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Marcela Guerrero, la curadora del Whitney que agita el mundo del arte

“Transformando espacios” es una serie sobre mujeres que impulsan el cambio en lugares a veces inesperados.


Marcela Guerrero acababa de empezar como curadora en el Whitney Museum of American Art en 2017 cuando el huracán María azotó Puerto Rico, donde nació y creció.

“Pensaba: ‘¿Cómo puedo ayudar?’”, recordó en una entrevista reciente. “Tengo una plataforma importante. Hay algo que puedo decir”.

El resultado es no existe un mundo poshuracán: Puerto Rican Art in the Wake of Hurricane Maria, que se inauguró el 23 de noviembre en el museo, en Nueva York, y que se anuncia a sí misma como “la primera exposición académica centrada en el arte puertorriqueño que organiza un gran museo estadounidense en casi medio siglo”.

Cinco años después de convertirse en la primera curadora del Whitney especializada en arte latino, Guerrero ha tenido un impacto significativo en este campo, cuando la población hispana del país sigue creciendo y los museos intentan reflejar y atraer a públicos más diversos.

“Como primera curadora puertorriqueña en el Whitney, se encuentra en el lugar adecuado en un momento en el que el arte latino está emergiendo como una fuerza a tener en cuenta”, dijo Mari Carmen Ramírez, que en 2001 se convirtió en la primera curadora de arte latinoamericano en el Museo de Bellas Artes de Houston, cuando se creó un departamento de arte latino. “Todos esperamos que contribuya a esta transformación de manera significativa”.

Esa transformación ha sido notable, si bien gran parte de la atención en torno a la diversidad se ha centrado en los artistas y curadores negros a raíz del movimiento Black Lives Matter. Un hito fue que, a mediados de diciembre, por ejemplo, el director de museo brasileño Adriano Pedrosa fue nombrado curador de la Bienal de Venecia de 2024, convirtiéndose en el primer latinoamericano en organizar la exposición de arte contemporáneo más longeva del mundo.

En 2021, E. Carmen Ramos, anteriormente responsable de arte latino en el Museo Smithsonian de Arte Estadounidense, fue nombrada curadora jefe y responsable de curaduría de la Galería Nacional de Arte de Washington, D.C.

En 2020, Pilar Tompkins Rivas fue designada curadora jefe y subdirectora de curaduría y colecciones del Lucas Museum of Narrative Art de Los Ángeles. En 2019, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles ascendió a Rita Gonzalez a jefa de arte contemporáneo.

El Smithsonian se encuentra en las primeras fases de planificación de un Museo Nacional del Estadounidense Latino para el National Mall, una ubicación que los miembros del Caucus Hispano del Congreso habían instado al presidente Joe Biden a apoyar.

Y en 2021, la Fundación Andrew W. Mellon y la Fundación Ford crearon las Becas para Artistas Latinx, concediendo a 15 artistas 50.000 dólares para cada uno.

Los cambios que Guerrero ha ayudado a impulsar en el Whitney son evidentes en todo el museo: textos murales y catálogos bilingües; nuevas técnicas de mercadeo para llegar a públicos diversos; adquisiciones y exposiciones que integran a artistas latinos.

El año pasado fue ascendida de curadora adjunta a curadora asociada, un puesto con dotación económica.

“Es una auténtica visionaria”, afirmó Scott Rothkopf, director adjunto y curador jefe del museo. “Ha tenido un impacto realmente transformador en el museo en términos de programa, en cómo pensamos sobre lo Latinx, en torno a las traducciones, en torno al público, en torno a nuestras asociaciones y en torno a quién consideramos que es nuestra comunidad”.

Guerrero —que tiene 42 años y es doctora en historia del arte por la Universidad de Wisconsin, Madison— llegó al Whitney procedente del Museo Hammer de Los Ángeles, donde como becaria de curaduría participó en la exposición de 2017 Radical Women: Latin American Art, 1960-1985.

Antes del Hammer, Guerrero trabajó en el departamento de arte latinoamericano y latino en el Museo de Bellas Artes de Houston, donde se desempeñó como coordinadora de investigación para el Centro Internacional para las Artes de las Américas.

En el Whitney, Guerrero colaboró en 2020 en la organización de Vida Americana: Mexican Muralists Remake American Art, 1925-1945. También fue curadora de la exposición de 2018 Pacha, Llaqta, Wasichay: Indigenous Space, Modern Architecture, New Art, que presentó la obra de siete artistas latinos emergentes.

Mientras que algunos pueden verla como una pionera, Guerrero se ve a sí misma como parte de un esfuerzo de diversidad más amplio en curso en el Whitney y en museos de todo el país.

“Se trata de replantear la forma en que contamos la historia del arte estadounidense”, dijo. “Asumimos la responsabilidad colectiva de ampliar nuestro alcance y abordar partes de nuestra colección que hemos descuidado”.

Guerrero dijo sentir el apoyo de curadores de otras instituciones, como Susanna V. Temkin, del Museo del Barrio, Carmen Hermo, del Museo de Brooklyn, y Vivian Crockett, del New Museum.

