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La disminución de la población en China podría tener repercusiones graves para la economía mundial

Nuevos datos publicados recientemente por el gobierno chino revelaron que la población del país ha comenzado a reducirse, un cambio trascendental que tendrá un gran efecto dominó tanto a nivel nacional como mundial.

El 17 de enero, el gobierno dijo que en 2022 las muertes en China superaron en número a los nacimientos por primera vez en décadas.

Esto podría significar el fin de la posición de China como el país más poblado del mundo, una transición que podría, a largo plazo, remodelar profundamente la economía mundial. Se espera que la población total de India supere a la de China a fines de este año, según un cálculo reciente de Naciones Unidas. A continuación, te presentamos las razones por las que economistas y otros están alarmados por estos cambios.

Durante años, la enorme población china con edad para trabajar impulsó el motor económico mundial, abasteciendo a los trabajadores de las fábricas cuya mano de obra barata producía bienes que se exportaban a todo el mundo.

A largo plazo, la escasez de trabajadores en las fábricas en China —impulsada por una fuerza laboral más educada y una población de jóvenes cada vez menor— podría aumentar los costos para los consumidores fuera del país, lo que podría exacerbar la inflación en naciones como Estados Unidos, que dependen en gran medida de los productos chinos importados. Ante el aumento de los costos laborales en China, muchas empresas ya han trasladado sus operaciones de manufactura a países con salarios más bajos, como Vietnam y México.

Una población cada vez más pequeña también podría significar una disminución en el gasto de los consumidores chinos, lo que amenazaría a las marcas mundiales que dependen de las ventas de productos a China, desde los teléfonos inteligentes de Apple hasta los zapatos deportivos de Nike.

A corto plazo, una tasa de natalidad en picada supone una gran amenaza para el sector inmobiliario chino, que representa aproximadamente una cuarta parte de la producción económica del país. El crecimiento de la población es un impulsor clave de la demanda de vivienda, y la propiedad de vivienda es el activo más importante para muchos chinos. Durante los confinamientos pandémicos generalizados que frenaron el gasto de los consumidores y el crecimiento de las exportaciones, la economía del país se volvió aún más dependiente del sector inmobiliario, que ya estaba en crisis.

A largo plazo, con menos personas en edad laboral, el gobierno podría tener dificultades para pagarle a una enorme población que envejece y vive más tiempo. Un informe de 2019 de la Academia China de Ciencias Sociales predijo que el principal fondo de pensiones del país se quedaría sin dinero para 2035, en parte debido a la reducción de la fuerza laboral.

Los economistas han comparado la crisis demográfica de China con la que estancó el auge económico de Japón en la década de 1990.

Pero China no tiene los mismos recursos que un país como Japón para proporcionarle una red de seguridad a su población que envejece. Los hogares chinos viven, en promedio, con ingresos mucho más bajos que en Estados Unidos y otros lugares. Muchos residentes chinos mayores dependen de los pagos de pensiones estatales como fuente clave de ingresos durante su jubilación.

China también tiene una de las edades de jubilación más bajas del mundo, la mayoría de los trabajadores se jubilan a los 60 años. La situación ha impuesto una enorme presión no solo sobre los fondos de pensiones estatales sino también sobre el sistema hospitalario del país.

China introdujo la política del hijo único a fines de la década de 1970, al argumentar que era necesario evitar que el crecimiento de la población alcanzara niveles insostenibles. El gobierno impuso multas onerosas a la mayoría de las parejas que tenían más de un hijo y obligó a cientos de millones de mujeres chinas a abortar. Muchas familias favorecieron a los niños sobre las niñas, a menudo abortando a las niñas o abandonándolas al nacer, lo que resultó en un gran excedente de hombres solteros en la población china.

China anunció la disminución de las restricciones sobre el tamaño de la familia en 2013, pero muchos expertos en demografía dijeron que el cambio había llegado demasiado tarde para cambiar la trayectoria de la población del país.

Las iniciativas del gobierno para estimular una explosión de natalidad y así resolver la crisis demográfica —incluida la oferta de donaciones en efectivo y la flexibilización de la política del hijo único que permite tres hijos— no han logrado estabilizar la caída de las tasas de natalidad. Las mujeres chinas educadas retrasan cada vez más el matrimonio y eligen no tener hijos, disuadidas por el alto costo de la vivienda y la educación.

China tampoco ha estado dispuesta a flexibilizar las leyes de inmigración en aras de aumentar la población, emitiendo a lo largo de su historia relativamente pocas tarjetas de residente para reponer su fuerza laboral cada vez más reducida.

Con el objetivo de abordar la escasez de mano de obra, China ha subcontratado la producción poco calificada a otros países de Asia y ha incrementado la automatización de sus fábricas, con la esperanza de depender más de los sectores de inteligencia artificial y tecnología para el crecimiento futuro.

Nicole Hong escribe sobre la economía de Nueva York. Antes de incorporarse al Times, fue reportera de asuntos policiales para The Wall Street Journal, donde formó parte de un equipo que ganó el Pulitzer en 2019 en la categoría de Reportajes Nacionales.

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