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Para las escritoras latinoamericanas, el terror y la fantasía plasman la lucha cotidiana

Si bien es sorprendente, la obra de Schweblin también está impregnada de crítica social: en Siete casas vacías los prejuicios y las divisiones de clase son los elementos más destacados. Su novela de 2017 preseleccionada para los premios Man Booker, Distancia de rescate (en inglés, Fever Dream), ofrece una perspectiva literaria sobre la fumigación de plantíos con glifosato, un pesticida asociado con defectos de nacimiento, en zonas de toda Argentina donde hay cultivos de soya, como en el caso de Aviá Teraí, pueblo cercano a la frontera con Paraguay.

“La literatura es súper política, pero cuando mejor sale es en un espacio donde ninguna otra política puede meterse: en el espacio más delicado que no tiene la precisión de ‘vamos a hablar del glifosato porque alguien tiene que hablar de eso’”, comentó Schweblin.

Fiel a su costumbre, la crónica social de Schweblin en Distancia de rescate abarca el espacio entre lo fantástico y lo cotidiano y está estructurada completamente como un diálogo entre una mujer moribunda y un niño que podría ser real o imaginario. De manera similar, Mandíbula, de Ojeda, presenta a una joven secuestrada por una maestra obsesiva y emplea el horror para explorar las ansiedades de la adolescencia y la femineidad en Ecuador en la época moderna.

“Siempre ligamos el miedo a la fealdad, pero yo creo que sobre todo está ligado a la belleza”, explicó Ojeda en un correo electrónico. “El miedo más grande que podemos experimentar es el de perder la belleza. Me pareció natural pensar la adolescencia desde allí”.

Al igual que Dueñas y Dávila antes que ellas, Ojeda y otras escritoras contemporáneas de América Latina utilizan diferentes elementos para confrontar las realidades cargadas de tensión que viven las mujeres de la región. Pero, a diferencia de ellas, su forma de feminismo, en sí, representa una “evolución” de la narrativa del siglo pasado, afirmó Alemany Bay.

“Escritoras como Ámparo Dávila van a incorporar al mundo interior. Ese es el mundo de la pesadilla, el mundo de la locura. Utilizan mucho la psicología interior, que podría ser una característica de la literatura escrita por mujeres”, comentó Alemany Bay. “Las escritoras actuales también incorporan ese mundo interno, pero están en otro estadio, en el que no tienen que hacer una reivindicación como mujeres. Y creo que allí hay también un paso adelante en esta escritura”.

Esa forma más personal de feminismo, considera Schweblin, ha necesitado tiempo para ser comprendida plenamente.

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