“Pienso en otras personas de todo Estados Unidos que hacen el mismo trabajo, desde pequeños museos a grandes museos”, dijo. “Todos nos conocemos y podemos contar los unos con los otros”.

Otros curadores, a su vez, dicen haberse inspirado en Guerrero. Cecilia Fajardo-Hill, historiadora del arte y curadora que organizó la exposición Radical Women en el Hammer, dijo que el papel de Guerrero “ha sido el de una investigadora seria y comprometida con los campos del arte latinoamericano y latinx”.

“Su contribución a Radical Women fue clave, ya que trabajamos juntas para investigar sobre artistas latinas y chicanas, y ella sola investigó sobre Puerto Rico”, añadió Fajardo-Hill. “Su trabajo en el Whitney hasta ahora ha sido importante para promover una conceptualización expansiva de lo que significa el arte Latinx hoy”.

Al mismo tiempo, Guerrero reconoce la carga que comparten muchos curadores de color: cambiar lo habitual en una operación arraigada. “Significa pedir a todos los departamentos de una institución que hagan cosas que no han hecho antes, entender lo que significa el mercadeo para un público latino, no únicamente hacer exposiciones latinas”, dijo. “La gente del Bronx también quiere saber sobre Edward Hopper o Andy Warhol”.

Guerrero dijo que el cambio real requiere un “enfoque holístico”, que incluya la diversificación de las juntas directivas, la compensación adecuada de los miembros del personal de seguridad, en su mayoría personas negras y morenas, y ser mentores de quienes vienen detrás de ella. “¿Cómo estamos pensando en la distribución del poder?”, preguntó, “¿y en la distribución de la riqueza?”.

“No se me escapa que, como ahora estoy en la jerarquía, debería facultarme para hablar de estas cosas, y creo que lo hago”, añadió. “Lo digo desde un lugar de cuidado y amor por la institución”.

Guerrero recuerda con especial cariño las horas que pasaba de joven en el Smithsonian, de acceso gratuito, cuando visitaba a su hermana, que trabajaba en Washington. “Era un lugar donde podía sentirme segura como mujer, donde podía reflexionar y pensar”, dice. “Esa es mi iglesia”.

Quiere compartir la alegría que desde hace tiempo le produce experimentar el arte con una población más amplia, ayudar a las personas que podrían sentirse intimidadas por los museos a sentirse bienvenidas y a verse reflejadas en las paredes.

“Mi objetivo es desmitificar este mundo, porque puede ser muy exclusivo y misterioso”, afirma.

El camino no siempre ha sido fácil. Guerrero señala que su reciente ascenso a curadora asociada es su primera promoción dentro de una institución. “Tuve que mudarme de ciudad en ciudad para poder crecer”, afirma. “No quiero olvidar aquellos años en los que era una curadora a la que no daban ni la hora: las puertas a las que tienes que llamar para hacerte un hueco y abogar por ti misma”.

Pero los días duros valen la pena, dijo Guerrero, y ve signos alentadores de progreso, a saber, que casi el 25 por ciento de las obras que el Whitney adquirió en 2021 eran de artistas latinos.

También se sintió alentada por la inclusión de una obra de Freddy Rodríguez, un inmigrante dominicano, en una exposición actual en el Whitney, In the Balance: Between Painting and Sculpture, 1965-1985, que estará abierta hasta el 5 de marzo de 2023. Rodríguez falleció el 10 de octubre a los 77 años a causa de la enfermedad de Lou Gehrig, a solo nueve días de la inauguración de la exposición.

“Dijo que había participado en otras muestras latinas, pero nunca en una convencional”, dijo Guerrero, y añadió: “Lo tomo como una victoria, por pequeña que sea. Esa es mi gasolina”.

También se siente orgullosa de la exposición no existe un mundo poshuracán —que toma su título de un verso del poeta puertorriqueño Raquel Salas Rivera y estará abierta hasta el 23 de abril—, en la que participan 20 artistas. La muestra va acompañada de una serie de videos en línea que ayudarán a contextualizar la exposición.

“También hay una enorme cantidad de enojo y dolor, junto con mucha belleza”, escribió el crítico Holland Cotter en The New York Times, “en una muestra cuidadosamente texturizada y conmovedora que también se encuentra entre las primeras grandes muestras de arte puertorriqueño contemporáneo en un museo importante de Estados Unidos en casi 50 años”.

A pesar de los éxitos cosechados hasta la fecha, Guerrero no parece sentirse ni cerca de poder relajarse.

“Es mucha presión”, dice. “Una cosa que no esperaba cuando llegué al Whitney era tener esta lupa sobre mí”.

“Algunas partes han sido muy difíciles, pero también veo el crecimiento”, añadió, “y hay esperanza en ello”.

Robin Pogrebin es reportera de la sección de Cultura, donde cubre las instituciones culturales, el mundo del arte, la arquitectura y otros temas. También es coautora de The Education of Brett Kavanaugh: An Investigation. @rpogrebin • Facebook

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