenciales frente a su contrincante de izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, pero más de 12 horas después aún no había dicho nada públicamente.
Su silencio era cada vez más inquietante porque Bolsonaro, un líder de extrema derecha a menudo comparado con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha estado advirtiendo durante meses que podría no aceptar la derrota, lo que aumentó la preocupación por la estabilidad del país más grande de América Latina y una de las mayores democracias del mundo.
Hasta las 12 p. m., hora local del lunes (11 p. m, hora del Este de Estados Unidos), Bolsonaro y sus tres hijos dedicados a la política, usuarios prolíficos de las redes sociales, no habían hecho comentarios en público desde que se anunciaron los resultados de las elecciones.