Como la contienda entre el presidente derechista de Brasil, Jair Bolsonaro, y su rival, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha vuelto más reñida, Bolsonaro y sus aliados han intensificado su acercamiento con un bloque de electores clave para su campaña: los cristianos evangélicos.
En los días previos a las elecciones del domingo, el país ha estado inmerso en duros ataques contra Da Silva que en parte buscan convencer a los votantes evangélicos que, según algunos cálculos, representan alrededor del 30 por ciento de la población y se han convertido en unos seguidores muy importantes para Bolsonaro.
El presidente probablemente necesitará a este bloque, que tiende a ser más conservador que otros grupos religiosos en Brasil, para que lo respalden en cantidades significativas con el fin de ganar un segundo mandato.
Bolsonaro ganó más del 60 por ciento de los votos evangélicos en su primera campaña a la presidencia en 2018 y recibió un porcentaje similar durante la primera vuelta en este ciclo electoral.
Los evangélicos son el único grupo religioso que tiene una representación política clara en el Congreso y votan en bloque en ciertos asuntos de interés para los conservadores.
En las últimas semanas, los seguidores de Bolsonaro han acusado a Da Silva de ser un satanista que cerrará las iglesias si gana y lo han descrito como a favor de los derechos al aborto, la legalización de las drogas, y la “ideología de género”, nombre que se le da al movimiento para reevaluar el concepto del género.
Bolsonaro ha amplificado algunas de estas afirmaciones. “Cuando alguien está a favor del aborto, como Lula está a favor, el tipo enciende la luz amarilla”, dijo el presidente en una entrevista reciente en un pódcast, advirtiendo a los votantes sobre Da Silva.
Da Silva, quien ha dicho que se opone a los derechos al aborto y la legalización de las drogas, hace poco tuvo que aclarar que no tiene un pacto con el diablo. (No ha expresado su postura sobre la “ideología de género”).
Bolsonaro también ha conseguido el respaldo de pastores evangélicos que usan sus púlpitos con el fin de presionar a los feligreses para que voten por el presidente.
“Los discursos en las iglesias dicen que esta no es una elección sino una guerra espiritual”, dijo Vinicius do Valle, politólogo y líder del Observatorio de Evangélicos, una organización que estudia su impacto en la sociedad brasileña.
Los aliados de Da Silva han respondido con sus propios ataques al perfil moral de Bolsonaro, al tratar de vincularlo con la masonería y cuestionar sus valores sexuales al señalar un video en el que insinúa tener interés sexual por chicas adolescentes.
A Bolsonaro se le ha acusado de canibalismo debido a otro video, una entrevista de 2016 con The New York Times en la que habla de comer a una persona indígena.
Da Silva, que dijo que “nunca usó la religión” en su campaña, se reunió recientemente con los líderes evangélicos y calificó a Bolsonaro como un “mentiroso compulsivo”.