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Lo que revela el incidente del globo chino que sobrevoló EE. UU.

La admisión del general Ryder plantea la duda de si Estados Unidos ha fracasado en imponer una línea roja en lo que respecta a la vigilancia por globo y, en efecto, eso ha hecho que China actúe cada vez con más audacia.

“El hecho de que ya hayan ingresado al espacio aéreo no es consuelo”, dijo Amy B. Zegart, una investigadora sénior en la Hoover Institution y autora de Spies, Lies and Algorithms, que trata sobre las nuevas tecnologías de la vigilancia ubicua. “Debimos tener una estrategia antes”, dijo, y “debimos haber señalado nuestros límites mucho antes”.

A pesar de esto, el espionaje mutuo entre superpotencias no es nada nuevo, ni siquiera con globos. A mitad de la década de 1950, el presidente Dwight Eisenhower autorizó vigilar a la Unión Soviética alzando globos con cámaras que volaron “sobre países del bloque soviético bajo el subterfugio de investigación meteorológica”, según un artículo publicado por los Archivos Nacionales en 2009. “Generó más protestas del Kremlin que inteligencia de utilidad”, reportó el autor del artículo, David Haight, un archivista de la Biblioteca Eisenhower.

Con la llegada de los primeros espías satélite, los globos parecieron quedar obsoletos.

Ahora están volviendo porque si bien los satélites espía pueden verlo casi todo, los globos equipados con sensores de alta tecnología pueden planear sobre un lugar durante mucho más tiempo y son capaces de captar transmisiones de radio, celular y otras que desde el espacio son indetectables.

Es por eso que el avistamiento del globo en Montana fue clave: en los últimos años, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por su sigla en inglés) y el Comando Estratégico de Estados Unidos, que supervisa el arsenal nuclear del país, han estado modificando las comunicaciones con las instalaciones de armas nucleares. Ese sería uno, pero solo uno, de los objetivos naturales del Ministerio de Seguridad del Estado en China, que supervisa muchos de sus ataques a la seguridad nacional.

La NSA, por supuesto, también tiene en la mira a China. Con las revelaciones de Edward Snowden, el excontratista que divulgó muchas de las operaciones de la agencia hace una década, el mundo se enteró de que Estados Unidos había ingresado a las redes de Huawei, la empresa china de telecomunicaciones y también rastreaba los movimientos de líderes chinos y soldados encargados de trasladar armas nucleares. Ese es solo un atisbo de la vigilancia que Estados Unidos despliega en China.

Esas actividades apoyan el argumento de que todo el mundo lo hace. Porque, aunque suelen realizarse a escondidas –excepto cuando se revela de vez en cuando algún hackeo grande–, rara vez se inmiscuyen en la política nacional. Pero eso está cambiando.

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