En la Revolución naranja de Ucrania de 2014, por ejemplo, se produjo un momento decisivo cuando la policía antidisturbios del país, que había perdido la fe en la capacidad del gobierno para aislarlos de la persecución u otras consecuencias, se negó a desalojar a los manifestantes de la plaza que habían ocupado en la capital. Su abandono del gobierno resultó ser un punto de inflexión, y este se derrumbó poco después.
En cambio, durante los disturbios del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, la actuación decisiva de la Policía del Capitolio protegió a los integrantes del Congreso y a su personal, y acabó por controlar los disturbios.
Por supuesto, la policía también puede desempeñar un papel más directo en las crisis electorales. En Kenia, en 2007, por ejemplo, el país estalló en violencia tras acusaciones creíbles de manipulación de votos contra el presidente en funciones. Más tarde, una investigación oficial encontró pruebas de que el gobierno había desplegado 1600 agentes de policía vestidos de civil “para actuar como agentes del gobierno en la interrupción de los procesos electorales o su participación en ellos”, y que los agentes de policía habían matado posteriormente a más de 400 personas y participado en violaciones, saqueos y otros delitos durante la violencia postelectoral.
‘Activaron un sistema de frenos’
En Brasil, Bolsonaro ha pasado años cortejando el apoyo de los oficiales de la policía militar del país, unidades fuertemente armadas que alguna vez fueron parte del ejército durante los años de dictadura del país, pero que ahora dependen de los gobernadores civiles, dijo Yanilda María González, una politóloga de la Universidad de Harvard que estudia la policía en el continente americano. Esto ha suscitado la preocupación de que la policía pueda respaldar a Bolsonaro en un intento de golpe de Estado, negarse a actuar contra un levantamiento de sus partidarios o ir a la huelga si su oponente es declarado ganador.
Adilson Paes de Souza, un teniente coronel retirado de la policía militar que ahora es investigador de psicología policial, dijo que cree que la policía militar es, como individuos, en su mayoría pro-Bolsonaro. Pero el apoyo personal no significa necesariamente que la policía como institución participaría, o se negaría a intervenir, en un levantamiento o golpe de Estado después de las elecciones.
En el último año, las autoridades estatales han tomado medidas para reprimir la actividad política de la policía, que tiene prohibido hacer declaraciones políticas públicas. En agosto de 2021, por ejemplo, el gobernador de São Paulo despidió a un comandante de la policía que había publicado un llamamiento público en Facebook para que la gente asistiera a un mitin de Bolsonaro el 7 de septiembre, día de la independencia de Brasil. Esa misma semana, los gobernadores de los estados del país plantearon la cuestión del apoyo de la policía a Bolsonaro en una reunión, y reiteraron la importancia de garantizar que se mantuvieran dentro de los límites legales y constitucionales.