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Qué es la crisis del cuarto de vida y cómo enfrentarla

En los últimos años, Satya Doyle Byock, una terapeuta de 39 años, ha observado un cambio de tono en los jóvenes que acuden a su consultorio: pacientes frenéticos y extenuados en sus últimos años de la adolescencia, y entre los 20 y los 30 y tantos años. Estaban desconcertados y desorientados, con la sensación constante de que algo estaba mal.

“En efecto, la ansiedad, la depresión, la angustia y la desorientación incapacitantes son la norma”, escribió Byock en la introducción de su nuevo libro, Quarterlife: The Search for Self in Early Adulthood. El libro se basa en anécdotas de las consultas de Byock para exponer los obstáculos que se les presentan a los adultos jóvenes de la actualidad (cuyas edades están entre los 16 y los 36 años) y cómo afrontarlos.

Al igual que la mediana edad, el cuarto de vida puede conllevar su propia crisis: intentar separarte de tus padres o cuidadores y forjar una idea del propio yo es una batalla. Pero la generación que en este momento está entrando en la adultez se enfrenta a desafíos nuevos, en ocasiones debilitantes.

Muchos jóvenes tienen dificultades para pagar la universidad o deciden no ir, y la “crisis existencial” que solía presentarse después de la graduación ocurre a edad cada vez más temprana, aseveró Angela Neal-Barnett, profesora de psicología de la Universidad Estatal de Kent quien ha estudiado la ansiedad en los jóvenes. “Nos hemos visto limitados por el mito de que cuando te gradúas de la universidad comienza tu vida”, afirmó. Sin el guion social que siguieron las generaciones previas (graduarse de la universidad, casarse, formar una familia), señaló Byock, sus pacientes jóvenes se mantienen suspendidos en un estado de adolescencia extendida.

De hecho, según una encuesta reciente en internet de Credit Karma, una plataforma de finanzas personales, casi una tercera parte de los adultos de la generación Z viven con sus padres u otros familiares y planean quedarse ahí. Muchos se encuentran tan inmersos en las preocupaciones monetarias cotidianas, desde el yugo implacable de la deuda estudiantil hasta los crecientes costos generalizados, que se sienten incapaces de considerar lo que desean para sí mismos a largo plazo. En ocasiones esa parálisis se exacerba por una creciente ansiedad respecto al cambio climático y la zozobra de una pandemia de varios años que dejó a muchos jóvenes en duelo por familiares y amigos, o por pérdidas menos relevantes como una experiencia universitaria convencional o lo que implica empezar a trabajar por primera vez.

Los expertos afirman que quienes entran en la edad adulta necesitan una guía clara para salir del enredo. Estos son sus principales consejos para superar la crisis del cuarto de vida de la actualidad.

“Reserva un espacio para ser egoísta”, comentó Neal-Barnett, quien también es autora de Soothe Your Nerves: The Black Woman’s Guide to Understanding and Overcoming Anxiety, Panic and Fear. Neal-Barnett recomienda establecer recordatorios para verificar tu estado cada tres meses más o menos, para analizar en qué momento de tu vida te encuentras y si te sientes estancado o insatisfecho. A partir de ahí, dijo, puedes empezar a identificar los aspectos de tu vida que quieres modificar.

Byock señaló que hay que prestar atención a lo que despierta tu curiosidad de manera natural y no descartar tus intereses por considerarlos tontos o inútiles. Tal vez hay un lugar que siempre has querido visitar o un idioma que deseas aprender. Quizá te interesa dedicarte a un pasatiempo nuevo o investigar una parte de la historia de tu familia. “Empieza a darle a tu vida interior el respeto que se merece”, dijo.

No obstante, hay una diferencia entre el interés propio y la autocomplacencia, explicó Byock. Investigar y analizar quién eres requiere esfuerzo. “No se trata solo de elegir tus etiquetas y ya acabaste”, comentó.

“Algunas personas siguen aferradas a la idea de que uno se convierte en adulto a los 18 años, y que deberías estar listo para despegar”, aseveró Jeffrey Jensen Arnett, un investigador de la Universidad de Clark que estudia la psicología de la adultez temprana. “No sé si alguna vez eso fue lógico, pero desde luego ahora no lo es”.

Quienes están en esta etapa pueden sentir la presión de tener que correr en cada paso de sus vidas, comentó Byock, y anhelar la sensación de logro que acompaña la finalización de una tarea. Sin embargo, aprender a escucharse a sí mismo es un proceso que dura toda la vida. En lugar de buscar soluciones rápidas, dijo, los adultos jóvenes deberían pensar en objetivos a largo plazo: iniciar una terapia que se extienda más allá de un puñado de sesiones, crear hábitos saludables de nutrición y ejercicio, y trabajar para ser autosuficientes.

“Sé que esto parece una tarea titánica y de gran alcance”, señaló. “Pero es permitirnos serpentear y movernos por la vida, en lugar de limitarnos a ‘marcar las casillas y hacerlo bien’”.

