Los analistas consideran que, a pesar de que se llegó a una solución pacífica y apegada a la Constitución, y ahora hay una nueva presidenta, también hay obstáculos que persisten.
Por una parte, Boluarte —que hasta hace poco era aliada cercana de Castillo— debe crear consensos y conseguir el apoyo del Congreso para gobernar.
Por otra, el país ha sido remecido por constantes casos de corrupción e incompetencia en las más altas esferas del gobierno, algo que afecta la confianza de los peruanos en las instituciones públicas. En una encuesta reciente, más del 80 por ciento de los peruanos dijo que no aprobaba el desempeño del Congreso.
Además, están la pobreza y la desigualdad, banderas que ayudaron a Castillo —un líder de extracción rural y plataforma izquierdista— a llegar a la presidencia a pesar de su escasa popularidad.
“El reto más importante es el de la prosperidad compartida”, me dijo Hugo Ñopo, economista sénior del Banco Mundial. “Somos un país que se ha caracterizado por una buena estabilidad macro, pero todavía con serios retos en conseguir que esta bonanza macro sea inclusiva”.
Ñopo afirmó que Perú fue uno de los países del mundo más afectados por la pandemia: la pobreza subió unos 10 puntos porcentuales. Y aunque ya ha empezado a recuperarse, la creación de empleos es un desafío urgente, pues tres de cada cuatro trabajadores peruanos tienen empleos informales. El mes pasado, la ONU advirtió que Perú tiene la tasa más alta de inseguridad alimentaria en Sudamérica.
Mis colegas en Sudamérica, Julie Turkewitz, Genevieve Glatsky y Mitra Taj, escribían ayer:
“La sorprendente, y pacífica, transición simboliza dos características aparentemente opuestas que definen a la joven democracia de Perú: su fragilidad, pero también su resiliencia”.
Ahora, el país y la región aguardan a que la situación se aclare en los próximos días.
“Desde que juramentó la nueva presidenta hay una suerte de alivio, de calma”, comentó desde Lima Roxana Barrantes, profesora de Economía en la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Pero una calma que podría ser de corta duración”.
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✍️ De la sección de comentarios ✍️
Esta semana, muchos lectores comentaron varias notas, en especial se refirieron a nuestro interactivo del ataque de pánico. Aquí tenemos una breve selección de puntos de vista, editados por espacio.
Sobre la anatomía de un ataque de pánico
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“Nunca he tenido un ataque de pánico y, por lo que leo en la nota, es muy probable que ya no me suceda. Pero tenía una hermana que estaba enferma de cáncer y que presentaba muchos ataques de pánico. Lo que hacía era hablarle, que se concentrara en mí. Me oprimía el corazón ver cómo sufría y no poder hacer nada al respecto. Ahora puedo saber qué consejos dar para ayudar”. —Juan de Dios, Monterrey, México.
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“Como psicóloga y doctora en medicina homeopática, me enfrento con estos casos de manera frecuente. Veo hombres que piensan que el ataque de pánico es un infarto y corren al hospital. El problema es que les genera un ‘miedo al miedo’ y sin un tratamiento pierden la capacidad de maniobra, de socializar”. —Rosa Chávez, Guadalajara, México.
Sobre la queja de Catar por las críticas a raíz de la Copa del Mundo
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“El historial de violación de derechos humanos de los países europeos y del propio Estados Unidos no es precisamente uno para hacer alardes. ¿Quién juzga a quién? Los señalamientos contra Catar terminan desvaneciéndose en las alcantarillas de la doble moral”. —José Antonio Castro, Madrid, España.
Sobre el perfil de un músico profesional con síndrome de Down
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“Sé de lo que están hablando, tuve un hijo con neurofibromatosis. Debido a que no lo admitían en escuelas llamadas ‘normales’, sus escuelas fueron para estudiantes con irregularidades motoras. Me alegra mucho que todos los niños vayan a la misma escuela. Hay que integrarlos. Un abrazo para este triunfador y sus padres. —Lucy Miliani, Buenos Aires, Argentina.
—Patricia Nieto y Sabrina Duque producen y editan este boletín.
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