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Los errores e imprecisiones de Joe Biden afectarían su imagen

WASHINGTON — El 5 de octubre, de pie frente a residentes de Florida que habían perdido todo a causa del huracán Ian, el presidente Joe Biden compartió recuerdos sobre el día en que su propia casa estuvo a punto de quedar destruida, hace 15 años. “No perdimos la casa como tal, pero cayó un rayo y perdimos una gran parte”, dijo.

Biden ya había hecho alusión a ese incidente en otras ocasiones; en una de ellas, comentó que sabe qué se siente “que la casa se queme con mi esposa dentro”.

De hecho, las noticias sobre el incidente apenas y lo describieron como “un pequeño incendio localizado en la cocina” e incluyeron una cita del jefe de bomberos local en Delaware, quien indicó que “el incendio quedó bajo control en 20 minutos”.

Esta no es la única ocasión en que ha relatado historias un tanto desmesuradas.

La biografía exagerada que Biden comparte incluye una época intensa de activismo a favor de los derechos civiles en la que lo arrestaron varias veces. Ha dicho que fue un estudiante galardonado que obtuvo tres grados de licenciatura. Apenas la semana pasada, en un discurso en la isla de Puerto Rico, devastada por el huracán, comentó que había crecido “políticamente, en la comunidad puertorriqueña en casa”.

Desde hace más de cuatro décadas, Biden ha utilizado anécdotas sencillas como una herramienta para relacionarse con su público, y con frecuencia añade la frase “¡No es broma!” a la mitad del relato para recalcar que lo que dice es cierto. El problema es que las historias casuales de Biden muchas veces parecen más bien fábulas, pues las fechas no siempre son exactas, incluye detalles exagerados o equivocados y hace ciertos ajustes para llamar la atención de la audiencia.

Las exageraciones e inexactitudes de Biden no se comparan en absoluto con las de su predecesor, que en sus cuatro años en la presidencia dijo un “tsunami de mentiras” según un verificador de datos del Washington Post, y cuyas exageraciones CNN describió como “una impresionante avalancha de incorrecciones diarias”.

El expresidente Donald Trump mentía constantemente, no solo sobre detalles triviales (como cuando insistió en que no había llovido el día de su toma de posesión, aunque sí llovió), sino también sobre momentos significativos, por ejemplo, la confusión que creó en la pandemia, la gran mentira de que Biden se había robado las elecciones de 2020 y la declaración falsa de que sus partidarios no habían atacado el Capitolio el 6 de enero de 2021.

Los relatos ficticios de Biden no llegan en absoluto a esas dimensiones. No obstante, son emblemáticos de la incapacidad del presidente, en casi cinco décadas de vida pública, de sacudirse del hábito de crear narrativas adornadas, que en ocasiones solo tienen una ligera relación con los hechos, para crear su identidad política. Por si esto fuera poco, le proporcionan municiones políticas a los republicanos que quieren hacerlo parecer muy débil para postularse a la reelección en dos años.

Sus anécdotas se han cuestionado en repetidas ocasiones en la esfera pública, desde su campaña presidencial en 1987, cuando se vio obligado a retirarse de la contienda porque intentó adoptar la historia de vida de alguien más y mintió sobre su trayectoria académica.

“Obviamente, tiene esta tendencia, en la que es un hombre bueno y decente que en política ha sentido que podía estirar la verdad hasta cierto punto como prácticamente todos los presidentes han hecho”, dijo Eric Alterman, el autor de Lying in State: Why Presidents Lie — and Why Trump Is Worse y profesor de la City University of New York.

“Con Biden, la gente ha decidido que este no es el tipo de mentiras que importa”, añadió Alterman. “Son el tipo de mentiras que nos cuentan los abuelos”.

Personal de la Casa Blanca expresó su desacuerdo con la descripción de Biden como un “exagerador en serie” y subrayó el enorme contraste con su predecesor.

