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Fotos policiales de los acusados de conspirar con Trump: ¿por qué sonríen?

[Última hora: Donald Trump fue fichado en Georgia y las autoridades difundieron su foto policial. Puedes leer más aquí, en inglés].

La típica foto policial suele ser un asunto sombrío: con mala iluminación y gesto taciturno. Es un retrato permanente de la vergüenza, la letra escarlata del sistema legal.

Y, casi por definición, va sin sonrisa.

Pero entre las fotografías que han surgido de la oficina del sheriff del condado de Fulton en Atlanta, donde Donald Trump y otras 18 personas han sido acusadas de conspirar para revertir las elecciones de 2020, hay varias que son peculiarmente alegres.

Jenna Ellis, exabogada de Trump, luce una amplia sonrisa, al igual que David Shafer, expresidente del Partido Republicano de Georgia. Scott Hall, operador político de Trump, no logra reprimir una sonrisita burlona. Sidney Powell, acusada de esparcir teorías de la conspiración desacreditadas sobre las elecciones, deja ver un brillo en los ojos.

Credit…Oficina del sheriff del condado de Fulton vía Associated Press

¿Y qué expresan sin lugar a dudas sus expresiones faciales? Desafío.

El semblante que han puesto para la cámara del sistema de justicia penal, y para el lente de la historia, recuerda los otros papeles de reparto que desempeñan en lo que parece ser una extraordinaria producción del teatro político: uno que concuerda con la afirmación muy repetida por Trump de que la fiscalía es una farsa y una burla.

En la fotografía de Ellis, tomada el miércoles —tan alegre que podría ser una foto de perfil, a no ser por el logotipo de la oficina del sheriff detrás de su hombro— parece a punto de estallar en risas por el lugar donde se encuentra.

La política moderna en tiempos de redes sociales, como casi todo, es una batalla por crear, controlar y definir imágenes. Y la foto policial, inventada en Bélgica en la década de 1840 como una forma útil de identificación, es un nuevo frente en ese combate.

La mayoría de los otros acusados fichados hasta el momento de delitos de conspiración para revertir los resultados de las elecciones de 2020 dejaban ver su serio dilema. Tal vez ninguno más que Rudolph Giuliani, quien apretó los labios, miró con frialdad al frente y frunció el ceño luego de comparecer ante las autoridades el miércoles en Atlanta.

Ellis intentó adueñarse de un proceso que suele verse como humillante o intimidante; ella ha presentado su acusación como una persecución política injusta que debe superarse con fe y optimismo.

Publicó su fotografía policial en internet con una cita de los Salmos: “¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor!”.

Cuando se le pidieron comentarios, Ellis comparó su situación con la de un antiguo cliente, un ministro que desafió una orden de cerrar su iglesia en la pandemia.

“Quienes se burlan de mí, de mi excliente y mi Dios, quieren ver que me quiebro y no tendrán esa satisfacción”, dijo. “Sonreí porque estoy decidida a enfrentar este proceso con valentía y actuando según la fe. No pueden robarse mi alegría”.

Powell y los abogados que representan a Shafer y Hall no respondieron de inmediato a pedidos de comentario.

Haber sido retratado en las instalaciones del condado de Fulton podría ser incluso un símbolo de estatus entre los seguidores de Trump más incondicionales: Amy Kremer, quien ayudo a organizar el mitin previo al motín del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, publicó una foto manipulada en la que aparece, sin sonreír, frente al logotipo del sheriff del condado de Fulton. No se le ha acusado en Georgia.

Se supone que el retrato policial sea un ecualizador, que tanto los poderosos como los desposeídos sean blanco del mismo lente objetivo. Y muchos enemigos de Trump han criticado al Servicio de Alguaciles de EE. UU. por no tomar la foto de la ficha policial (como harían con otros acusados) cuando el expresidente fue fichado por cargos federales en Miami y Washington.

Esta vez será distinto.

Por regla general, los políticos suelen asumir su fichaje en la comisaría como eventos políticos que al final tendrán un peso en el resultado legal.

Cuando a Tom DeLay, líder de la cámara baja, se le acusó de lavado de dinero y conspiración en 2005, se atavió con traje, ajustó su corbata y sonrió de oreja a oreja. Fue una forma astuta de privar a sus oponentes de una imagen que fácilmente podrían usar en anuncios para atacarlo. (Se retiró del Congreso pero su posterior condena fue anulada en apelación).

John Edwards, quien fue senador por Carolina del Norte y candidato demócrata a la vicepresidencia en 2004, sonrió con calidez ante la cámara como si estuviera frente a un simpatizante cuando lo ficharon al imputársele delitos de violación de leyes de financiación de campaña en 2011. Como Ellis, quería transmitir su inocencia y la injusticia de los cargos. (Fue absuelto de uno de los cargos y el gobierno retiró los restantes).

Y en 2014, Rick Perry, entonces gobernador republicano de Texas, ofreció una sonrisa taimada cuando lo ficharon por delitos relacionados con presionar al fiscal de distrito demócrata del condado de Travis para que renunciara. Calificó los cargos de “farsa”, publicó fotos suyas en una heladería poco después y dos años más tarde fue absuelto de todos los cargos.

En la mayoría de los casos, sonreír en la foto policial es una muestra de rebeldía.

Eso ha sido particularmente cierto si se habla de los delincuentes famosos que, en general, han sido casi tan cuidadosos de su imagen como las estrellas de cine o los políticos. Al Capone sonrió en varios retratos policiales así como en su foto de identificación en Alcatraz. Y en la única foto que se le tomó al narcotraficante Pablo Escobar para una ficha policial, luego de que lo arrestaron por narcotráfico en Colombia, parecía casi jubiloso.

Tenía un buen motivo. Los cargos fueron retirados rápidamente.

Glenn Thrush cubre el departamento de Justicia. Se unió al Times desde 2017, luego de haber trabajado para Politico, Newsday, Bloomberg News, The New York Daily News, The Birmingham Post-Herald y City Limits. Más de Glenn Thrush

Maggie Haberman es corresponsal política sénior y autora de Confidence Man: The Making of Donald Trump and the Breaking of America. Formó parte del equipo que ganó un premio Pulitzer en 2018 por informar sobre los asesores del presidente Trump y sus conexiones con Rusia. Más de Maggie Haberman


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