El humor y la despreocupación están relacionados, pero no son términos intercambiables. Existen más estudios sobre el humor y otros fenómenos como la risa, el juego, la diversión y la alegría, comentó Ruch, pero gran parte de las investigaciones relacionadas con este tema se engloban en el término “despreocupación”, explicó. El elemento central que subyace a estas experiencias superpuestas es una sensación de despreocupación, así como una actitud de no tomarse todo tan en serio.
Aunque declarar que “la risa es la mejor medicina” puede ser un poco exagerado, una buena carcajada tiene efectos potentes. Hay estudios que relacionan la risa con cambios positivos en la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la tensión muscular.
Y muchas otras pruebas sustentan la idea de que vivir con ligereza puede ayudar a las personas a sentirse mejor. Existen estudios de menor tamaño que relacionan la risa, el humor y el divertirse con el aumento del optimismo, la sensación de estar en control y la satisfacción con la vida, además de una reducción en la depresión, la ansiedad y el estrés. La investigación también indica que el humor nos ayuda a crear lazos más fuertes con los demás, con vínculos a una mayor satisfacción tanto en las relaciones románticas como en el entorno laboral.
¿Cómo cultivar la despreocupación?
La idea de “trabajar la despreocupación”, o la ligereza, puede parecer un poco forzada, pero, como ocurre con cualquier otro hábito, la práctica ayuda y hay evidencias de que la creación intencional de experiencias divertidas tiene los mismos beneficios que la diversión espontánea. Esto ocurre incluso con las personas depresivas que hay entre nosotros: “La capacidad de divertirse y vivir despreocupado es una de las maneras en que las personas pueden cambiar”, señaló Caleb Warren, codirector del laboratorio Humor Research Lab de la Universidad de Colorado y profesor de Mercadotecnia en la Universidad de Arizona.
Para ello, Ruch y sus colegas hicieron que los participantes siguieran un curso de formación sobre el humor de ocho semanas de duración en el que realizaron las siguientes tareas en nombre de la ciencia: vieron más programas de televisión de comedia, se rieron más fuerte o durante más tiempo de lo que lo harían por lo general, identificaron juegos de palabras en los medios de comunicación y en las conversaciones e hicieron chistes a costa de sí mismos. Los participantes en el curso de humor informaron que este aumentó su nivel de alegría y redujo la seriedad.
Entonces, ¿cómo probar esto en casa, sin la ayuda de un entrenamiento oficial en humor? A continuación, te presentamos cómo podrías comenzar.
Identifica cosas que son mínimamente divertidas
Buscar cosas “divertidas” puede convertir la ligereza en una tarea. En lugar de eso, intenta identificar “hechos reales y un poquito encantadores”, aconsejó Bagdonas. ¿Verdad que cuando tu hija está enojada y entra en la habitación, como que se parece a una dictadorcita ebria? Cuando pasas por un parque para perros, ¿te das cuenta de cómo toda la escena parece un bar de solteros caninos?