“El presidente Biden ha restaurado la honestidad y la integridad en el Despacho Oval”, señaló Andrew Bates, vocero de la Casa Blanca. “Tal como prometió, les habla con la verdad a los estadounidenses, con toda franqueza, y se precia de presentar con claridad sus metas y sus valores a la nación; entre otras cosas, comparte experiencias de vida que han forjado su perspectiva y con las que se identifica la gente trabajadora”.

Sin embargo, algunos expertos en ética comentaron que Biden no puede usar como excusa los contrastes con Trump.

“Me preocupan los efectos destructivos que puede tener en la democracia que los políticos adopten como estándar ser ‘más honestos que Donald Trump’”, explicó Michael Blake, profesor de filosofía, política pública y gobernanza en la Universidad de Washington.

Dos días antes de sus declaraciones en Fort Myers, Florida, Biden hizo los comentarios sobre la comunidad puertorriqueña en el hogar de su infancia, Delaware, durante su recorrido para evaluar la destrucción sufrida en la isla.

Parecía decir que era uno de ellos.

Pero lo cierto es que Biden no mencionó ni una sola vez a Puerto Rico en sus biografías. Además, ningún funcionario pudo dar ejemplos específicos de proyectos de Biden relacionados con problemas de esa isla, aunque Ted Kaufman, antiguo jefe de personal de Biden, intentó defender la descripción de su amigo cercano mencionando que Biden había interactuado personalmente con los puertorriqueños al inicio de su carrera, al igual que con otros grupos, como la comunidad judía o la negra.

“Ya sabes, todo ese tipo de asistencia social que haces”, dijo Kaufman. “Eran muy dedicados. Además, él iba a sus eventos”.

Muchos presidentes, por supuesto, han estirado la verdad, en formas grandes y pequeñas.

Bill Clinton mintió bajo juramento cuando dijo: “No tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky”. Ronald Reagan insistió en que no “intercambió armas ni nada por rehenes” durante la investigación de Irán-contra.

Al igual que Biden, Reagan exageró sus propias acciones, al decir una vez que había filmado imágenes de los campos de concentración nazis al final de la Segunda Guerra Mundial. Nunca lo hizo.

Los críticos de Biden han aprovechado estos datos falsos para acusarlo de mentir intencionalmente o bien argumentar que la edad avanzada lo hace olvidadizo.

“Cuando mientes sobre cosas importantes, también mientes sobre cosas sin importancia”, señaló este año Greg Kelly, conductor del canal conservador Newsmax, “y siempre en sentido político, siempre para intentar ganarse a la gente, y con exageraciones para todo”.

La tendencia de Biden a exagerar situaciones puede rastrearse, al menos, hasta su primera campaña presidencial.

Durante esa primera campaña en 1987, Biden comentó que había “cursado estudios en la facultad de Derecho con una beca académica completa”, presumió de haber “terminado en la mitad superior” de su grupo e insistió en que se había “graduado con tres títulos de nivel licenciatura”.

Lo cierto es que, como admitió más tarde, solo tuvo una beca parcial, ocupó el lugar número 76 de un grupo de 85 estudiantes de Derecho y se graduó como licenciado (con especialización doble, en Historia y Ciencias Políticas).

“Exagero cuando estoy enojado”, dijo Biden a The New York Times en septiembre de 1987, “pero nunca he ido por ahí diciendo cosas que no son ciertas sobre mí”.

La controversia se produjo poco después de que Biden admitiera haber plagiado partes de un discurso de Neil Kinnock, el líder del Partido Laborista en Gran Bretaña en aquel momento. Luego abandonó la contienda presidencial.

Treinta y dos años más tarde, mientras hacía campaña para la presidencia en 2019, Biden describió cómo había viajado a Afganistán para otorgarle una Estrella de Plata a un capitán de la Marina por recuperar el cuerpo de un compañero estadounidense de un barranco de 18 metros.

