A pesar de toda la evidencia detallada y presentada en la acusación formal de 38 cargos contra el expresidente Donald Trump por retener cientos de documentos clasificados y luego obstruir los esfuerzos del gobierno para recuperarlos, queda un misterio sin resolver: ¿por qué los tomó y luchó tanto para quedarse con ellos?
El motivo por el que Trump tenía miles de archivos presidenciales —más de 300 documentos clasificados entre ellos— en Mar-a-Lago, su combinación de residencia y club para miembros exclusivos en Palm Beach, Florida, no se abordó de forma directa en la acusación formal de 49 páginas presentada el jueves en Miami. El documento de acusación no estableció que Trump tuviera un objetivo más allá de simplemente poseer el material.
Aunque encontrar un motivo podría ser útil para los fiscales en caso de que Trump termine en un juicio, es posible que no sea necesario para probar los elementos legales del caso en su contra. No obstante, sigue la duda de por qué Trump retuvo una extensa colección de documentos altamente confidenciales y luego, según los fiscales, conspiró para evitar devolverlos, incluso después de casi 15 meses de investigación por parte del Departamento de Justicia.
Sin embargo, la acusación formal ofreció algunas pistas.
La acusación describió cómo Trump, que ve casi todo en términos de influencia y a menudo se centra en vengarse de quienes percibe como enemigos, presumió un “plan de ataque” clasificado contra Irán en una reunión en julio de 2021 en Bedminster, su club de golf en Nueva Jersey, como una forma de refutar lo que percibió como críticas de parte del general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto. En una grabación de la reunión, se puede escuchar a Trump moviendo papeles y diciéndoles a los que lo rodean que el documento en cuestión demostraba que tenía razón en su disputa con Milley.
“Esto me da totalmente la razón, ¿sabes?”, dijo.
En otros segmentos en la acusación, un asistente de Trump describe los materiales que llevaba consigo en las cajas como “sus papeles”, algo que hizo mientras era presidente, lo que sugiere que no estaba listo para renunciar a las ventajas de tener el cargo más importante del país.
De manera similar, la acusación describe a Trump tratando de evitar que un abogado (al cual había contratado para ayudarlo a buscar en Mar-a-Lago cualquier material clasificado que aún estuviera en su poder) realmente revisara los archivos que tenía en la propiedad.
Se cita a Trump diciendo: “No quiero que nadie revise mis cajas”, expresando una especie de propiedad personal sobre el material. “De ninguna manera”.
Su sentido de propiedad personal era tan persistente que sus asistentes, en los mensajes de texto incluidos en la acusación formal, estaban claramente ansiosos ante la posibilidad de alejarlos demasiado de él.
Varios antiguos asistentes y asesores de Trump han argumentado durante mucho tiempo que el expresidente simplemente se quedó con los documentos confidenciales porque los consideraba “míos” y porque le gusta adquirir trofeos que pueda presumir, en cualquier presentación que estos vengan.
Cuando era un hombre de negocios que se exhibía como un mujeriego en Nueva York, Trump procuraba siempre ser visto con mujeres atractivas. Compró el Hotel Plaza y lo llamó un “juguete” para su entonces esposa, Ivana.
Coleccionaba abalorios de lujo para mostrárselos a los visitantes de su oficina en el piso 26, como la zapatilla deportiva gigante de la estrella del baloncesto Shaquille O’Neal, que yacía junto a una pila de otros artículos.
Trató los secretos de la nación de manera similar mientras estuvo en el cargo. En 2017, Trump compartió inteligencia altamente clasificada durante una reunión en el Despacho Oval con el embajador y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia. En 2019, publicó en Twitter una foto clasificada del lanzamiento fallido de un cohete iraní, y les dijo a los asesores de alto rango que querían eliminar las marcas de material clasificado que esa era la “parte sexi”.
Durante la investigación del caso, los fiscales que trabajaban para el abogado especial Jack Smith tomaron medidas que indicaban que estaban buscando un motivo.
Por ejemplo, emitieron una orden judicial para solicitar información sobre los acuerdos comerciales que la empresa de Trump, The Trump Organization, tenía con siete países extranjeros desde el momento en que comenzó su presidencia en 2017, al parecer con la intención de determinar si alguno de los documentos podría haber sido utilizado para ayudar a sus empresas en el extranjero. Sin embargo, no hubo ninguna referencia en la acusación formal de que Trump hubiera utilizado los documentos a favor de sus negocios.
A finales del año pasado, cuando los informes públicos dejaron en claro que los fiscales creían que Trump todavía tenía material clasificado en su poder, uno de los amigos de Trump, ahora convertido en adversario, el exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, ofreció una explicación simple.
“Creo que es mucho más probable que sean un trofeo que va exhibiendo por ahí diciendo: ‘Mira, tengo esto’”, dijo Christie, quien actualmente está haciendo campaña presidencial contra Trump en las primarias republicanas, a ABC News. “Tengo este documento clasificado o aquello, porque recuerden algo: él no puede creer que no sea presidente”.
Christie continuó: “Él no puede creer que todavía no reciba estos documentos, y necesita mostrarles a todos en Mar-a-Lago o en Bedminster durante el verano que todavía tiene algunas de esas parafernalias”.
Sugirió que esa era la razón por la que Trump mandó a colocar una reproducción del escritorio Resolute del Despacho Oval en su oficina en Mar-a-Lago.
“Todo el resto de esas cosas son para aliviar, ya sabes, su decepción y su incredulidad de que ya no es presidente”, concluyó Christie.
Maggie Haberman es corresponsal de la Casa Blanca y autora del libro Confidence Man: The Making of Donald Trump and the Breaking of America. Fue parte del equipo que ganó un Premio Pulitzer en 2018 por informar sobre los asesores del presidente Trump y sus conexiones con Rusia. @maggieNYT
Alan Feuer cubre el extremismo y la violencia política. Se unió al Times en 1999. @alanfeuer