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La primera deflación global comenzó

De por sí es difícil elegir la tasa de interés correcta para una sola economía. ¿Cómo se puede seleccionar la tasa adecuada si todos tus vecinos también alzan sus tasas? Cuando un banco central aumenta las tasas de interés, uno de los efectos que aprovecha para reducir la inflación es que se aprecia la moneda. Las tasas de interés más altas atraen a los inversionistas extranjeros, lo que impulsa el tipo de cambio al alza. Una moneda más fuerte abarata las importaciones y reduce la inflación. Es la política clásica de “empobrecer al vecino”.

La solidez del dólar en 2022 abarata las importaciones estadounidenses, pero, al mismo tiempo, alza los precios para el resto de los países que pagan su petróleo, por ejemplo, en dólares. En respuesta a esta inflación importada, a otros bancos centrales casi no les queda más remedio que alzar las tasas de interés todavía más, lo que perpetúa un círculo vicioso. En este círculo de estira y afloja, es impredecible el resultado final para el tipo de cambio, pero lo que sí hará es llevar las tasas de interés a niveles que nadie habría elegido por su cuenta.

Encima, no es el único efecto secundario que debe preocuparnos en esta primera desinflación mundial. El precio de los bienes no solo depende del tipo de cambio, sino también del equilibrio entre la oferta y la demanda, tanto en los mercados mundiales como en los nacionales. Durante la recuperación económica de la COVID, la inflación en Estados Unidos se vio impulsada no solo por el exceso de demanda en casa, sino también por los cuellos de botella en las cadenas de suministro de China.

Ahora ocurre lo contrario. Cuando muchos bancos centrales suben su tasa de interés, no solo desinflan su propia economía; también cambian el equilibrio entre la oferta y la demanda para todos los demás. Si estos efectos secundarios no se toman en cuenta, podríamos terminar con más desinflación de la necesaria.

Por ahora, solo podemos adivinar el alcance que tendrán estos efectos secundarios globales. Contamos con cálculos de efectos inflacionarios positivos. Pero la desinflación global es un territorio menos explorado.

Lo que es peor, hay otra cosa que tampoco sabemos. Incluso si seleccionáramos las tasas de interés adecuadas para desinflar la economía mundial a un costo mínimo, ¿una economía mundial que se ha acostumbrado a tasas de interés ultrabajas podrá resistir la tensión de las tasas positivas? Durante al menos una década, lo lógico ha sido acumular deuda.

Ante el alza de tasas, aunque siguen siendo negativas en su mayoría en términos reales, algunos deudores estarán en dificultades. Compadezco en particular a las empresas y países de todo el mundo que obtuvieron préstamos en dólares, en una cantidad que superaba los 22 billones de dólares para 2019, y ahora deben efectuar pagos a un tipo de cambio más alto. Si se ven en dificultades para cubrir el pago de sus deudas, lo más probable es que primero recorten otros gastos, lo que agravará la recesión, y luego intenten reestructurar sus deudas. Llegados a ese punto, la recesión se convertirá en una crisis y provocará el fracaso rotundo de las empresas y los países emisores de deuda.

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