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La deforestación amazónica, tema clave en la campaña en Brasil

La selva amazónica en Brasil ha experimentado un fuerte aumento en los niveles de deforestación y minería ilegal, violencia contra los activistas ambientales y pueblos indígenas y una flexibilización en la aplicación de las regulaciones ambientales durante la gestión del presidente Jair Bolsonaro.

Ahora, cuando los brasileños se disponen a votar en la segunda vuelta presidencial del domingo, el futuro de la selva tropical se ha convertido en un tema urgente.

“Todos los candidatos, les guste o no, están teniendo que expresar sus puntos de vista sobre la Amazonía”, dijo Natalie Unterstell, directora del instituto de investigación en políticas del clima Talanoa, en Brasil. “La Amazonía pone a Brasil en la geopolítica mundial. Es donde hacemos una diferencia”.

La destrucción de la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo y con un 60 por ciento de su área en Brasil, es una amenaza para el clima de la Tierra, ya que ayuda a mantener fuera de la atmósfera decenas de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono.

Desde que asumió el poder en 2019, Bolsonaro ha impulsado las industrias que favorecen la destrucción de la selva, relajó las regulaciones para ampliar la tala y la minería en la Amazonía y redujo las protecciones ambientales. También recortó fondos federales y personal, lo que debilitó a las agencias que hacen cumplir las leyes ambientales e indígenas.

Sin embargo, al dirigirse a los líderes mundiales en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Bolsonaro dijo que más de 80 por ciento de la Amazonía está intacta y que sigue siendo hogar de más de 20 millones de personas indígenas. También le dijo a la asamblea que Brasil era “referente para el mundo” en la protección de la biósfera.

Por su parte, Luíz Inácio Lula da Silva prometió que detendría la deforestación y la minería ilegal si lo eligen presidente, así como una discusión abierta sobre un modelo económico diferente para el bosque tropical.

“Quiero cuidar la Amazonía, no para convertirla en un santuario de la humanidad, sino para explorar su biodiversidad a través de la investigación y la asociación con otros países”, dijo recientemente Da Silva en una entrevista radial.

Más allá de quién sea elegido presidente, las disputas sobre el futuro de la selva seguirán presionando a Brasilia, la capital. El 2 de octubre, los brasileños eligieron a varios miembros del Congreso que pueden extender más las fronteras de la agroindustria y la minería hacia la selva tropical.

Ricardo Salles, el exministro de Medioambiente de Bolsonaro que renunció luego de que lo acusaran de estar involucrado en la tala ilegal, fue elegido para el Congreso, aunque todavía enfrenta cargos relacionados con el caso.

Una de las principales impulsoras de una mayor protección de la Amazonía, Joênia Wapichana, la única representante indígena en la capital de Brasil, no fue reelegida. Sin embargo, dos nuevas representantes indígenas, Sônia Guajajara y Célia Xakriabá, ganaron escaños.

“La misma mano que sostiene la motosierra en el bosque es la mano que permite que el Congreso mate nuestros derechos”, dijo Xakriabá en una entrevista. “Más de 250 proyectos de ley revirtieron la protección del medioambiente y la tierra, y lucharemos contra ellos”.

Unterstell dijo que había mucho que hacer para que Brasil se aleje de los combustibles fósiles y atienda el asunto de la justicia climática de tal forma que ayude a aquellos, como los pueblos indígenas, que viven amenazados por el empeoramiento de las condiciones ambientales.

“El próximo gobierno va a definir el destino de la selva”, dijo.

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