“Esta es la verdad de Dios”, dijo, repitiendo una historia que había contado muchas veces, “mi palabra de Biden”.

Pero, como señaló The Washington Post, fue un especialista del Ejército, no un capitán de la Marina, quien había rescatado a su compañero. El expresidente Barack Obama, y no Biden, concedió a ese soldado la Medalla de Honor Presidencial, no la Estrella de Plata. Y la ceremonia sucedió en la Casa Blanca, no en Afganistán.

Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que Biden se refería a otro momento, años más tarde, cuando fue a Afganistán para concederle una Estrella de Bronce a un soldado del Ejército. Pero como dijo The Post: “En el espacio de tres minutos, Biden se equivocó en el período de tiempo, el lugar, el acto heroico, el tipo de medalla, la rama militar y el rango del receptor, así como en su propio papel en la ceremonia”.

Desde que llegó a la presidencia el año pasado, ha seguido alterando la verdad.

Al menos en cuatro ocasiones, Biden ha descrito un viaje en Amtrak para visitar a su madre enferma en 2015 o 2016, recordando una conversación con un amable conductor del tren. Pero la madre de Biden murió en 2010. El conductor también llevaba varios años muerto en 2015.

El año pasado, Biden dijo que recordaba haber “pasado tiempo” e “ido a” la Sinagoga del Árbol de la Vida, donde 11 personas fueron masacradas en 2018. La Casa Blanca admitió más tarde que nunca la había visitado, pero que había hablado con el rabino por teléfono.

Quizá las historias más curiosas que Biden todavía cuenta son las que se refieren a sus encuentros con la ley.

Este mismo año, Biden dio a entender durante un discurso sobre el derecho al voto en Atlanta que lo habían arrestado por manifestarse a favor de los derechos civiles.

“Como soy tan viejo, también estuve allí”, dijo. “Creen que es una broma. Parece que fue ayer cuando me arrestaron por primera vez”.

No hay ninguna prueba de que lo hayan arrestado por participar en una manifestación de derechos civiles.

Durante la campaña de 2020, mencionó que lo habían arrestado una vez que fue a visitar a Nelson Mandela en Sudáfrica. Más tarde, admitió que la policía le había impedido moverse, pero que no lo habían detenido. En 2008, afirmó que lo habían arrestado en sus años universitarios por seguir a un grupo de chicas e ingresar a un dormitorio femenino, cosa que no ocurrió y admitió años después. En 2007, dijo que un agente del Capitolio lo había arrestado cuando era un estudiante de 21 años en 1963. No obstante, en su biografía escribió que el agente “no me arrestó ni nada”.

La Casa Blanca dijo que en el discurso sobre el derecho al voto Biden se refería a una historia que le contó su madre sobre cuando era adolescente y fue llevado a casa por la policía después de estar junto a una pareja negra durante una manifestación contra la segregación.

Los funcionarios del gobierno señalaron otras entrevistas en las que dijo: “Yo no era John Lewis. No quiero insinuar eso”.

Pero Blake hizo notar que la acumulación de tantas situaciones podría tener efectos negativos, incluso si Biden tiene excusas y explicaciones para instancias particulares de imprecisión.

“Intenta crear cierta imagen y presentarse como una persona empática, conocedora y con conexiones con las personas que no se parecen a él”, dijo Blake.

“Pero surgen problemas”, añadió, “cuando puede comprobarse que se trata de una historia falsa, pues en ese momento se desvanece la confianza en esa historia”.

Michael D. Shear es un corresponsal veterano de la Casa Blanca y dos veces ganador del Premio Pulitzer que también formó parte del equipo que ganó la Medalla de Servicio Público por la cobertura de la COVID-19 en 2020. Es coautor de Border Wars: Inside Trump’s Assault on Immigration. @shearm

Linda Qiu es una reportera de verificación de datos radicada en Washington. Llegó al Times en 2017 después de trabajar en PolitiFact, un servicio de verificación de datos. @ylindaqiu


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