Byock también dijo que hay que hacer un balance del día a día e identificar qué cosas faltan. Ella agrupa a las personas que están en el cuarto de vida en dos categorías: “las de la estabilidad” y “las del significado”.

“Las de la estabilidad” son personas que los demás ven como firmes y estables. Le dan prioridad a la sensación de seguridad, tienen éxito en sus carreras y pueden tener el propósito de formar una familia. “Pero hay una sensación de vacío y de estar fingiendo”, dijo. “Piensan que la vida no puede reducirse a esto”.

En el otro extremo del espectro, están las “del significado”, que suelen ser artistas; tienen pasiones creativas intensas, pero les cuesta trabajo enfrentarse a las tareas cotidianas, aseveró Byock. “Se trata de personas para las que hacer lo que la sociedad espera de ellas es tan abrumador y discordante con su propio sentido del yo que parece que titubean con frecuencia”, dijo. “No logran entenderlo del todo”.

No obstante, el cuarto de vida consiste en convertirse en una persona completa, dijo Byock, y ambos grupos necesitan absorber las características del otro para equilibrarse. Los de la estabilidad necesitan pensar en cómo darles a sus vidas un sentido de pasión y propósito, y los del significado necesitan obtener seguridad, quizás empezando con una rutina estable que pueda anclar y desbloquear la creatividad.

Byock reconoce que ese proceso de construir la autocomprensión puede parecer inútil en un mundo inestable, y que muchos jóvenes se sienten abrumados por la situación actual del mundo.

Ella recurre a lo que quizá sea la inspiración prototípica para mantener la calma en medio del caos: Yoda. El maestro jedi es “una de las pocas imágenes que tenemos de cómo puede ser la ecuanimidad en medio del dolor extremo y el apocalipsis”, explicó Byock. Incluso cuando parece haber poca estabilidad externa, dijo, las personas de veintitantos pueden intentar crear su propia estabilidad.

Gregory Scott Brown, psiquiatra y autor de The Self-Healing Mind, señaló que establecer hábitos que te ayuden a mantenerte centrado cuando eres un adulto joven es fundamental porque los periodos de transición nos hacen más susceptibles a padecer desgaste. Brown sugiere crear un conjunto de herramientas prácticas de autocuidado, como hacer un balance habitual de lo que agradeces, hacer ejercicios para controlar la respiración y llevar una nutrición saludable y rutinas de ejercicio. “Son técnicas que pueden ayudarte a encontrar lucidez”, afirmó Brown.

Es importante identificar qué aspectos de tu vida puedes modificar, dijo Brown. “No puedes cambiar a un jefe fastidioso”, dijo, “pero podrías planear un cambio de carrera”. Se dice fácil, reconoció, y los adultos jóvenes deben sopesar los riesgos de seguir viviendo en su statu quo —quedarse en su ciudad natal o en una profesión que no los entusiasma— con los beneficios potenciales de probar algo nuevo.

A pesar de su confusión y sus limitaciones, el cuarto de vida suele ser “la etapa más libre de toda la vida”, afirmó Arnett. A los adultos jóvenes les resulta más fácil mudarse a una ciudad nueva o empezar a trabajar en un lugar nuevo que a sus homólogos mayores.

El cuarto de edad trata sobre el viaje de la dependencia a la independencia, comentó Byock: aprender a confiar en uno mismo después de crecer (en el caso de algunos) en una cultura de paternidad de “helicóptero” y de dinámicas familiares de demasiada cercanía.

Pero incluso si sigues viviendo en tu habitación de la infancia, dijo Byock, hay maneras de lograr que la relación con tus padres evolucione y te ayude a forjar mayor independencia. Puede implicar hablar de la historia familiar y los recuerdos del pasado o hacer preguntas sobre la educación de tus padres. “Estás haciendo la transición de una relación de jerarquía a una de amistad”, explicó. “No se trata solo de mudarse o tomar distancia física”.

Según Byock, todos los jóvenes en el cuarto de vida tienen un momento en el que se dan cuenta de que deben alejarse de sus padres y enfrentarse a los obstáculos por sí mismos. En su caso, se dio cuenta después de una ruptura a sus veintitantos años. Llamó a su madre sollozando a la mitad de la noche y su madre se ofreció a visitarla y ayudarla a salir adelante. Byock se sintió tentada, pero se negó. “Me sentí muy bien cuando se ofreció a venir a mi rescate, pero en ese mismo momento supe que tenía que hacerlo sola”, recordó Byock. Eso no significa que no puedas o no debas seguir dependiendo de tus padres en momentos de crisis, señaló. “No creo que se trate de no volver a necesitar a tus padres, sino de hacer el trabajo sutil dentro de uno mismo para identificarlo: Este es un momento en el que necesito valerme por mí mismo”, concluyó.

Dani Blum es asistente de noticias en la sección Well de The New York Times.


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