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Putin ya no es el mismo

Por ahora, al menos. El motín de Prigozhin, por turbio y mal concebido que fuese, sí consiguió una cosa fundamental: hacer un agujero en la campaña del Kremlin dirigida a tranquilizar a los rusos respecto a que todo va bien, que la economía está en auge, que la guerra en Ucrania no se volverá contra ellos y que el ejército está concentrado en ganar.

El Putin de hoy no es el de la semana pasada. Prigozhin les mostró a los rusos un fugaz atisbo de un futuro alternativo y, con ello, les dio más motivos para dudar de sus dirigentes. ¿Es Putin, en realidad, esa figura todopoderosa, esa especie de zar, que creían que era? Esa es la pregunta que ahora, por fin, empezarán a hacerse la mayoría de los rusos de a pie.

Aunque Prigozhin adquirió una relativa popularidad entre ciertos sectores, nunca fue un candidato serio o convincente al liderazgo nacional. Sus declaraciones sobre la guerra en Ucrania, por ejemplo, han sido muy contradictorias en las últimas semanas. Primero dijo que, para derrotar al enemigo en Ucrania, los rusos debían apretarse el cinturón y estar dispuestos a vivir como los norcoreanos. No mucho después, cambió totalmente de enfoque: ya no había ninguna necesidad de invadir Ucrania, sostuvo.

Un indicador del carácter surrealista de la ofensiva de Prigozhin y de la estabilidad actual en Rusia es la confusión respecto a qué esperaba conseguir cuando puso en marcha su veloz convoy rumbo a Moscú. Lo que tienen en común Putin y él, además de haber surgido de las profundidades de un sistema autoritario, son sus problemas con el establecimiento de objetivos y la visión estratégica. ¿Qué quería hacer Prigozhin? ¿Sustituir a Putin, su maestro en el arte de hacerse con el poder? Eso es demasiado ambicioso. ¿Desbancar a su nuevo archienemigo, Serguéi Shoigú, el ministro de Defensa? Demasiado insignificante, que sin duda no merece una guerra civil en la capital de Rusia.

Tal vez Prigozhin, al juzgar que Putin era a fin de cuentas más fuerte y que los objetivos de su propia campaña eran inciertos, accedió a negociar con el enviado de Putin, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, y detener su convoy.

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