La semaglutida oral no es nueva: ya existe en el mercado un comprimido del compuesto, que se vende con el nombre de Rybelsus. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) solo aprobó ese fármaco para adultos con diabetes tipo dos, y los comprimidos vienen en dosis diarias comparativamente más pequeñas, de hasta 14 miligramos. Los comprimidos funcionan de modo similar a las inyecciones de semaglutida, que regulan la insulina, reducen el azúcar en sangre y ralentizan el vaciado del estómago, lo que hace que las personas se sientan saciadas durante más tiempo, según Andrew Kraftson, profesor clínico adjunto de Michigan Medicine.
Según Gabbay, Rybelsus es menos eficaz que Ozempic y Wegovy.
No está claro si las píldoras de semaglutida de dosis más alta podrían llegar al mercado, ni cuándo lo harían. Según Scott Hagan, profesor adjunto de medicina en la Universidad de Washington que ha estudiado la obesidad, una forma oral podría permitir que más personas tomaran estos medicamentos pues, para algunas personas, tragar una pastilla supone una barrera de entrada menor que inyectarse un fármaco. “Es una buena adición a las opciones de tratamiento para los pacientes que podrían beneficiarse del control de peso”, dijo.
Según A. Janet Tomiyama, profesora de psicología en la Universidad de California, campus Los Ángeles, que ha estudiado los trastornos alimentarios y el estigma del peso y ha expresado su preocupación por el impacto de estos fármacos en la imagen corporal de las personas, el uso masivo de semaglutida fuera de lo indicado entre las personas que recurren al medicamento para la pérdida de peso cosmética podría intensificarse si se dispone de una píldora de dosis alta. “Cada vez que hay medicamentos para perder peso, sabemos que se trata de una herramienta que la gente puede utilizar para fines relacionados con un trastorno alimentario”, reveló, señalando a los laxantes y las pastillas para adelgazar como ejemplo.
A pesar de la popularidad que han adquirido estos medicamentos, los médicos deberían centrarse en saber si la semaglutida, en cualquiera de sus formas, puede ayudar a que un paciente esté más sano, en lugar de limitarse a reducir el peso corporal, señaló Hagan. “Me preocupa que estos medicamentos se utilicen ampliamente solo para promover la pérdida de peso”, dijo, “y cómo esto contribuye a nuestra cultura general de la dieta, nuestra obsesión cultural con la delgadez”.
Dani Blum es reportera de la sección Well.